• Fue una triste y pobre entrada la que registró el coso máximo en esta tarde de emociones y sentimientos encontrados.

Que lástima, ya que un torero como Padilla que ha dado su vida por los toros merecía una entrada digna. Se lidiaron 6 toros de Boquilla del Carmen que no fueron protestados en su salida y uno de Xajay, justo de presentación, que sustituyó al sexto, mismo que al rematar en el burladero de matadores se rompió un pitón quedando inutilizado. Muy disparejos en juego, destacando los que correspondieron a Arturo Saldívar.

Se develó un busto del maestro Miguel Espinosa “Armillita” chico al término del paseíllo y aconteció una ceremonia sentida en homenaje al que fuera un gran artista de los ruedos con los protagonistas de la tarde y el hermano mayor del finado, Fermín.

Tengo que tocar el tema porque cada día es más necesario que le demos la importancia que tiene la suerte de varas. Pese a que defendemos la fiesta, con el argumento de que si desapareciera la mentada suerte, la cualidad y esencia más importante del toreo lo haría con ella. Me parece a mi que sale más sangre de una inyección que del castigo que le procuran a un toro. Sabemos de sobra que la Ciudad de México tiene una altura de más de 2,200 metros sobre el nivel Del Mar, pero ésto que está sucediendo es preocupante. Dónde está la bravura? Me gustaría decir que se puede entender que no se les peguen los tres puyazos que en España son reglamentarios pero es que estamos llegando al opuesto extremo. A este paso, la suerte va a desaparecer y con ella sin duda, nuestra hermosa fiesta!

Ayer Juan José Padilla estaba anunciado para despedirse en la Plaza México, y cómo decíamos, muy triste fue la respuesta ante un torero que ha demostrado a carta cabal su torería, valor, pundonor y respeto a la actividad más bella que existe en este mundo. No voy a hablar de las faenas que realizó a los de Boquilla del Carmen porque objetivamente tendría que decir que no hubo un solo momento destacado. Una actuación sin pena ni gloria. La gloria es la del reconocimiento de los espectadores. Decir adiós y lo hemos mencionado con antelación es acaso la decisión más difícil, cuesta, porque te arrancan del alma un pedazo, porque la melancolía te invade y las sensaciones te asedian, porque llegarás a terrenos desconocidos, porque la incertidumbre mata, la ansiedad de no saber qué es lo que sigue.

Para un torero lo es más. De ser una celebridad y gozarse en un triunfo que te coloca en la cúspide de la montaña a ser el que un día fue y hoy solo será recordado hay un mar, que a veces está en calma, pero en momentos se inquieta, se violenta, es como una ola, revienta en nostalgia. Y es que la vida sigue y los momentos que nos deja son atrapados solo en la memoria. En ese sentido la plaza más grande del mundo es como la madre abrazadora, que pase lo que pase siempre será cálida y amorosa con quien ha dejado la vida en sus entrañas.

Todo era discordia hasta ese momento en que “Las Golondrinas” comenzaron a escucharse en el tendido, cuando cambió el sentido del festejo, cuando las emociones hicieron que la gente que apostó por el español, encendieran las luces en una oscura noche, agradeciendo todos estos años de entrega y dedicación. Una estocada le valió más una oreja al mérito de una carrera que a cualquier otra cosa. Dio una sentida vuelta tras la cual se vio caer una lágrima en su mejilla, al escucharse en el tendido unánimemente el coro del “Cielito Lindo” Un adiós a un grande! A un hombre que enalteció el toreo y que hoy ha llegado a su morada.

El reencuentro de Arturo Saldívar fue una grata sorpresa para la afición. Es sin duda alguna uno de los toreros son más fondo, y quizá tenía que pasar el tiempo para que la madurez diera sus frutos Desde abrirse de capa afloraron las sendas cualidades del jalisciense avecindado en Aguascalientes. Hay un vino Toledano de las bodegas de Adolfo, que para los conocedores es todo un misterio. Únicamente se embotellaron 2300 ejemplares del mismo. No se vende en cualquier sitio, y es muy cotizado ya que su puntaje es mayor a 17, lo cual lo coloca en una gradilla alta del escalafón. ¿Pero porqué lo menciono?, porque es muy especial, y en el toreo las tardes como la que ayer nos regaló Saldívar son así, contadas.

