El que crea que está en posesión de la verdad absoluta es un perfecto ignorante porque como se sabe, cada cual emite su veredicto ante todo aquel tema que les es interesante. Es decir, los que nos arriesgamos a verter nuestra opinión, en este caso del mundo de los toros, a diario, estamos sujetos a las críticas de los demás puesto que, no todo el mundo está de acuerdo con lo que un dice. Es cierto que, en mi caso, intento basarme en realidades, en hechos muy concretos que, sin duda, pese a todo no gustan a todos.

Por supuesto que, hablando de toros y ante el análisis de dicho mundillo, nadie de los que escriba puede pretender hacer amigos por este medio; más bien yo diría todo lo contrario. Pero como quiera que uno solo pretende verdad su verdad, es ahí cuando nace el respeto que todo el mundo me merece. ¿Tendré enemigos? Más de lo que quizás pudiera imaginar pero, es ley de vida; si uno pretende vender su verdad para que las cosas sean un poquito mejor, los discrepantes siempre están pendientes de uno para tratar de anular la voluntad del que ha escrito. No pasa nada porque, vuelvo a insistir, todos tenemos un crítico dentro, el problema el que unos lo ejercemos y  los demás lo piensan, pero no ejercen.

Yo tenía un jefe que siempre me decía los mismo: «Es muy dificil hacer algo para compartir porque todos tenemos un rey dentro del cuerpo» Pasados los años, inevitablemente me acuerdo mucho de aquel hombre y le asistía toda la razón del mundo. Está claro que, por bien que lo haga uno siempre habrá voces discordantes. El ejemplo lo tenemos en los mismos toreros puesto que, por ejemplo, un hombre como El Juli tiene correligionarios y gentes que no comulgan para nada con su trabajo como torero. Y si eso le ocurre a una máxima figura del toreo, pobres de nosotros los que vamos juntando algunas letritas para darle rienda suelta a nuestro corazón.

Al final, ¿quién gana? No lo sé, ni siquiera me lo he planteado; pero si sé, desde siempre, que trato de vender mi verdad de forma humilde, pero aferrado a mis convicciones que, acertadas o equivocadas serán siempre las mías. No pretendo que nadie comulgue en el cáliz de mis ilusiones, pero si me hace feliz saber que muchos entienden mi verdad como la suya. Mis respetos para los que piensan distinto a mí y mi abrazo para lo que me secundan. Entre todos, sin duda alguna, haremos una fiesta mejor, en el peor de los casos, que sea más justa puesto que, si la fiesta de los todos adolece un gran valor, éste no es otra que la falta de justicia.

En ocasiones, hasta resulta difícil la tarea puesto que, tras la publicación de cualquier ensayo, algunos allegados intentan poner comillas a lo que uno ha hecho y. por encima de todo yo no estoy dentro de la piel de nadie, razón por la que me resulta muy difícil acertar ante lo que piensan los demás. ¡Qué más quisiera yo, acertar en todos mis pronunciamientos! Pero como diría un buen amigo mio, soy mortal y pecador, por tanto, imperfecto. Pero dentro de esa imperfección de la que hablo es donde quiero asirme a mis convicciones puesto que, como se sabe, mis datos suelen ser elocuentes, pese a que muchos no los compartan.

Lo importante es trascender ante los demás; es decir, que haya audición para que el mundo de los toros siga más vivo que nunca, justamente ahora cuando tantos malvados quieren destruirnos. ¿Viste? Ahí empiezan los enemigos, los que no entienden del respeto hacia los demás. Como diría el gran Pepe Mujica, hagamos la paz que ya habrá tiempo para la guerra. Es decir, aprendamos a respetarnos y tendremos mucho camino andado. Recordemos algo que es fundamental: de toda la vida ha habido gentes que no les ha interesado el tema de los toros en lo más mínimo y, callaban, es decir, no se molestaban en lo más mínimo en si había espectáculos taurinos; lo ignoraban y todo quedaba dentro del más absoluto respeto del que hablo. ahora no, ahora la sociedad en que vivimos nos obliga a ser de Podemos, a tener un perro y, a ser posible, ser maricón, con eso ya hemos ganado mucho. Analicen lo que he dicho a ver quien en el que me demuestra lo contrario.

Pla Ventura