Hace tiempo que el periodismo taurino ha entrado en decadencia y eso refleja en parte el estado de la fiesta reinante.  En la era de la información, cuando más fácil y sencillo es llegar a la todo tipo de contenido, un portal como CULTORO se muestra incapaz de ser medianamente veraz o guiarse por la ética profesional que corresponde a un medio que se supone por su ego de primera fila. Un portal que tendría que ser un pozo de sabiduría para el lector se ha convertido en el arma arrojadiza del periodista Iñigo Crespo.

Iñigo Crespo es actualmente un periodista, jefe de prensa y de comunicación, que ha acabado siendo conocido en el mundillo por ser un quiero y no puedo de la información. No por su estilo de prosa, sino por lo que hay detrás de las letras. Despedido por Tauroemoción  en Burgos por ser incapaz de llevar la comunicación de la plaza y sus actividades. El señor Crespo empezó una campaña de desprestigio y odio a través del portal Cultoro. Parece que no le sentó nada bien acabar en la calle, aunque su trabajo como jefe de  prensa del ruedo burgalés dejara mucho que desear, estuviera muy por debajo de las expectativas y el salario demandado. También es el jefe de prensa de toreros como Álvaro Lorenzo y alguno más, y responsable de la comunicación del empresario Juan Bautista, entre otros, totalmente incomprensible, muy mal tiene que estar el mundo taurino de profesionales para tirar de este tipo de personas,  que ejercen su pluma como un sicario actúa con su pistola. Perdiendo tanto la credibilidad, como la profesionalidad al no tener un rasero  donde juzgar por igual a las personas, empresas o hechos.

En esta época que corre, prácticamente la mayoría de portales taurinos son financiados por la publicidad que aportan los empresarios taurinos, esa es la cara A de la fiesta, la cara B es mucho más cruda, y que probablemente todo el mundo haya escuchado hablar de ella.

En este caso la simbiosis perfecta, entre Cultoro e Iñigo Crespo, viene porque la empresa de Alberto García dejo de poner publicidad en dicho portal, cosa que por lo visto Cultoro no lleva nada bien. Por eso, lo ataques repetitivos, sin argumentos y sin credibilidad de un portal que parece que se rige por la pauta,  estás conmigo o estás contra mí, lo que traducido seria, o me contratas la publicidad o te vas a enterar, y a las pruebas me remito. ¿Creen en algún momento que si Tauroemoción le diera la publicidad de sus ferias hablarían mal? Evidentemente que no. Porque para ellos la ley es, el que paga manda.

Un portal que ha confundido publicidad con rigor periodístico. Una cosa es hacer publicidad de algún producto o feria y otra cosa es qué tengas que hablar bien siempre de todas esas personas. En ese momento se pierde la libertad de prensa. En ninguna publicación he visto que el portal haya tirado de honestidad profesional y haya criticado alguna empresa que se publicita en su web. Y hay mucho donde elegir, la verdad. Seamos sensatos, si tuvieran algo de decencia hubieran sacado en sus publicaciones la falta de variedad en las ferias, la falta de trapío, los afeitados o los incumplimientos de cánones de ciertas empresas, no repetir a los triunfadores de ediciones anteriores, y un largo etc. Pero de esas empresas no se hablan, Ni tampoco de esos toreros, no vaya a ser que les quiten el pan de la boca.

A estos niveles hemos llegado en esta sociedad, donde la prensa tiene más interés de entrar en el sistema para lucrarse con su dinero, que para hacer un periodismo honesto e íntegro. Triste realidad tiene que soportar Alberto García por intentar hacer las cosas bien o lo mejor que puede, recuperar plazas, y comprometerse con el encaste minoritario en cada una de sus ferias. Sino paga esta criticado, atacado, boicoteado, calumniado y saboteado, por un portal y un periodista, que de profesionales tienen lo que yo de físico cuántico.

Basta ya!!!  Por culpa de personas así la fiesta muere un poco cada día, muere el periodismo y también muere la dignidad. Porque el orgullo de hacer bien las cosas, es algo que no se puede comprar ni con todo el dinero del mundo.

Por Juanje Herrero