Por Mario Gómez

Malagueño de nacimiento, es la historia de Juan Carlos Benítez la de un novillero con una idea clara, ser figura del toreo. Para ello, al igual que se ha hecho toda la vida, recorre las tapias de los tentaderos en busca de algún muletazo que confirme a su cabeza lo que su corazón siente: vivir en torero.

Tras una temporada ilusionante, en la que cortó una oreja en La Malagueta e hizo frente a todo tipo de encastes, vela armas para un 2018 que se antoja crucial. Madrid, quizá Sevilla y quién sabe si una posible alternativa si las cosas ruedan como deben…

  • Háblanos de cómo surge la afición, ¿cuáles son los primeros recuerdos de Juan Carlos Benítez en el mundo del toro?

Cuando pienso en mis primeros recuerdos, me viene a la cabeza una taberna a la que me llevaban mis padres y que  frecuentaban muchos taurinos de Fuengirola y Mijas, entre ellos los maestros Antonio José Galán (que en paz descanse) y Alfonso Galán.

Recuerdo que había un capote de seda colgado en la pared que sería unas dos veces mi tamaño. Ahí me entró la curiosidad y decía a mis padres que quería torear. Un día el dueño me lo prestó y me puse a dar lances sin tener demasiada conciencia de lo que hacía, pero la gente me aplaudía y muchos decían que tenía maneras.

La curiosidad fue creciendo y dije a mis padres que me llevasen a ver una corrida de toros. La primera corrida de toros que fui a ver, fue en Fuengirola. Un mano a mano. “El Quinto Califa” mano a mano con Jesulín de Ubrique.  Allí no cabía un alfiler. La manera de torear del maestro Manuel Benítez me llego al alma.  Entre la taberna y ver a ese genio cautivar a tantísima gente con ese temple y carisma me hizo pensar muchas cosas, aunque empecé a tener contacto mucho más adelante.

Recuerdo también, que mis padres me compraron un “traje de luces”, un capote, unas banderillas y una montera; en casa me ponía a torear y a ponerle banderillas a una silla que todavía conservo llena de agujeros –comenta entre risas-.

  • Tras ello decides “echar la pata pa´lante” y probar suerte y te apuntas a la E. T. de Málaga ¿cómo fue aquello?

Mi primer contacto serio fue con la Escuela Taurina de Málaga. Allí llegué con Antonio José Pavón Galán, sobrino de los maestros y amigo de la familia, y  me puse en manos del maestro Fernando Cámara, que siempre me trató muy bien y con el que me sentí muy acogido al igual que con todos mis compañeros y del director de la escuela Óscar Plaza.

La Escuela me ha brindado oportunidades muy buenas en plazas de gran categoría como Málaga, Almería o Bayona, por lo que desde aquí les mando mi más sincero agradecimiento, porque gracias a ellos pude abrirme un pequeño camino.

  • Comienzan a marchar las cosas y empiezas a torear en público, supongo que te marcaría mucho, ¿no es así?

El comienzo sin picadores fue con la Escuela, toreando (en 3 años) un total de 39 festejos, entre novilladas y clases prácticas; antes de debutar con un eral (no actúe de becerrista ya que empecé con 21 años y pase directamente a los erales) el 28 de febrero de 2013 en Benamocarra; estando hasta 2015 de novillero sin picadores.

En 2014 conocí a José Manuel Urdiales (subalterno y persona de confianza durante 15 años del maestro Javier Conde) que ha sido y sigue siendo mi persona de confianza y apoderado. Él es el que siempre ha estado para lo bueno y lo malo, el que nunca dudó  que puedo llegar muy lejos, el que me ha inculcado la educación taurina. Se fijó en mí, e iniciamos un camino en el que se ha convertido y seguirá siendo mi pilar fundamental.

  • Y por fin el salto de escalafón, ¿tarde especial o de responsabilidad?

Afronté este compromiso con mucha ilusión y madurez ya que de ese día dependía mi temporada y prácticamente mi carrera. Debuté con picadores el 8 de Abril de 2016, en Talamanca del Jarama (Madrid), gracias a que José Manuel me hizo 18 novilladas sin picadores en 2015 y pude llegar preparado a final de temporada. En septiembre de 2015 toreé en Fuente el Saz de Jarama una novillada de los Hnos. Quintas a la que corté 4 orejas y a raíz de ahí me ofrecieron el debut con picadores en Talamanca.

Disfruté mucho y pude cortar a la novillada cuatro orejas y un rabo; pero más allá de trofeos, lo más importante es que había muchos profesionales del toro y me sirvió mucho para lanzar mi carrera como novillero con picadores.

  • Sale “el de los rizos” y todo se torna más serio, ¿cómo fue aquel 2016?

En esta temporada primera temporada con picadores me apodero José Luis Cazalla. Muy buena persona y un gran conocedor del mundo del toro. Este apoderamiento surgió por mediación de José Manuel Urdiales, ya que las novilladas con picadores están muy difíciles y necesitábamos una persona que nos encaminase.

