• Pablo Aguado sin espada, Ginés Marín sin actitud ante el cuarto, Luis David perdido con el mejor lote.

La fiesta necesita renovación, una nueva generación de toreros que sean capaces de crear expectación en el tendido y que no sean una copia barata de la decadente tauromaquia 2.0, que tanto se ha arraigado en el populacho y palmeros. Creo que la rivalidad entre Roca Rey y Pablo Aguado, puede crear la emoción que en muchos momentos acusa la fiesta.

La juventud y futuro de la fiesta se reunía en esta tarde, un sábado 18 de mayo, con un tiempo desapacible y ventoso, que por momentos se instaló en el ruedo, el frio se instaló en el tendido, sobre todo en la faena de alguno. No solo la climatología influyó en la tarde, también las ganas de torear, de ser figura, o de vivir permanentemente en el circuito de las ferias, marcó las faenas de los toreros.

Hoy hemos presenciado un encierro de Montalvo que en líneas generales ha sido mucho mejor de lo que los intérpretes del arte nos han hecho creer. Ha habido toros con clase, alguno encastado, con codicia y transmisión, en la muleta, algunos noblotes, pero en ningún caso han sido tontos. Todos ellos han sido masacrados en varas, sobre todo el tercero, cuarto y sexto. Creo que alguno está optando al mejor premio a la peor vara, lo malo es que va a ser una dura elección porque hay demasiados que se les va la mano, tanto en colocación como en fuerza.

Ginés Marín ha tenido bellos pasajes con la mano zurda en su primer toro, una faena que fue de altibajos, y que jugaba en la línea de fuego entre la colocación y el ventajismo. Ginés es un torero que transmite muy poquito al tendido, la seriedad que le caracteriza y esa técnica tan apañada de la tauromaquia moderna, muchas veces enfría al que paga. Su exceso de influencia de otras tauromaquias nos hace perdernos por momentos a un buen torero al natural. Todavía le falta madurez, y conocimiento de los momentos, ese muletazo que hace “click” en el tendido. En su primero una oreja. Con su segundo, un toro que transmitía por el pitón izquierdo y que embestía con codicia y transmisión, entre en una espiral de malestar, entre el viento, los terrenos, la colocación, los enganchones. Se le vio muy apático y con la temporada plagada de contratos. Faltó actitud.

Por actitud nadie puede discutir a Luis David Adame, el mediano de la saga torera. Estuvo más participativo que acertado. Manejó con arte y desparpajo el capote destacando las “rogerinas” para llevar al caballo a su toro. Se equivocó con el primer toro de la tarde. Un toro de dos orejas, que al final acabo de vuelta al ruedo, lo más destacado fue la estoca recibiendo, con eso se dice todo. Un toro con clase, recorrido, nobleza y casta, que es la delicia para cualquier torero que se vista de luces en Madrid. Pegando trapazos, punteado, en lineal y sacando al toro para fuera. Nunca conectó con el tendido porque nunca hubo una tanda con rotundidad. Con la falta que hace una figura mexicana como Dios manda. En el quinto más de los mismo, toreando con ventajas sobre su oponente cornúpeta, tal vez es el momento de cambiar su estilo y torear de verdad, bueno… le da un poco igual, también tiene la temporada rematada. Y en México le consideran figura.  Vuelta al ruedo y pitos fue su sentencia justa.

El torero esperado de la tarde es Pablo Aguado, a la postre el mayor por edad de la corrida, que no por veteranía en el escalafón superior. Después de matar a su tercer toro en varas y ser devuelto, salió un precioso toro de Luis Algarra, un toro que para nada era del domecq comercial, un toro con teclas, muchas teclas. Su temple no le ayudó en esta ocasión y el genio del toro le volteo en dos ocasiones, -sin consecuencias- una con el capote y otra con la muleta. En su segundo, un toro que también le castigó demasiado en varas, en exceso, le toreo mejor, siempre por arriba sin bajar la mano -el toro estaba «justito» de fuerzas-, pero cuidando mucho la colocación, el empaque y las buenas formas. En ocasiones abusó demasiado citando con el pico de la muleta. Una muleta pequeña, llena de sabor y toreo clásico, donde la esencia hace pareja con el duende. Con este toro templado de serie, llegaron los mejores muletazos, largos, despacio, buscando el temple, estremeciendo el tendido,  Madrid quiere hacerle figura, pero la espada, le obliga a esperar. Un torero distinto, con un corte diferente, y sobre todo con personalidad. Una raza torera donde su pequeña muleta intenta crear magia, aunque por ahora le hemos visto con toros nobles, y justitos de fuerzas, falta verle con toros bravos de verdad y con codicia donde pueda bajar la mano y llenar el alma del aficionado. Si en la última hay toro, Madrid le corona, de momento ya tiene su respeto.

Tal vez estos jóvenes deberían salir un poquito de las ganaderías domecq, abrir el abanico a otros encastes, para curtirse, madurar, y ampliar su toreo. No creo que sea bueno ni para ellos, ni para la fiesta acostumbrarse a lidiar un mismo encaste. Creo que tienen todavía muchos años en los que irán asimilando conceptos, y creando su forma personal, pero para ello deben tener todo tipo de experiencias en los ruedos, porque todo hace escuela. Ahora mismo son unos privilegiados del circuito, se les perdona casi todo, pero algún día el aficionado les impondrán su verdad.

Por Roberto García