Para concluir el análisis de la Corrida Benéfica del 12 de Diciembre en la plaza «México» escogí el mismo título que usó el maestro PEPE ALAMEDA para una de sus columnas periodísticas «Signos y Contrastes» de la que, como fue habitual por años, tomé dictado y mecanografié.

El maestro nos enseña que los toreros que soportan su toreo en la elegancia como única virtud son toreros de muy poca sustancia o fuste, toda vez que la elegancia es una cualidad frívola y superflua, más valorada en el vano terreno de lo social, de lo exterior e intrascendente.

De eso me acordé al ver la bonita faena de JOSÉ MARÍA MANZANARES Jr., con sueltos muletazos muy elegantes en medio de un toreo…sin fondo.

La elegancia, por sí sola, es sólo forma y, si bien como decía el político mexicano JESÚS REYES HEROLES, «en política la forma es fondo», el aforismo no necesariamente vale para el toreo donde, la forma sin fondo, es moneda de poca monta.

En México, y mucho más acentuadamente en su capital, los toreros elegantes sin fondo no «pegan», no «entran». Pueden gustar, ser muy aplaudidos, elogiados y hasta ser arropados con crónicas altamente laudatorias, pero no pasan de ser toreros de un cuarto de plaza. El de la plaza «México» es quizá el público más exigente del mundo porque puede conceder orejas y triunfos, pero la consagración verdadera la otorga con su asistencia masiva. Y eso, no a cualquiera. No, por lo menos, a los elegantes sin algo más de fondo. No a los de formas vacías.

A la muerte de «Manolete» en 1947 surgió en España un novillero toledano que en algo se parecía físicamente al ídolo cordobés. Era FRANCISCO SÁNCHEZ «Frasquito» y, naturalmente, procuró imitar las formas del recién desaparecido. Pero sólo eso, las formas y en sus faenas no podían faltar las «manoletinas». Tuvo en España y en México en éxito fugaz porque se olvidó de copiar también el formidable sustento técnico del «Monstruo». Las formas exteriores nos son lo más valioso en el toreo, porque el toreo no es una fotografía. Es un arte vivo, en movimiento.

MANAZANARES Jr. mató muy bien y se llevó una oreja. Se le agradece en verdad su participación en la benéfica.

LUIS DAVID ADAME no tuvo su mejor tarde. Fue desbordado por su ansía de triunfo, pero me niego a juzgarlo-etiquetarlo por una sola tarde y menos por un solo toro. Gracias por su participación.

Finalmente debemos agradecer por la donación de sus toros a los ganaderos de La Joya, Santa María de Xalpa, Jaral de Peñas, FERNANDO DE LA MORA (pese a todo), Montecristo, Villar del Águila, Xajay y Villa Carmela. Un gesto que los honra.

Me alcanza el espacio para comentar la actuación y triunfo este domingo de JERÓNIMO. Se dice que hizo su faena según la Escuela Mexicana del Toreo. Pero no es verdad. No por lo menos esta vez.

Ejecutó, sí, pases quebrando la cintura y encajando la barbilla. Pero la Escuela Mexicana del Toreo es mucho más que eso. Por ello mismo he sostenido firmemente su existencia aún en contra de los que no pueden soportar la idea de que es real. Pero lo es en tanto que entraña toda una gama de secretos técnicos que la definen, la dotan de una entidad categóricamente distinta, que ha ido siendo afinada desde CARMELO y SILVERIO y que le es más fácil y natural interpretar al mestizo mexicano que al de otros genes.

Lo de la cintura y el mentón es sólo forma exterior. Otra vez la perjudicial obsesión por la forma únicamente. Esta vez a JERO le faltó el fondo de esa Escuela, el enganchar, tirar, templar y mandar, por ejemplo. Y digo esta vez porque se lo he visto hacer innumerables veces desde novillero. El domingo, sin embargo, dio la impresión de estar por debajo del toro.

No obstante de lo cual, la actuación de JERO fue sumamente agradable. Habrá que imaginar lo que puede alcanzar cuando vuelva a conjuntar la forma y el fondo.

Es más que capaz cualquier día de estos. Pero que no se limite sólamente a las formas superficiales, porque eso, ni es la verdadera Escuela Mexicana del Toreo, ni «Frasquito» era «Manolete».