¿SABÍA USTED QUE el primer reglamento taurino data de 1847?

2019-05-05T13:08:36+02:005 mayo, 2019|Curiosidades|

Por Manolo Herrera

La brillante irrupción de «Paquiro», «Curro Cúchares» y «Chiclanero» sacó a la Fiesta del letargo al que la habían condenado las torpezas políticas y las sandeces borbónicas de Carlos IV y Fernando VII. Una buena prueba de este resurgimiento del toreo hacia la mitad del siglo XIX quedó legalmente establecida en el primer ensayo de un reglamento taurino del que se tiene noticia en la historia de la Tauromaquia.

El político malacitano don Melchor Ordóñez, gran aficionado a los toros, aprobó el 1 de junio de 1847 un documento que venía a legislar algunas condiciones de necesario cumplimiento en las corridas, entre las que son dignas de destacar la exigencia de que las reses lidiadas tuvieran más de cinco años, y la obligación que se imponía a los ganaderos de presentar toros procedentes de las mejores castas de la cabaña brava.

La importancia de este modesto documento, que sólo tenía vigencia en la provincia de Málaga, radica en que cinco años después, cuando don Melchor Ordóñez era gobernador de Madrid, sirvió de referente para la redacción del primer reglamento taurino; y éste, aprobado el 20 de junio de 1852 y vigente sólo en la plaza de Madrid, fue a su vez el fundamento donde se apoyaron las reglamentaciones que, a partir de entonces, se preocuparon por ordenar legalmente las corridas de toros en cada provincia del Reino (Sevilla, 1858; Guadalajara, 1862; Logroño, 1863; Jaén, 1867; Cádiz, 1872; etc.).

En 1868, el marqués de Villamagna, corregidor de la Villa y Corte, dio a Madrid un nuevo reglamento, que pronto fue sustituido y mejorado por el que aprobara en 1888 el conde de Heredia Spínola, gobernador civil de la provincia madrileña. Entre las renovadas normas que pretendían proteger los derechos del aficionado, destacan en este texto jurídico la devolución del importe de las localidades cuando no se presentase alguno de los espadas anunciados, y la sanción a los veterinarios que aprobaran el concurso de reses no aptas para la lidia.

Desde 1836, año en que «Paquiro» remató su Tauromaquia proponiendo algunas novedades que habrían de mejorar la celebración de los espectáculos taurinos (verbigracia, la institución del Fiel de las corridas, preludio de la actual figura del asesor presidencial), hasta estos últimos reglamentos de finales del siglo XIX, la Fiesta había ido despertando el interés de los legisladores, interés que no se había hecho notar en tiempos pasados (a pesar de que siempre hubo ordenanzas, generalmente de alcance municipal, referidas a la construcción de las plazas, la autoridad competente en cada corrida, el orden de la lidia, etc.). Ello constituía la mejor prueba de la buena salud del toreo, y del enorme predicamento de que volvía a gozar entre todas las capas sociales

¿LO SABÍA USTED? Perfecto. ¿NO LO SABÍA? Pues ya lo sabe.

 

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