Cruzamos Despeñaperros, nos adentramos en Andalucía y nuestro viaje se torna en peregrinar. Nos dirigimos a la aldea de El Rocío, pero antes de ver a la “Madre”, nos tenemos que reclinar ante los reyes. Esos de lomo recto, hocico chato, patas cortas y encornaduras no demasiado desarrolladas. Guapos. Nos aguardan las madres con sus crías, en otro cercado los utreros que tras un tiempo de sequía ven amarillentos sus campos; y por último otro cercado de utreros, mayor remate y trapío listos para su lidia y que a buen seguro tornarán en corrida para plaza importante.

Estamos en Aznalcázar (Sevilla), y por si alguien aún no se ha percatado, hoy visitamos Partido de Resina.

Formada por don Rafael José Barbero con vacas Jijonas y sementales de Cabrera, en 1885 fue vendida a don Carlos Conradi de quien pasó gran parte ese mismo año a don Felipe de Pablo Romero. En 1906 pasa a don Felipe de Pablo-Romero y Llorente y en 1943, tras su fallecimiento, a sus hijos. A partir de 1944 se anuncia a nombre de don José Luis y Herederos de don Felipe de Pablo-Romero. En 1956 se forma una sociedad familiar de la que se nombra gerente a don José Luis de Pablo-Romero y pasa a anunciarse Hijos de Pablo Romero. En 1975 le sucede su hijo don Felipe, y por fallecimiento de éste en 1979 pasa la gerencia a su hermano don José Luis. Desde 1986 pasa a pertenecer en exclusiva a don Jaime de Pablo-Romero y Cámara. En 1997 adquiere la totalidad de la ganadería la sociedad Partido de Resina, S.L., conservando en la misma finca todo el ganado, hierro, antigüedad, señal y divisa.

Sin duda una de las ganaderías señeras en la historia del campo bravo, que ha sido de las más castigadas por avatares varios y que lucha contra factores propios y ajenos para mantenerse a flote y volver a pasar las coronas laureadas de los pablorromero.

Por Mario Gomez