• Corrida triunfalista… con el triunfo de Morante y el indulto de un toro de Garcigrande lidiado por El Juli

Ganadería.- Se han lidiado toros de Domingo Hernández desiguales de presentación, pobres de pitones y de condición mansa. Al sexto con el hierro de Garcigrande, de nombre ‘Corchero’ número 42 y de 460 kilos se le indultó.

‘Paquirri’ (de azul marino y oro) silencio y silencio.

Morante de la Puebla (de turquesa y azabache) ovación y dos orejas.

‘El Juli’ (de azul noche y oro) oreja tras aviso y dos tejas y rabo.

Incidencias.- Tres cuartos de entrada en tarde agradable con algo de viento.

Paquirri reaparecía en Jerez. Comenzó con verónicas y una media baja. Se llevó dos picotazos el toro y apretó en banderillas. La faena tuvo lugar al abrigo de las tablas, sin conjunción y con demasiadas precauciones. El toro no quería comerse a nadie. Y aún así, el madrileño sólo instrumentó muletazos sin alma. Mala tarjeta de presentación que lubricó con una caída desprendida.

El cuarto de la tarde manoseaba. Para colmo fue terriblemente mal lidiado y banderilleado. Paquirri se salió a la segunda raya e instrumentó unas series llenas de enganchomes y sin gracia. Muletazos que iban y venían sin sentido alguno. Una repartición sin brillos que ya se verá que aporta al toreo actual. Por no haber, no hubo ni música. La banda que más toca de España hasta guardó un respetuoso silencio.

El primero de Morante fue un manso sin fijeza que arreaba para los adentros y al que no se auguraban buenos presagios. Sin embargo Morante siempre sorprende y a pesar de ir muy a contra estilo el de la Puebla hizo una faena aseada que gustó al bonancible público jerezano. Tres pinchazos y una entera.

Morante continuó intentándolo en el quinto. Chicuelinas tropezadas en el recibo. No hubo quite ni verónicas de alhelí. Se peleó con el toro para abrir faena con recortes y trincherazos. Una tanda por la izquierda muy aplaudida con algún enganchón y otra con la derecha deslavazada. Una pelea más que una faena maciza. En cualquier caso, el público esta con él y cortó las dos orejas tras una estocada entera.

El Juli estuvo dispuesto desde que salió con el capote con verónicas de recibo y un quite por chicuelinas personalizadas. A su estilo. Brindó al público y comenzó con la diestra. Después vino una faena por ambos pitones. Con muletazos templados aunque algo acelerados. En la cuarta tanda con la derecha bajó más la mano y el toro le aguantó. Fue la de más mérito. Pinchó y colocó una trasera y tendida.

El último de la tarde y de la feria era una sardina. Fino de cabos y con el vientre tan recogido como los pitones. En los medios El Juli toreó en redondo. Templando los trazos en un palmo de terreno. Con quietud. La izquierda la manejó con templanza y en algunos compases con regusto. Una faena fue quizá la más contundente de la tarde por el mando y el dominio. La cosa se fue calentando y El Juli comenzó a dar circulares templados. El toro los asumía pero sin codicia. Era simplemente un toro noblote. Sin embargo, los pocos conocimientos de un público festero impulsaron un indulto inaudito. Un auténtico desaguisado. Mañana, nadie se acordará del asunto y el ganadero ya sabrá que hará con el torete, si servirá para seguir gastando pienso o para echarlo a las vacas. Caerá la noche y nadie sabrá qué sucedió.

Por Manuel Sotelino

Foto – Román Ríos.