Porque allá donde van arrasan, y Madrid no es menos. La novillada lidiada por ésta ganadería en Las Ventas fue ciertamente excepcional, los seis animales sirvieron, cada uno con sus teclas, para el triunfo y por su presentación tres escucharon ovación de salida.

Fue a parar a manos de José Cabrera, que se presentó con un terno azul pavo y oro, Jorge Isiegas de manzana y oro y Daniel Barbero, que también se presentaba, de azul pavo y oro de nuevo.

El primero no estuvo, no tuvo la tarde. Anduvo sin ganas, con actitud de cansancio incluso. Puso banderillas de mala manera a su primero, toro muy complicado y con muchas teclas pero que fue a más y a mejor todo el rato. En la muleta tampoco supo hacer nada, ya que el toro requería de mucho mando y no se lo dió. Silencio para él y división de opiniones para el novillo. El cuarto fue mejor, un novillo que tenía largo recorrido y galopaba con alegría. Tampoco estuvo muy suelto con los rehiletes Cabrera y en la muleta lo fue afeando ya que dejaba que le tocara la muleta en cada pase y, consecuentemente, el toro protestaba. Palmas para el animal y silencio para él.

El lote mejor se lo llevó Isiegas, con dos toros excelentes. Su segundo se llamó «Cupletero» y era un negro carbonero nevado y capirote muy bonito y serio, por lo que fue ovacionado de salida (y con sólo 488 kilos, por si hace falta recordar que los kilos no son el trapío). El animal se empleó en varas, galopó en banderillas y llegó a la muleta con alegría, repitiendo y pidiendo sitio, ya que el toro sólo era pronto cuando se le llamaba desde lejos. No le dió sitio Isiegas y en consecuencia no pudo con él, quedó el novillo por encima, pero es comprensible ya que ésta fue la segunda que mataba en toda ésta temporada y demostró que quería, pero que no podía, le faltaba soltura. Ovación para el novillo y saludos desde el tercio recibió el torero. Con su segundo, un precioso cárdeno oscuro berrendo que también fue ovacionado de salida, con 446 kilos, estuvo bien pero de nuevo se notó la poca soltura… El toro pedía mando, que le bajaran la muleta y faena en los medios, y como toda la corrida distancia, pero nada. Lo cierto es que no sacó Isiegas muchos pases limpios y anduvo sin ligar al animal, como en el anterior, los pases. Saludó de nuevo una ovación y el toro escuchó palmas.

El mejor fue Daniel Barbero, sin duda, que tuvo el novillo de la tarde y por un momento sus dos orejas cortadas, tal y como está el palco ésta temporada. Ése fue su primero: «Saltacancelas» nº55, negro azabache bragado y meano con 492 kilos. Un toro muy bonito: alto, fino, con mucho cuello y muy rematado. Una pintura, que se suele decir. En varas romaneó al caballo y lo levantó por los aires en ambos encuentros con el piquero. Galopó en banderillas y en la muleta humilló, hizo el avión, mantuvo rirmo y repetición llendo de menos a más, tuvo una embestida recta y larga y también mantuvo casta, ya que buscaba el hueco cuando Barbero se lo dejaba sin tapar. Un torazo al que se le pidió fuertemente la vuelta al ruedo que, como de habitual, el presidente D. Gonzalo Julián de Villa Parro desoyó. Se oían gritos en el tendido como: ¡Hay que ser justos con los toros, presidente! Esto ya que parece ser que un toro no puede ser premiado con la vuelta al ruedo si no es desorejado. En definitiva un nuevo escándalo de éste señor… Barbero con él estuvo soberbio, sobre todo al natural, con el que sacó pases de infinita categoría y gusto, templados y por abajo. Tuvo las dos orejas cortadas, una de justicia más la de regalo que es habitual en éste presidente, pero se le atragantó la espada y perdió los trofeos. Todo quedó en una fortísima ovación (de las más fuertes que oiremos) al toro, a un servidor se le ponen los pelos de punta al recordarla, y saludos con protestas a Daniel. El sexto fue otro cantar, pedía mucho más que éste y tenía muchísimas teclas. Estuvo sin estar el matador, que no le dió sitio ni lo templó, por lo que se le fue sin torear. Ovación para el novillo y silencio para él.

Al final del festejo, y muy merecidamente, a petición del público salió el mayoral a saludar desde el ruedo como reconocimiento a la excepcional novillada que echó su ganadería. No hace falta más que dar la más sincera enhorabuena al ganadero por sus toros, por la presentación y el comportamiento, y esperar que no dentro de mucho veamos seis cinqueños de éste hierro aragonés saliendo por los toriles de Las Ventas.

Por Quesillo