El toreo o la tauromaquia es una pasión llena de tradiciones y liturgias, pero en esta vida todo evoluciona y cambia, algunas a mejor y otras por lo que sea a peor.

Uno ya peina alguna cana, y va teniendo recuerdos de niñez, uno de esos recuerdos, yo que me he criado a los pies de la plaza real de El Puerto de Santa María, recuerdo como llegan los matadores de mi tierra de entrenar, recuerdo que siempre llegaban con los banderilleros del lugar y con algún que otro novillero, venían de correr o por las playas o por los pinares, eran cuestión de gusto, luego cada uno tenía su rincón para entrenar de salón y de ahí al bar a tomar algo y a fomentar las tertulia con los aficionados, hoy en las playas apenan quedan toreros corriendo ahora van al GYN, del bar y de juntarse con los aficionados na de na.

Otra de las cosas que han cambiado y esto sí que ha cambiado a peor, son los tentaderos, recuerdo de llegar a una famosa venta en el cruce de Medina Sidonia y ver allí a muchos novilleros orientándose y organizándose para las tapias, unos cuantos para la Zorrera que hoy hay tienta en lo de Cebada, otros para los alburejos que hay tienta en Torrestrella otros para la Quinta que hay tienta en lo de Camacho, de eso ya nada, hoy los novilleros llegan a los tentaderos en Mercedes, con el supuesto apoderado, el pare y un sequito detrás, aunque lo que vaya a ser este novillero es hacer la tapia.

Está claro que la vida y la sociedad va evolucionando a pasos agigantados, pero yo me quedo siempre con una frase del maestro Rafael Ortega que decía “que torero hay que ser hasta cagando” hoy los toreros parecen modelos de pasarela, los novilleros sin caballos montan dos sillas para torear un becerro en la maestranza, llegan a los tentaderos en Mercedes y cada vez es más difícil encontrar un torero entrenado por la ciudad o pueblo hoy son de GYM.

Esto significa dos cosas que la vida va cambiando o que yo me estoy haciendo viejo.