Una triste entrada registró la plaza de toros México en lo que fue la onceava corrida de la temporada grande.
Se lidiaron toros de la ganadería de Fernando de la Mora muy justos en presentación que fueron protestados, habiéndose tenido que regresar el sexto por un escaso trapío. Fueron nobles en extremo pero descastados y es que es un tema que se debe considerar urgentemente pues es el común denominador de los encierros que se han lidiado esta temporada en México. Se lidió un quinto de Xajay que parchó el encierro sin ser nada extraordinario  y el último fue sustituido por uno de Montecristo complicado pero muy bien presentado.
Juan Pablo Sánchez vino a demostrar el sitio, la calidad y la clase que tiene. Pero, pero…
Desde abrirse de capa comenzó con la obra. Su fino pincel comenzaba a trazar el romance en todo su esplendor, las curvas tan estéticas que conmocionan la vista, la sobriedad en el color, y una técnica perfecta. Y todo en su debido sitio. Se anota la facilidad y la capacidad para moldear con una tersura inquietante cada linea, cada instante. Cómo es capaz de detener el tiempo cual si ese soplo pudiera convertirse en una eternidad y entretejer su historia en un Universo abstracto.
Ese es el toreo de Juan Pablo, que ante un toro que planeaba con una lentitud magnánima, aunque sin acometividad, logró catequizar al más ateo convenciéndolo de que Dios existe! Y es que para poder templar de ese modo hay que tener templado el corazón, al alma y el espíritu. Pero, ese pero que nos estorba en el diccionario, vino a terminar con esa primera obra al no poderla firmar con el acero. Quedó inconclusa pero en las retinas del recuerdo.
En su segundo no se podía quedar atrás, y es que cuando un artista esta inspirado y tiene en sus manos el lienzo y el pincel, lo de menos es si se trata de un óleo o una acuarela. Los duendes brincan y se plasma la mas bella esencia de lo que se lleva dentro. Y volvemos atrás… La danza es la más antigua expresión de la comunicación humana, la más libre, la más sincera, la más grande y la más bella y cuando es acompañada de la armonía, la melodía y el perfecto compás, no hay más que uno. Se fundieron en bronce los dos, con la alegría y la pasión que un careo de sevillana en donde Juan Pablo hipnotizó el de de la Mora llevándolo con sensualidad a la cúspide de todas las artes… El Toreo. Mucha perfección en su misión que de nueva cuenta se perdió entre las sombras de una espada mal afilada.
Sin duda lo que hizo Juan Pablo representará una de las más grandes creaciones de esta temporada, y que merece sin duda reflejarse en el cartel del 5 de febrero. Y ojalá, aunque sin quitar la importancia que conlleva la suerte suprema, que sería un insulto a los cánones, surja el certero criterio de la empresa hacia quién debe ocupar ese tan misterioso sitio.
Gracias por parar el tiempo Juan Pablo….
Arturo Saldivar  venía de una gran primera tarde y las expectativas eran altas, como altas son sus capacidades taurinas. Salió a embelesarnos, pero se topó con un toro con menos recorrido y fijeza que los hermanos. Es un torero con hondura, que cala en los ánimos de la gente como un hierro y deja buenos sabores en los paladares. Pero son diversas las uvas que dan el buqué a los mejores vinos. No es lo mismo un Tempranillo, que un cabernet o que un Malbec. Es ese el punto y hay gustos para todo. Ese sabor profundo de Saldívar lo vimos en una faena de recursos. Y es que ahí en las tablas, casi dentro del burladero de matadores nos regaló muletazos ajustados, con señorío, con pasmo y entrega  que le fueron sumamente agradecidos por el respetable.
Su segundo, de Xajay salió a querer arrancarle la cabeza haciéndole tomar el olivo tres un intento de larga cambiada en que se le revolvió sin permitirle un respiro. El toro no se prestaba al lucimiento y ese fue el sabor de esta segunda faena. Aquí las uvas se avinagraron y aunque por momentos encontrábamos ese aroma afrutado que en definitiva tiene el torero de Jalisco, no nos quedó en el paladar como una buena cosecha, sino como una promesa a un futuro que esperemos no tarde mucho porque ya cuando la uva ha llegado al punto y no se pisa en tiempo, se pasa y la madurez estorba en los sabores.
Ginés Marín, es el gran triunfador de San Isidro, un torero de altos vuelos venía a por todas y que a mi particularmente me cuesta trabajo entender el porqué no ha caído en el ánimo del público capitalino.
Su primer toro, un animal sumamente noble y con una tersa embestida aunque con poca transmisión por esa falta de bravura, le permitió deleitarnos y es que en este caso el joven jerezano fue entretejiendo cada uno de los hilos para bordar el toreo en oro. Con las delicadas y pacientes manos de esas mujeres que agotan su vista al hilvanar punto por punto el metal para formar una bella flor, así Ginés se acopló tersa y pacientemente con el astado para recrearse con él como un niño jugando el toro. La fina tela de seda fue llenándose de esa luz resplandeciente, del brillo que refleja el sol en un capote de paseo en manos de Marín. Y es que el arte no se puede negar y a pesar que de pronto los espectadores se negaban a ver,  los destellos comenzaron a cegar hasta que convencieron a los presentes que ahí hay un torero de los más grandes y que seguramente podrá llegar a ser uno de los consentidos de esta plaza. El tenor de la tarde fue de fallas con la espada y ahí se perdió lo ganado, aunque con fuerza salió al tercio a agradecer.
Su segundo, el de Montecristo, no se la puso tan fácil. El material con el que se borda un capote es muy fino y especial, pero hay piezas defectuosas y por más calidad que tenga quien en sus manos lo tiene, no hay manera. La voluntad se palpó hasta que se vio en las astas; el hilo se truncó, y el torero voló por los aires de feo modo. Aunado ésto a una tormenta que se soltó de pronto que parecía querer detener al torero español de su cometido, y es que fue tan aparatosa la cogida, que su apoderado Jorge Cutiño, saltó desde el callejón a tratar de hacer el quite y justo al entrar al burladero, fue sorprendido y herido por el asta del marrajo, que lo hizo ser intervenido en la enfermería.
Todo se tornó oscuro para el diestro que tratando de abreviar, se prolongó con su hacer en la suerte del descabello y en el encuentro de emociones no pudo concretar nada, escuchando los tres avisos. La peor situación y vergüenza para un hombre que se juega la vida. Así terminó la tarde para el triunfador español en la Plaza México. Una pena!
El próximo domingo se anuncia una corrida de Teófilo Gómez, de nueva cuenta, para el madrileño Julián López «El Juli» quién sostendrá un mano a mano con el triunfador de las tres últimas temporadas de la México, Sergio Flores  y el lunes 5, la corrida de Aniversario de la Plaza México ve colgados en el cartel a Sebastián Castella, Joselito Adame, Andrés Roca Rey y un triunfador que esperamos se designe el día de hoy porque el público ya no está para sorpresas. Los toros procederán de la ganadería de Jaral de Peñas.
Por Alexa Castillo