Las Fiestas de Toros llegaron a territorio argentino debido a su integración dentro del Virreinato del Perú. Buenos Aires, al ser el principal núcleo urbano de la Real Audiencia, fraguó una especial tradición taurina que se reforzó de manera acentuada al albergar la capitalidad del Virreinato del Río de la Plata desde 1776. Debido a ello, en 1791 se construyó una plaza de toros de madera que duró 8 años; y en 1801, se volvió a edificar una nueva, de materiales más firmes, que acogió exitosos festejos taurinos en los años siguientes. Con la invasión inglesa en 1806 su estado quedó deteriorado, pero las corridas se siguieron sucediendo hasta los años de la proclamación de la Independencia (1816). Dos años después, el Cabildo de Buenos Aires determinó echar abajo la Plaza de Toros en manifestación de oposición a España y en repudio a una expresión cultural que no comulgaba con los nuevos ideales de la nación que pretendían forjar.

📸 «Vista General de Buenos Aires desde la Plaza de Toros» (1820), Emeric Essex Vidal, The New York Public Library.

Por Víctor Alexandro