La temporada fue bastante bonita y fructífera. Disfruté mucho cada momento,  aprovechando las oportunidades al máximo. Actué en 10 festejos, entre ellos 8 novilladas picadas y dos festivales, cortando un total de 26 orejas y dos rabos. En septiembre tuve que cortar la temporada, ya que fui prendido por un novillo en un festival en Darro y me partió dos costillas, por lo que perdí dos novilladas.

Las sensaciones fueron muy buenas delante de novillos exigentes, lo que me hizo madurar como torero ya que la mayoría de las novilladas fueron en el conocido Valle del Tiétar.

  • Tras esa primera temporada, llega 2017, una temporada con compromisos más serios y novilladas exigentes

Se presentaba una bonita la temporada,  que comenzaba con un apoderamiento por parte del Grupo Viento Bravo. Comencé el año en un festival picado en Vera en un cartel completado por Diego Ventura, Manuel Díaz “El Cordobés”, “El Fandi”,  Cayetano y Roca Rey en el que corté una oreja con fuerte petición de la segunda.

En la primera novillada volvía a Talamanca con un encierro fue de Ángel Luis Peña cortando una oreja en el primero y dos orejas y rabo simbólicos en el segundo, siendo este mi primer indulto. Tras ello pisé tierras francesas en Riscle a

comienzos de agosto, con una novillada de Albaserrada que resultó muy dura y no dio opciones de triunfo.

Pero sin duda el día  más importante de la temporada fue el 12 de Agosto en la Malagueta. Acartelado con 5 compañeros malagueños, fue posible gracias a La Escuela Taurina que nos echo una mano a todos. Fue una tarde positiva ya que corte la única oreja de la tarde a un novillo de Toros de la Plata. El animal, de escasa humillación y un puntito manso, resultó con nobleza, lo que me sirvió para  permitió disfrutar mucho y mostrar mis ganas de ser torero.

También he pisado plazas como Peralta (en la que corte 1 oreja a una novillada de Cuadri, que pudieron ser más con un mejor manejo de la espada), Estella, Higuera de las Dueñas, Calasparra, Cantimpalo, Méntrida, donde un novillo del Conde de la Maza me sacó el hombro y perdí dos novilladas más, Casavieja, Mijares…, y que a pesar que el  juego de los animales impidió triunfos mayores, me deja contento de haber sido capaz de hacer frente a novilladas exigentes de hierros como  Monteviejo, Conde de la Maza, Couto de Fornilhos, Albaserrada, Cuadri…

Al final, la temporada me dejó un grato sabor de boca, pues me pude presentar ante mi gente en Fuengirola con un cartel de ensueño: Manuel Díaz “El Cordobés” y Finito de Córdoba, cortando 4 orejas y un rabo a dos utreros de Osborne; y un festival en Otivar (Granada) donde puse punto y final a este año cortando los máximos trofeos a un animal nada fácil, pero que me permitió sentirme y dar muestra de lo que llevo dentro.

  • Si hiciésemos un balance de tu carrera, ¿cuál sería?

Gracias a Dios desde novillero sin picadores no he parado de torear. Es muy importante para ir adquiriendo el rodaje y la evolución que necesita un torero en sus inicios.

He ido evolucionando poco a poco, intentando adentrarme cada vez más en mi e

ir sacando todo lo que llevo dentro, y sobre todo disfrutar, para ir evolucionando y encontrando mi tauromaquia, procuro en cada sitio que voy, dejar mi huella.

  • Debe ser duro levantarse cada mañana con la única certeza de que persigues un sueño y sabes de tus cualidades, ¿es más duro el frío del termómetro o el tener que buscarse la vida?

Cada invierno me vengo para Sevilla unos 4 o 5 meses para prepararme en el campo y entrenar con profesionales del toro. Cada invierno hago unas 35 tapias, aparte de los tentaderos como invitado y algún que otro toro a puerta cerrada.

El día a día es duro, hay que buscarse la vida con las tapias, porque es difícil prepararse sin ponerse delante de los animales. Es duro pero a la vez reconfortante e ilusionante el ir de finca en finca, conocer a la gente del toro, aprender de los maestros, las reacciones de los animales… Son etapas muy bonitas  que, pase lo que pase, no olvidaré jamás.

  • Todo por lograr y por alcanzar, pero puestos a soñar, ¿con qué lo hacemos?

Mi sueño siempre ha sido ser figura del toreo y poder torear en todas las plazas importantes un año tras otro viviendo en torero. Mi meta ahora mismo está en torear en Madrid y demostrar que quiero ser figura del toreo. Más adelante, en cuanto esté preparado tomar la alternativa.

  • ¿Y qué nos espera en 2018?

En principio, la intención es presentarme en Las Ventas como novillero con picadores. Pero antes me gustaría torear alguna que otra novillada para llegar bien preparado. También se está tocando Sevilla, qué es una de las plazas en las que siempre he querido torear y todavía no he tenido oportunidad.

Me siento más que preparado para presentarme  en estas dos plazas y en todas las que se me presenten, estoy muy ilusionado y con muchas ganas de que empiece la temporada que seguro que va a ser fructífera y muy bonita