El trapío es uno de los adjetivos más habituales en las respuestas de los aficionados cuando son preguntados por cómo es el tipo de toro que les gusta. Si atendemos a la definición que da la Real Academia Española, el trapío hace referencia a la “buena planta y gallardía del toro de lidia”. Es decir, a su presencia, su morfología y su seriedad. La presentación de un toro, estaremos todos de acuerdo en que es fundamental para el espectáculo, sea la plaza que sea, e independientemente del tipo de festejo del que estemos hablando: corrida de toros, novillada, festejo de rejones o festejos populares, entre otros muchos. Sin embargo, también es lógico afirmar que la exigencia en lo referido al trapío tenga diversas formas de valoración. No es lo mismo un toro de plaza de primera, que uno de segunda o de tercera categoría. O de una novillada con picadores en la que, además, el animal sería considerado novillo o utrero, y no toro como tal. ¿Esto quiere decir que, a menor categoría, menos importancia debemos darle al toro y a su presencia? No. Rotundamente no. Sea la plaza que sea, el toro debe respetar unos mínimos de integridad que garantice nuestra máxima de presenciar una lucha de tú a tú, en igualdad de condiciones entre toro y torero.

Todos los años se escuchan críticas al novillo que se lidia en Las Ventas: “No es un novillo, es un toro”, “Así matan a los chavales” o “Están locos”. Por no hablar del bombardeo de ataques –innumerables burradas e insultos– que sufre tanto el tendido 7 como la grada joven por defender la seriedad del toro –y novillo– venteño y la idiosincrasia de su plaza. Pero, ¿por qué esos mismos “críticos” callan y no ponen el grito en el cielo cuando la presencia del toro está muy por debajo del mínimo exigible en otras plazas? ¿Quizás sea porque no les interesa? ¿Será que criticar al aficionado que exige un tipo de toro más serio es más sencillo que criticar a determinados toreros y empresarios por alinearse con el objetivo de lidiar un toro con menos trapío? Hay preguntas que se responden solas, así como hay gente que se trata así misma por sus actos y sus palabras.

El trapío va más allá de gustos. El trapío debería de ser un compromiso ético con la Fiesta y con la afición que paga una entrada por ver un espectáculo digno. Por eso la integridad del toro no debería de enfrentarnos los unos a los otros. Debería de unirnos y ponernos a todos de acuerdo: ganaderos, toreros, empresarios y aficionados a la Tauromaquia en todas sus expresiones. A veces, algunos se preguntan por qué el festejo popular y los Bous al Carrer ganan cada vez más aficionados y partidarios. Miren fotos, vídeos o asistan a alguno de estos festejos y sueltas. Lo entenderán pronto. Mientras, recuerden lo que decía Bergamín, “torear es desengañar al toro, no engañarlo; y burlarlo, que no burlarse de él”.