Ramón Valencia es una artista, un prodigio de la naturaleza, un amante del buen gusto. Un empresario arraigado en dar alas a la feria Sevillana, innovar y descubrir nuevos carteles. Está decidido a ganarse el cielo y  todos los aficionados sevillanos. Un arte que está casi en peligro de extinción y que la maestría de Ramón ha logrado fructífera ante la exigencia de la gente.

A pocas fechas de comenzar el concurso de chirigotas del carnaval de Cádiz, el cuerpo se pone “guasón”. Entiéndase la ironía en el párrafo anterior. Evidentemente Sevilla es Sevilla, y seguirá siendo Sevilla hasta el día que los aficionados no exijan algo más de variedad. En Sevilla gusta mucho el «postureo», las figuras, el clavel, el fino, y el purito en los días de feria, el resto del año lo pasarían “malamente” para llenar la plaza.

Los empresarios de hoy en día apenas intentan innovar, inventar y crear algo diferente. 4 tardes para El Juli, Aguado, Morante y Roca Rey con toros a elegir, que serán probablemente, Juan Pedro, Cuvillo, Garcigrande, Victoriano y Jandilla, entre esas anda el juego. Las quinielas meten en dos ocasiones a Castella,  Ponce, Ferrera, Cayetano y Manzanares, y tal vez Ginés Marín. Otros toreros que estarán el circo taurino que prepara el señor Valencia son Emilio de Justo, Paco Ureña, Diego Urdiales, Manuel Escribano, Pepe Moral, Álvaro Lorenzo, y algún torero sevillano que están tapados como Serna, Cadaval y tal. En resumidas cuentas, esto es lo que será Sevilla, que se acumularan tardes repetitivas, salvadas por las corridas de Miura y Victorino, sino vaya tedio de “Domecqs”.

Si repasamos carteles antiguos, es cierto que Sevilla era muy partidaria de repetir toreros, pero siempre con un abanico importante de ganaderías y encastes. Hoy en día, la pluralidad en una feria está muy mal vista por las figuras, que al fin y al cabo, son los que dirigen todo. La figura del empresario esta solamente para pagar y atender todas las  pretensiones de las caprichosas figuras. Con estos carteles, la regeneración está comprometida, también la creación de nuevos y diferentes aficionados. Al ser un espectáculo casi pactado, monótono y repetitivo, y en ocasiones largo, muy largo.

La innovación va con el puesto, y la de fomentar nuevos carteles y frescos tendrían que ser responsabilidad del ganadero, porque las figuras por “motu proprio” es imposible que salgan de su zona de confort. Tal vez, esta temporada nos sorprende Morante y se apunta a la de  Miura en homenaje a su particular héroe Joselito “El Gallo”. Pero con eso no basta para ilusionar a un aficionado que disfrutaría con otra variedad de carteles.

Por Juanje Herrero