La ovación con la que saludó el público de Madrid a Fernando Cuadri no sirvió para paliar el fracaso ganadero que, como se presupone, Cuadri se ha marchado de Las Ventas con un disgusto terrible. Sus toros no han valido para la lidia y, lo que hemos podido ver no es otra cosa que la leyenda, es decir, lo que queda de aquella ganadería legendaria que allá por los años noventa la mataban las figuras del toreo. Terrible, pero cierto que lo digo, justamente al comprobar todo lo que hoy ha pasado en Madrid.

Si ayer El Juli se trajo dos santos para disfrutar en su lidia, hoy, los diestros, sin pretenderlo, les han traído seis criminales de guerra para acabar con ellos, algo lamentable. Son como siempre digo, las «dos» fiestas de los toros, la de los ricos y la de los pobres. Como fuere, si pretendíamos ver al toro de antaño lo hemos visto por completo. El problema es que la afición de ahora, mejor dicho, el gentío quiere ver el toreo moderno de ahora con los toros de antes y eso es un imposible.

Es verdad que nadie se ha aburrido en Madrid, pero no es menos cierto que todos esperábamos que, en el peor de los casos, un toro hubiera metido la cara, algo que nos hubiera dejado satisfechos a todos pero, como dice el refrán, no está hecha la miel para la boca del asno. Una pero, pero a su vez, una triste realidad.

No voy a entrar en detalles concretos al respecto de los muchachos. Si diré que, los tres, Rafaelillo, López Chávez y Octavio Chacón han hecho lo único que podían hacer, jugarse la vida sin recompensa alguna, ni artística ni económica puesto que, tras este festejo pocos contratos lograrán. Tras el festejo se queda uno perplejo. ¿Qué recompensa tendrán estos hombres que han salido ilesos de la plaza? Supongo que, según el taurinismo actual, nada de nada. Era espeluznante ver a Rafaelillo jugándose la vida a sabiendas de que la cornada podía llegar de un momento a otro y, el muchacho lo ha intentado con una fe desmesurada pero, ¿el resultado? Como digo, salir vivo ya ha sido un éxito tremendo.

López Chávez que hacia siete ferias que no actuaba en Madrid ha mostrado una disposición sin límites en sus dos enemigos. Se la ha jugado y, lo que es mejor, pese a que torea poco se la ha visto con un sitio admirable, con una disposición fuera de lugar que, especialmente en su segundo enemigo, a base de consentirle mucho, al final ha logrado tres series de naturales realmente bellísimos. El chaval ha rayado a gran altura si analizamos el toro que tenía delante. Han pasado los años pero éstos no han logrado minar el valor de este diestro admirable; yo diría más, está más puesto, más auténtico que cuando toreaba más seguido.

Torea poco, es cierto, pero si le sale un toro que le ayude en lo más mínimo, López Chávez puede dar mucho que hablar, como lo ha dado en ferias anteriores en este año en que, ya ha triunfado en varias corridas con toros realmente complicados. El sitio que tiene es admirable.

Octavio Chacón, por muchas razones, este año no ha tenido lo que llamaríamos su feria y, mucho menos en el día de hoy en que, a lo sumo, podemos anotar en su haber esa dosis de valor que ha tenido para enfrentarse a unos enemigos duros, correosos, ásperos. Esperábamos mucho más de Octavio Chacón, es la pura realidad pero, hemos sido conscientes de los enemigos que tenía que lidiar que no le han regalado ni un «buenas tardes» de rigor.

En resumen, una corrida de antaño en la que hogaño esperábamos lo que no podía ser que no es otra cosa que el toreo moderno al que nos tienen acostumbrados que, cuando se realiza con arte es muy bello pero, ¿habrá algún artista capaz de crear arte frente a estos toros? Que nadie se ilusione. No existe un hombre, un torero bajo la faz de la tierra capaz de hacer nada con estos animales.

No sé cual será el futuro de la ganadería de Fernando Cuadri. Es posible que, con menos kilos y lidiando en plazas de menor nivel, igual la embisten pero, lo de hoy ha sido un desacata tremendo que le ha aportado a Cuadri un disgusto de época.

Pla Ventura