Por José Carlos Gómez. Fotografías de Andrew Moore

Si el futuro de la fiesta brava es el que hemos visto hoy en Las Ventas, podemos apagar el farol e irnos a casa. Esto se acaba a pasos agigantados. Permítanme hacer un símil, quizá exagerado, pero yo diría que un día se diagnosticÓ un cáncer y aunque había tratamiento no se siguió y hoy tenemos un enfermo en fase terminal.

Se han lidiado seis novillos de Guadaira, encaste Domecq y claro, era previsible lo que podía ocurrir y ha ocurrido, una bueyada mansa, descastada y falta de interés. Solo ha habido un toro interesante, el segundo, y claro, no están los toreros, sean novilleros o matadores de toros, acostumbrados a ver un toro queriendo embestir y no han sabido que hacer con él. Luego el cuarto tampoco ha sido un mal toro, aunque no ha llegado a la claridad del segundo. Los demás, cuatro bueyes de carreta que lo único bueno que han tenido ha sido que mañana su carne estará en las carnicerías para deleite de los gourmets.

Media plaza ha inaugurado hoy el serial, y siendo la primera de feria, un martes y novillada, creo que ha habido hasta más gente de la esperada por la propia empresa.

La publicidad de la empresa ha repetido y repite hasta la saciedad que hoy empezaba el Mundial del Toreo, pues el primer partido lo han jugado con todos los respetos, la selección de casados contra la selección de solteros. Interés ninguno.

El primer novillo ha sido un astado flojo al que se ha picado trasero. Un animal sin fuerzas que ha tenido enfrente a David Garzón, un torero que conoce el oficio y tiene un buen concepto del toreo, pero que luego no lo aplica. Superficial, mal colocado. Haciendo el esfuerzo de parecer que quiere, pero que daba el mensaje de no querer estar allí. Ha intentado tirar del toro y alargar los muletazos, pero cuando no hay toro que siga el engaño y no hay colocación, el torero es imposible. Los muletazos para afuera en lugar de para adentro. Así no puede ser.

El único novillo que ha salvado el encierro ha sido el segundo. Un toro bravo que ha hecho una buena pelea en varas, que ha sido bien lidiado por Ramón Moya y excelentemente banderilleado por Andrés Revuelta que ha sido obligado a saludar después del tercer par. Carlos Ochoa le ha puesto ganas. Una faena más con el corazón que con la cabeza y el corazón a la vez, que es lo que hay que hacer para torear. Combinar el cerebro y el sentimiento. El toro pedía los medios y el torero le dio el tercio. En esos terrenos el novillo se aburrió y no se le pudo sacar todo lo bueno que llevaba dentro. Un novillo de oreja que se ha ido sin torear. Se acordará Carlos Ochoa de este novillo en el futuro, o no, porque tal y como está el toreo, lo mismo no se le da la importancia que ha tenido el novillo. Una faena de coraje, pero una faena sin torear. Lo mejor, el estoconazo con el que lo ha despachado. Las Ventas ha sabido ver al novillo y ha sido aplaudido en el arrastre.

El tercer novillo ha sido un invalido, manso y descastado ejemplar al que Ángel Tellez ha muleteado a media altura. Eso no es torear. Eso es dar pases. Un sin sentido. Es patético ver a un hombre vestido de torero empeñarse en el imposible de torear lo que no puede ser toreado.

El cuarto ha sido un novillo encastado y también ha sido pasado de muleta en el tercio ne lugar de en los medios que hubiera sido lo lógico. David Garzón ha estado en novillero que quiere, pero en torero que no es.

Aborregado hasta la saciedad el invalido quinto. Un buey de carreta. Carlos Ochoa ha intentado un arrimón que no tenía sentido ni fundamento.

Para cerrar plaza se ha lidiado, por decir algo, un ejemplar en línea acostumbrada del encaste Domecq. Un sensacional tercer par de banderillas de Juan Navazo ha sido lo más destacable de su lidia. Ángel Téllez ha intentado justificarse, pero donde no hay, no se puede sacar. Por cierto, ha sido el único novillo lidiado en los medios.

En conclusión, una tarde ganadera para el olvido y en la línea de lo acostumbrado, es decir, reses sin interés ninguno para la lidia y que no transmiten al tendido la importancia que debe tener un toro, sino todo lo contrario. Tres toreros a los que barrunto, una carrera entre coletudos de oro y seda muy corta. Con suerte, alguno vestirá de plata, pero poco más.

Mañana los Santacoloma de La Quinta. A ver que nos deparán.