Desde tiempos de Francisco Quevedo la crítica a la avaricia ha sido un tema de diferentes escritos. Considerado como uno de los siete pecados capitales y en el mundo de los toros puede que sea el yerro que más daño hace a la Fiesta. El ansia de poder y de ensanchar las huchas de los poderosos está opacando la afición del público, que se ve asfixiado por los desorbitados precios de las entradas.

Un fallo tremendo de los diferentes empresarios y ganaderos es pensar que en este mundo se van a hacer ricos, y su tacañería les impide ver que lo primero que hay que tener es una afición desmesurada. La afición es la que verdaderamente hace que este espectáculo funcione y el intentar hacer de esto un negocio muy rentable es un error como la copa de un pino, aunque en algunas excepciones haya sido una auténtica mina de oro (v. gr. los San Isidros de Chopera padre de los años 80, que multiplicó por 6 el número de abonados en Las Ventas). Y cegados por la náusea monetaria, a algunos sólo les hace falta bajar a torear y cobrar como matador. Existen varios personajes que sacan tajada como empresario, apoderado e incluso ganadero. Toño Matilla hace el cupo en Valladolid, por ejemplo, donde en una corrida de García Jiménez y Morante, El Fandi y Manzanares en el cartel gana dinero como apoderado de los tres espadas, como ganadero y como empresario. Y esta combinación no es complicada de ver varias veces durante la temporada. Pero Simón Casas, Ramón Valencia y demás cuadrilla no se quedan atrás. Los empresarios deberían de tener un tope de toreros para apoderar, ya lo propuso «El Produgtog» en las cámaras de Toros TV hace un año y algo. Y hablando de este canal, el pagar 20€ mensuales no es algo que todo el mundo se pueda permitir. Yo personalmente creo que el no ver toros en la televisión pública es algo que ha menguado la pesca de aficionados. Una vez más, vemos que este espectáculo no está del todo abierto a todos los públicos, por eso el festejo popular es verdaderamente la fiesta del pueblo, y no las corridas de toros, que en muchísimas ocasiones se ha convertido en algo para gente relativamente pudiente.
El tema de las entradas también echa para atrás a mucha gente a la hora de ir a ver un festejo. Que en un festival benéfico de una plaza de tercera se cobra 30€ la entrada al tendido general es desorbitado. Pero claro, si los actuantes no lo hacen desinteresadamente y cobran un buen taco por torear un animal con las defensas mermadas (cosa que muchos hacen a lo largo de la temporada, pero con la careta de «corrida de toros»), no me extraña que los empresarios tengan que poner esos precios para cubrir gastos, y a veces ni eso, y si no, que se lo digan al alcalde de Villaseca de la Sagra. La creatividad de los empresarios a la hora de poner a la venta abonos y entradas en oferta es nula. Una idea fantástica sería que con el carnet de estudiante se haga una rebaja del tanto por ciento, y así más jóvenes estaríamos en el tendido.
Las tasas, seguros, veterinarios y demás trámites burocráticos hacen que organizar un festejo sea prácticamente imposible, por eso, la FTL, como organización de defensa de la tauromaquia, debería moverse para aliviar a los organizadores y velar por que este espectáculo  sea asequible para el bolsillo de la afición, porque parece que a más de uno se le olvida que sin nosotros y con plazas vacías, esto se va al garete.
Por Quique Giménez