Hacía años que no sucedía en Sevilla aquello de que se cambiaran dos toros en una misma tarde y suerte que fueran dos porque pudieron ser 3. Cómo sería aquello para que el presidente accediera, sin duda, un caos al más alto nivel pero, eso es lo que quieren las figuras, ese torito muy justito con aspecto de novillo, que no moleste, que no se le pique y, todos tan contentos.

Esa es la fiesta que tenemos y, menos mal que, en el último de la tarde apareció la hermanita de la caridad de rigor para que, Roca Rey impusiera su ley que, dicho sea de paso, esos toros los torea con la gorra; ni trebejos toreros necesita. Si el día anterior, la citada hermanita le tocó a El Juli, en esta ocasión el afortunado fue el diestro peruano que, entre otras muchas virtudes conecta con el púbico de una forma bárbara. Su entrega, disposición, actitud y afición le han situado en ese sitio de privilegio que ocupa, eso sí, comportándose como lo que es una auténtica figura del toreo, por eso mata ese tipo de ganaderías. En su primero que había sido devuelto, al sobrero lo molió a derechazos sin lograr nada relevante. Las dos orejas del último de la tarde le dieron vidilla en una corrida infumable.

A Manzanares no le salió el animalito que él quería y, ante la flojedad de sus becerrotes, uno de ellos se lo cambiaron y éste mostró un geniecillo molesto que no le gustó para nada al de Alicante que, se pasó la tarde mostrando voluntades pero repito, el toro que él soñaba no le apareció. Que nadie se alarme que no hubo peligro alguno; hubo, eso sí, falta de fuerzas, sin bravura, acometividad y todo lo que debe de tener un toro bravo eso no apareció. ¿Y la casta? La casta se quedó en la ganadería porque así se llama la mascota del ganadero, casta. Estoy asustado porque peligra el puesto de los picadores; lo digo porque los toreros que suelen ser uraños, ya son conscientes de que llevar un picador es hacer el ridículo, por tanto, en breve espacio de tiempo esos hombres ya no tendrán trabajo. Lo bueno que tiene la fiesta actual, esencialmente para las figuras del toreo es que, como digo, todo serán ahorros porque sin llevar picadores más beneficios tendrá el torero.

Castella no estuvo en Sevilla; nos pareció su sombra. Pensar que este hombre ha triunfado repetidas veces en Madrid frente a todos de verdad, verle ahora con esa parodia nos pareció un hecho lamentable. Para colmo, no contento con todo lo que allí había, brindó su segundo al público, un auténtico inválido en el que hizo el ridículo más grande de su carrera. Nadie lo entendimos. Pero como siempre digo, esos toros no es que “salgan” de ese modo, son los toros que ellos exigen, menos mal que, Castella, en un ataque de honradez este año matará los toros de Eduardo Miura en Sevilla que, a no dudar, en dicha tarde será el Sebastián Castella de las grandes tardes porque con el toro cómodo, en honor a la verdad, eso chico dice muy poco.

La fiesta de los toros morirá poco a poco y no la matarán los políticos ni los anti taurinos, lo haremos nosotros desde dentro porque nos resulta más cómodo ¿verdad? Que en la tarde de ayer no sonara bronca alguna y que todos dieran como “bueno” el resultado de la tarde eso es muy preocupante. Como siempre dije, en Sevilla se conforman con poco, con ver a las figuras trenzando el paseíllo con eso les basta y les sobra; sí, pero ese es el camino para que la fiesta muera por sí misma. Con ese tipo de toros, sin duda alguna no llegaremos muy lejos. Si Joaquín Núñez del Cuvillo se conforma con el toro que lidió Roca Rey, la verdad es que aspira a poco. Que analice todo lo que ayer salió en Sevilla y que se ponga a temblar; eso sí, mientras esos animalitos no presenten el menor problema, las figuras los seguirán reclamando. Con perdón para Roca Rey, pero esto huele a podrido.

Pla Ventura