Una de las fechas más taurinas del año, sin lugar a duda, es el Domingo de Resurrección. Cuando en el ambiente aún se percibe el aroma de los cirios y del incienso y se oyen las plegarias y las saetas, se rinde homenaje a la resurrección del Señor con festividades taurinas, en distintos puntos de la geografía española y francesa. Sin embargo, hay una que goza de una especial solera, por su tradición, por lo que supone la Semana Santa en ese regalo de ciudad: Sevilla. Madrid, capital del España y del toreo, merece ser reseñada también. A escasos dos meses y medio, las empresas gestoras de ambos cosos han anunciado los carteles para la Pascua.

En el coso capitalino, se lidiará una corrida de Doña Lola Domecq Sainz de Rozas, con el hierro que tanta gloria dio a su abuelo y a su padre: El Torero. De un tiempo a esta parte, la vacada gaditana se ha visto apartada y marginada del circuito oficial. La clase, la humillación y la casta es el denominador común de los hierros de los hijos de Don Salvador Domecq y Díez. En San Isidro de 2015, apareció en el coso venteño ese Lenguadito, sobrero, que hizo volver a las conversaciones de los aficionados el nombre ganadero. Sin embargo, la corrida enviada, para la misma Feria, esta de 2017, dejó mucho que desear en comportamiento y en presentación. En otros tiempos, hubiera sido suficiente como para prescindir del hierro.

La corrida será estoqueada por el madrileño David Mora. Icono y ejemplo de superación, de superar los retos que se nos planteen. Resucitó del grave percance sufrido el 20 de mayo de 2015, como resucitó Cristo. En cuanto a sus méritos toreros, el año pasado, también en San Isidro, oyó los tres avisos en un toro del Pilar y cortó una orejita a uno de Parladé. De poco sirvió la Puerta Grande de Daniel Luque, en su carrera, de 2015. Sigue siendo ese torero que a muchos ilusionó con su capote, pero que sigue demostrando carencias ostensibles con la muleta. Aún recuerdo ese gran toro, también sobrero, de Parladé que fue llevado al carnicero con las orejas puestas, en mayo de 2016, en la gran corrida de Juan Pedro. Y, por último, el joven Álvaro Lorenzo que, pese a su inexperiencia en el arte de Costillares, completó una temporada digna y de hombre hecho el año anterior. Aún le queda tiempo para decir quién es.

La Maestranza de Sevilla presenta un cartel de clavel, cumpliendo con lo tradicional en estas fechas. En el año dieciocho después de Curro, se anunciará la vacada de Don Victoriano del Río Cortés, un ganadero que tiene muy por la mano la ganadería. Prueba de lo anterior, son las contrastadas corridas que lidia, alternando la casta y la emoción con la nobleza boba y la ausencia de poder, en función de quien se anuncie. Ahí está, en la hemeroteca, las corridas de Madrid en San Isidro y en Beneficencia… Más allá de esto, justo reconocimiento para el ganadero de Guadalix de la Sierra, pues fue él quien se hizo con el trofeo al mejor toro de farolillos, de la pasada edición. Fue el 2017, aprovecho para decirlo, un año para nada desdeñable, ya que, entre otros logros, también se alzó con el premio Carriquiri.

Entre los espadas anunciados, sorprende que no esté Morante de la Puebla, como sí hizo en los dos años anteriores. Parece ser que le da vergüenza salir en la tele… Sin embargo, creo que salimos ganando con su sustito: Don Antonio Ferrera. Este es, para mí, el torero más interesante de la actualidad. Recuperador de suertes y lances hoy en desuso, para desgracia colectiva. Capaz de entender y poder a distintos encaste y a distintos animales. Colosal fue el año 2017, solo emborronado por la cogida de septiembre. Además, se contará con la presencia de José María Manzanares, artífice del toreo ventajista posmoderno. Eso sí, muy guapo y lo hace todo muy bonito. Y no hay que olvidar al tercero del cartel: Andrés Roca Rey, fenómeno de masas y del toreo artificiero.

De entre estos dos carteles, no tengo duda de cuál sería mi elección: Antonio Ferrera.

 

Por Francisco Diaz