Hoy empieza la feria, con el típico “alumbrao” a las 00h00 dará comienzo a 7 días de fiesta ininterrumpida. La feria de abril que por circunstancias esta temporada cae en mayo, pero eso no distorsiona ni un ápice su compás, su gracia, su estilo, su arte y su duende. Sevilla como dice la canción tiene un color especial.

Hoy era día de Victorinos, los de la A coronada no venían en su mejor momento. Valencia y Madrid no habían dejado buenas sensaciones entre los aficionados, pero hoy se ha olvidado los tiempos pasados, quien sabe si volveremos a recordarlos. Una corrida entretenida, variada en comportamiento y en tipo, con toros encastes, con alegría y transmisión, otros mansos y sosos con algo de genio, con un cuarto de nombre “petrolero” que ya generó esputación en el campo por su parecido a “Cobradiezmos” y el runrún no defraudo en ningún caso. Un gran toro que tenía mucho que torear. Una corrida que ha tenido de todo, emoción, momentos dramáticos, momentos de inspiración, muletazos muy puros, pero sobretodo mucha expectación de cara al tendido, poca gente ha perdido los ojos del ruedo en ningún momento, y al final eso es lo que tiene que tener una corrida de toros, un poquito de todo para hacer un espectáculo interesante y ameno.

El tercio de Varas ha vuelto a lucir por su ineficacia, mal gusto y “baratismo”. Algún toro se ha ido sin picar literalmente y otros se les ha picado en demasía. Triste proceder que está marcando los primeros compases de la feria sevillana.

Antonio Ferrera se emocionó al dar la vuelta al ruedo paseando su oreja, una oreja ganada por una buena labor con las telas ante un toro que a la postre fue el mejor de la corrida y con diferencia. Ferrera se llevó el mejor lote con diferencia, y en ocasiones se le vio por debajo de sus oponentes,  sin llegar a entender por completo a sus oponentes, o darle la lidia que correspondía, la verdad que el viento ha condicionado la corrida, y tampoco ha dejado estar totalmente metido en la faena a ningún torero. En su primero que fue magistralmente banderilleado por Javier Valdeoro y Fernando Sánchez, le enganchó muletazos sueltos de gusto que mezcló con trapazos de alivio, un mix que no llegó a cuajar en el tendido y la faena se diluyó entre la arena, el viento y los minutos. En su segundo le planteó una faena mucho más asentada  y aseada,  ante un toro que repitió con codicia y entrega en los muletazos acentuando su nobleza y fijación, le faena no subió tanto como se esperaba en el tendido y el fervor de los oles fue bajando gradualmente con el transcurso del tiempo. Ovación y Oreja.  Pinchó su primero y se le fue baja en su segundo.

Manuel Escribano paseo las ganas por el albero sevillano con torería. Suyos han sido los momentos más dramáticos de la tarde. En su repertorio habitual volvió a dejar a porta gayola dos momentos muy angustiosos, mucho más en su segundo donde el toro se quedó anclado en la puerta y no había forma de hacerle mover. En su primero un manso con peligro lo intentó por los dos pitones sin forma de sacar un muletazo lucido, hasta tal punto que en una de esas tandas el toro se revolvió y volteo al diestro sevillano rompiendo la taleguilla. En su segundo un toro con algo más de recorrido y que prometía algo más de transmisión, pero sin mucha clase, y que se fue apagando serie tras serie, le sacó muletazos de buen gusto y torería pero que no impresionó a una maestranza observadora. Un toro que fue adquiriendo la manía de salir del muletazo con la cara alta y a media altura, que deslucía en exceso los lances del matador. Pinchazo, media baja y dos descabellos dieron muerte a su primer oponente y una buena estocada acabo con el que hizo quinto. Ovación y división de opiniones.

El torero extremeño Emilio de Justo es hoy por hoy el torero que mejor entiende a los de Victorino. Un torero que tiene mucha verdad en todo lo que hace en el ruedo. Toreo con paciencia y una impecable colocación a su segundo, dando el pecho, anclado a sus zapatillas, con las puntas mirando a los pitones e intentando rematar cada muletazo en la cintura. Sus mejores pasajes fueron con la zurda, también para el fueron los oles más rotundos de la tarde. Los muletazos más templados y lentos de la feria llevan el nombre de Emilio de Gusto, si con g, porque otra cosa no pero gusto le sobra. Solo la espada le privó en su primero de cortar una oreja a un toro que fue a menos y que Emilio tuvo que poner todo de su parte para sacar muletazos con sabor. Su segundo oponente fue muy castigado en varas, tal vez en exceso y encima muy mal picado, cosa que no beneficia en nada a ningún toro. Alguien tendría que hablar seriamente con semejante carnicero que no beneficia en nada a su matador. El toro llegó justito al último tercio, donde Emilio se remangó y le fue sacando de uno a uno los muletazos, cruzándose por delante de los pitones y   tocando con suavidad superlativa las telas. Exposición, paciencia, verdad y conocimiento de los terrenos dejaron entre el público un gran sabor de boca. Estoca y descabello. Dos ovaciones.

Emilio de Justo es un torero muy necesario para la tauromaquia, para los valores, para volver a resaltar la pureza del toreo y poner de moda los cánones que en tiempos pasados fueron el abc del buen toreo. Un torero que no está de paso en el circuito y ha venido a quedarse, y poner a más de alguno que se llama figura contra las cuerdas. Porque hoy ha demostrado que sin toro, se adapta, que ha poco que le embista un toro va a armar un lio y gordo.

 

Por Oscar de la Puente