Como todos los años, al llegar el verano se multiplican las fiestas por los pueblos de España y sus ayuntamientos se esfuerzan en ofrecer a sus convecinos todo tipo de actos, festejos y eventos para deleitar y divertir al mayor número de ellos.

Esta eclosión de fiestas viene acompañada por numerosos artículos de opinión/información/manipulación en la prensa criticando el apoyo de los ayuntamientos a los festejos taurinos de toda índole.

No se critica el gasto en ningún otro tipo de festejos, solo en los taurinos. Y en este caso, además, se habla de subvenciones. Los espectáculos pirotécnicos o las orquestas de música “pachanguera” que viven exclusivamente de los ingresos que reciben de los ayuntamientos en fiestas, nunca se consideran subvencionados.

Esto es porque en realidad no les importa que se gaste el dinero de todos en las fiestas locales, solo les importa que se gaste en algo que a ellos no les gusta. En el fondo son dictadores de pensamiento que no admiten que otras personas difieran de sus gustos y opiniones.

Ese es el problema, que en España sobran los dictadores de pensamiento que no toleran que otros se diviertan libremente. Y lo peor es que muchos de estos pequeños dictadores se han metido en política precisamente para hacer e imponer su voluntad a los demás.

Dicen que en cada español hay un seleccionador nacional de futbol. Yo creo que no, que en cada español hay un pequeño dictador que se irrita cuando los gobernantes no hacen exactamente lo que él espera de ellos, sobre todo si votó a dichos gobernantes. En ese caso, el pequeño dictador que todos llevamos dentro piensa que su representante político debe conocer de antemano sus pensamientos y actuar en consecuencia.

De este modo, no reconocen que los impuestos los pagamos entre todos (Si, sí; los aficionados a los toros también cotizamos) y que por lo tanto deben emplearse para dar gusto a todos. Y que lo más lógico sería que el dinero público destinado a espectáculos o entretenimiento se gastase proporcionalmente al número de espectadores de cada modalidad.

No, eso no puede ser; el dictador de pensamiento opina que todos los que no comparten sus gustos viven en la oscuridad y deben ser iluminados por su sabiduría, incluso a la fuerza si fuese preciso. Y aquellos que han entrado en política para imponer su pensamiento a sus conciudadanos, no dudan en utilizar su cargo para impedir que otros ejerzan su libertad de elegir con qué quieren divertirse.

Así vemos que cada vez son más los políticos que olvidan que gobiernan para todos, también para los taurinos, y que utilizan los presupuestos y las instituciones a su cargo para adoctrinar e imponer sus gustos a sus representados.

Nadie obliga a asistir o participar en los festejos taurinos, pero tampoco nadie puede dictar a sus vecinos a que espectáculos pueden o no pueden acudir. En eso consiste la libertad de elección.

 

Por José Luis González

Fotografia Virginia González