Temas verdaderamente provocadores y didácticos de las corridas pasadas en la «México» y que se nos han quedado en el tintero habremos de ir retomando paulatinamente.

De los primeros conceptos interesantes que aprendí en el medio taurino fue el del «Contraestilo».

Me explicaban mis amigos mayores -mis primeros maestros- que así como hay diferentes estilos de toreros (tremendistas, poderosos, artistas, etc., dicho esquemáticamente), hay diferentes estilos de toros y ganaderías.

Para cada estilo de torero existe un estilo de toro que favorece más su forma de torear; en cambio, cuando los toreros se enfrentan a toros cuyo estilo no se identifica con el de ellos, toros a «contraestilo», es difícil que de esa conjunción resulte un buen espectáculo. Esto lo sabían perfectamente los empresarios taurinos «de antes», los buenos, los talentosos, los de a de veras, los que procuraban que surgiera el espectáculo que dejara satisfecho a su cliente, al público.

Un empresario taurino con talento le pone al torero la materia prima más propicia para que luzca su particular forma de expresarse y así satisfacer al cliente; porque programar toreros con toros a contraestilo, además de ser una aberración propia de novatos, va en contra del espectáculo y de los intereses del aficionado; es como pedirle a YEHUDI MENUHIN que toque la batería, a RUBINSTEIN la tuba o a PAVAROTTI que cante reggaeton. Una ordinariez.

Sabido es que a JUAN PABLO SÁNCHEZ lo han castigado las empresas taurinas por razones que no vamos a ventilar aquí. Y, como sanción, se le programó el 17 de Diciembre con los toros a contraestilo de Torreón de Cañas. Una ganadería con simiente de Parladé, muy mala desde su origen, de nula calidad, cuyos ejemplares se caen, carecen de recorrido, «embisten» con la cara alta y descastados. Eso sí, muy cornalones. Pero recordemos que los toros malos, por muy cornalones que sean, NO llevan gente a la plaza. Ese día sólo se llenó un décimo del aforo.

¿Habráse visto, echarle toros así al torero mexicano que mejor aprovecha con temple exquisito y enorme dimensión los «saltillos» de largo recorrido y con el morro por la arena?. Pero en fin, JUAN PABLO «purgó» su condena con alarde de valentía entre los pitones, con ejemplar actitud de triunfo y sobrada solvencia técnica hasta cortar una oreja. ¿Le valdrá eso para que se le vuelva a programar, pero ahora con toros de mínima calidad en beneficio del público y de la Fiesta?

De no ser así, está claro que ya no se trata de castigarlo, sino de reventarlo. Y eso, no sólo perjudica a un torero sino, como digo, daña al espectáculo, al aficionado y a la Fiesta.

 

ESQUIVEL

 

No dejaré pasar esta fecha sin dedicar un recuerdo cariñoso a un ícono y referente de la crónica taurina mexicana en medios electrónicos, VÍCTOR MANUEL ESQUIVEL (foto), quien muriera el 19 de Enero de hace veinte años.

Había nacido en Mérida, Yucatán un 14 de Enero de 1930 pero, con sólo seis de edad, se lo llevaron a vivir a la Ciudad de México. Fue hijo del prominente Lic. JOSÉ ESQUIVEL PREN, quien como historiador escribió la «Historia de la Literatura en Yucatán» en 18 gordos e ilustrados tomos, compuso canciones, fue poeta, novelista, periodista y por todo lo cual su nombre ostentan algunas escuelas yucatecas.

Con parte de ese gran bagaje cultural, VÍCTOR MANUEL, quiso primero ser torero pero se decidió finalmente por el periodismo. La época grande de la poderosísima televisión abierta de los sesentas no se entendería sin sus transmisiones de temporadas novilleriles enteras desde la plaza «México».

Como parte de la empresa taurina Diversiones y Espectáculos de México, S.A. (DEMSA) manejó algún tiempo las plazas de Acapulco y La Aurora del Estado de México, cuyas novilladas eran importantísimas antesalas de la plaza capitalina contribuyendo en la formación de muchos y buenos toreros.

Gocé la enorme fortuna de alternar en narraciones radiofónicas con VÍCTOR MANUEL ESQUIVEL y ser testigo de su voz educada, su cultura, su sapiencia taurina y, por encima de todo, su amenidad.

Tuvo la inteligencia de escoger, para vivir más de sus últimos veinte años, una ciudad que por el bondadoso carácter de su gente, es una de las más gratas del mundo, Aguascalientes. Ahí «adoptó» a una torera de ascendencia japonesa, a ODAI IMAMURA y ahí y desde ahí siguió desempeñando su alta calidad periodística.

Como dictaba su última voluntad, sus cenizas fueron depositadas en un barquito de papel, réplica del «Calypso» de Cousteau, y junto con él se hundieron en las aguas de La Quebrada de Acapulco.

Este es mi sencillo homenaje a la generosidad, calidad profesional y caballerosidad de quien fue para mí un maestro, un colega y un amigo, VÍCTOR MANUEL ESQUIVEL Y GARCÍA.