Igual que el diestro, profundo en todas sus dimensiones, un bello tono violáceo con nariz intensa, con notas de fruta negra, minerales y balsámicos propios de las hierbas aromáticas del cigarral. Y es que Arturo comenzó con ese trasteo que envenena los sentidos y que comienza a impregnarse con lentitud y serenidad embebiéndose con su aroma penetrante y vehemente en los entresijos de la plaza. Es algo curioso lo que nos deja el sabor en boca, y cómo el mismo torero, con esencia. Corpulento pero aterciopelado, que nos invita a volver a paladearlo momento a momento. Con ese toque especial del puro habanero. Así es el “Pago del Alma” Syrah 2004.

El sello que imprimió el joven diestro fue tal, y su toreo en redondo hizo que el coro de Los Ángeles se armonizara. Parecían interminables los instantes que duraban los muletazos, eternos en todos los sentidos. Y era tal la entrega y la fuerza con la que sostuvo la copa que la rompió en un descuido en que su confianza le llevó a ser prendido sin consecuencias. Una estocada ligeramente desprendida y la culminación con el corte de una oreja.

Abro paréntesis para decir que la petición de un segundo apéndice era muy nutrida, a lo que la autoridad se negó. Hay que unificar criterios porque a veces sueltan las orejas como serpentinas en una fiesta de niños y en otras las exigencias van más allá de la lógica común. En fin.

No contento con su primera actuación fue engranando cada pieza para construir su obra. Cómo ver caer cada arenilla del reloj, así fue el “tempo” que Arturo decidió para marcar las caricias a su rival. Técnicamente lo embelesó consiguiendo templar las embestidas como por soleá, tal que los olés se volvían los ayes sentidos de una salida de cante que invita al que está espectante a desprenderse de su asiento a vibrar, a sentir, a vivir, porque a final de cuentas es a lo que nos lleva el toreo, a vivir. Con la intensidad de mil soldados, con la pasión de un amante prohibido y con la entrega de una madre dando a luz. Así en redondo, con largueza, con sentido, belleza, cadencia, profundo y centrado fue el trasteo del casi hidrocálido, que calentó el tendido, siempre por soleá!

Los efectos en la muerte no fueron los deseados y una muy merecida salida al tercio fue el premio a una obra de arte.

Fermín Espinosa “Armillita” IV ha llegado con una gran disposición a esta tarde que era sin duda clave para él, pero entre el mal juego, la mala fortuna y la exigencia del público todo quedó en una tarde más.

Cuando se habla de los Armillita, se habla de toros. Inmediatamente recordamos a su abuelo, quien en su momento era el dolor de cabeza de cualquiera que se vistiera de luces porque era capaz de lidiar lo que le pusieran en frente. A su padre que poseía una clase excepcional, a Manolo su tío, uno de los maestros más clásicos del toreo y por supuesto al homenajeado que volteó de cabeza esta plaza tantas y tantas tardes. No dejando fuera a don Zenaido, Juan, y algunos nombres que al minuto se me escapan.

Y es por eso que se le exige con fuerza, y aunque ayer las circunstancias no eran, lo que si es, es que falta una pieza en el rompecabezas. Cuando niño, era prodigioso verlo tentar, todo anunciaba que otra figura del toreo estaba creciendo en casa, pero a final de cuentas ya es un hombre, y no está ni cerca de convertirse en ello.

No hubo un momento en el que hubiera conexión con las alturas, en ocasiones muletazos limpios y templados pero que se pasaron por alto, que no tuvieron efecto. Si bien la sosería de los toros participó en la novela, ésta no tuvo argumento.

Todo lo contrario a Saldívar, el sello, el fondo, y las tonalidades iban de gris a negro, y sin poder decir que estuvo mal, simplemente fue el tercer espada del cartel. Silencio en ambos

 

Por Alexa Castillo