Se daban cita en Vistalegre un torero que ha sido, en un pasado «torero de Madrid» y, otro que en un futuro, más cercano que lejano, lo será. Ambos unidos en el presente, un 23-F y, sin necesidad de un golpe de estado, Emilio sigue dando pasos agigantados en esta transición. Esto no ha sido de la noche a la mañana, lleva once años de alternativa, pero hoy Madrid le ha visto en plenitud. ¡Qué torero el extremeño!

Abrió la tarde un manso del Puerto de San Lorenzo que acabó muy rajado, buscando descaradamente las tablas. La papeleta para El Cid no era fácil, pero tampoco supo el de Salteras poner la emoción que faltaba, toreando fuera de sitio en todo momento.

Peor imagen aún dio con el «victorino» que hacía tercero. Un toro que hace diez o quince años lo habría cuajado, pero el tiempo pasa para todos y, por algo se retira de la actividad profesional. Fue este un toro bonito, que empujó en el caballo con los dos pitones y humilló con la muleta, pero un gris Cid no lo supo aprovechar. A la postre, sería designado (muy justamente) como el mejor toro de la corrida, que se anunciaba como un desafío de ganaderías, aunque las líneas de entrada al caballo lucían como en cualquier otra corrida y a ningún toro se le dieron más de dos puyazos. Por lo tanto, hubo poca rivalidad entre ganaderías, al igual, que entre toreros, sin duelos en quites.

En el quinto, El Cid tampoco transmitió al tendido con su faena al toro de Parladé, basada en el pico y sin cargar la suerte. Se dedicó toda la tarde a pegar pases empalmando uno con otro, en vez de a torear.

La otra cara de la moneda fue Emilio de Justo. Salió muy dispuesto toreando a la verónica rodilla en tierra para después llevar al toro al caballo galleando por chicuelinas. El quite por fregolinas resultó muy vistoso.

Sin embargo, el animal del Puerto le tocó varias veces las telas, por lo que la faena no fue a más.

En el cuarto, llegó la emoción en una lidia de poder a poder con un «victorino» muy entipado. A pesar de que se le picó muy mal, en la muleta el toro no se afligió. Se colaba por el derecho y después de varias volteretas a De Justo, el toro adquirió un gran sentido. Mostró el torero gran firmeza pero estuvo errático con la espada.

Todo lo contrario sucedió en el sexto, donde la espada fue la culminación a una gran obra. Al igual que en la pasada Feria de Otoño, cobró un volapié haciendo la suerte con gran pureza y excelentemente colocada.

Previamente, había realizado una faena cumbre a un toro de Parladé descastado pero que se dejó. Con la mano derecha brilló en varias series desmayado, rematadas con el de pecho con la izquierda, ceñidísimos y de hombro a hombro.

También, se lució con excelsos naturales muy templados, además, de la ya mencionada espada.

Gran tarde la del extremeño, en especial, esta última actuación que le sirvió para cortar las dos orejas y así descerrajar la Puerta Grande.

Empieza muy bien la temporada para Emilio De Justo.

 

Por Eugenio Manzano

Fotografia Marta Tejera