Dos grandes novillos de Cayetano Muñoz, uno de vuelta al ruedo.

4 toros de Juan Albarrán

Para:

  • Tomás Ángulo
  • Juanito

2 novillos de Cayetano Muñoz

Para:

  • Jesús Diez «El Chorlo»

Tarde de mucha calor en Llerena para las fechas que corren, pero la calor de verdad, se dió en el albero con los dos novillos de Cayetano Muñoz y El Chorlo.

El primero de vuelta al ruedo, con el que Jesús se acopló de principio a fin. Lo toreó como horas antes lo había soñado en la habitación del hotel.

El novillo repetidor, humillador, con una transmisión infinita en cada embestida, empujando en el caballo lo que le permitieron, porque apenas le metieron las cuerdas y que murió con la boca cerrada, permitió al de Llerena cuajarlo por los dos pitones dando tandas de toreo caro.

Dos orejas y vuelta para el novillo.

En su segundo, un novillo con más «guasa» sobre todo por el izquierdo, consiguió hacerse con él cuando se quedaron en el ruedo solo toro y torero.

Por el pitón izquierdo desde el primer natural lo avisó y no tardó en llegar la voltereta de la que El Chorlo se levantó sin mirarse siquiera y se puso a torear  de nuevo.

Enrabietado le pegó con la derecha muletazos de trazo largo a ralentí en la que la plaza, con ese eco especial que tiene, rugía unánimemente.

Tras una estocada entera a la primera, el público pidió con ansia el rabo que el presidente acabó concediendo.

Lo que queda claro es, que este torero está para entrar en cualquier feria.

Sus compañeros Tomás Ángulo y Juanito, no tuvieron suerte en sus lotes.

Toros muy parados y flojos desde que salían por chiqueros.

Toros faltos de poder que decían poco cada vez que pasaban por ahí.

Tomás en su primero se sintió agusto y arreando desde el principio. Se puede decir que no se ha dejado nada en Hotel.

Toreando muy quieto como nos tiene acostumbrado.

Si no llega a ser por los aceros, hubiera paseado las dos primeras orejas de la tarde.

Orejas que llegarían en el segundo de su lote en el que hubo más de lo mismo…

Un toro que más que embestir, lo que hacía era defenderse.

No tenía una embestida igual, rebrincado y acabando siempre con la cara alta y desentendido.

Tomás puso todo para que ahí pasara algo y tras dos pinchazos, sus paisanos le pidieron las dos orejas que el presidente no dudó en concederlas.

Juanito, con un lote con algo más de movilidad supo darle fiesta aprovechando cada embestida que tenían y metiendo a todos los que allí estaban en la faena.

Tras dos estocadas enteras a la primera, paseó las orejas.

Tarde en la que poco se vio en el tercio de varas y algo que también preocupa y mucho, que tampoco pudimos ver ni el tercio de banderillas donde la mayoría de los animales se fueron solo con dos pares.

Por Pelae Díaz