Tras un año en el que nos ha tocado despedir a mucha gente, este 2018 comienza haciendo lo propio con otro santo y seña del mundo de los toros: Don Pedro Balañá Forts. A los 93 años de edad, ha fallecido siendo titular de un gran imperio empresarial, fundamentado en la actualidad en cines y teatros. Sin embargo, hubo una época en la que el apellido Balañá era imposible desvincularlo del mundo de los toros.

Don Pedro recibió el mencionado imperio de su padre, de homónimo nombre, pero Espinós. La familia es la actual propietaria de la Monumental Plaza de Toros de Barcelona, que gestionó durante décadas, junto a otros cosos. Casualmente dos de sus históricos bastiones padecen bajo el yugo del pseudoanimalismo, radical e intolerante: la Monumental y el Coliseo Balear.

Aficionado nato a los toros, que muere sin ver el regreso de la Fiesta a la tierra donde nació y vivió. Como todos los aficionados catalanes, sufrió el acoso de una parte de la sociedad tremendamente intolerante, cegada por el odio nacionalista. Desde la Transición, han sido muchas, muchísimas, las acciones emprendidas por la Generalidad para alejar a “su pueblo” de cualquier empatía o sentimiento de españolidad, de lo que ahora estamos sufriendo las consecuencias… Y, cómo no, los toros fueron una de las principales dianas…

El Tribunal Constitucional declaró hace escasamente más de un año que inconstitucional la ley que los prohibía. Sin embargo, los herederos de Don Pedro, seguramente más alejados del orbe taurino y de lo que este significó en su familia, declinaron cualquier posibilidad de cumplir, de lo que me atrevo a decir, uno de los principales sueños de su padre. La presión nacionalista y de un animalismo oportunista asfixian en Cataluña, y lo sé porque así lo vivo.

Don Pedro Baleñá Forts ha sido, es y será historia de la tauromaquia y, siguiendo la lógica de Ortega y Gasset, de España. Una historia con claroscuros, pero historia, al fin y al cabo.

Descanse en paz, Don Pedro.

De parte del equipo de toros de lidia Nuestro mas sentido pesame a la familia y amigos.

 

Por Francisco Diaz