Media entrada se registró en la Monumental, en la que la tarde de hoy vimos una gama enorme de las posibilidades que nos da la fiesta de toros.
Un toro de El Vergel, extraordinariamente presentado para rejones, que en términos generales fue emotivo, con recorrido aunque estaba lastimado de una mano y eso mermó su desempeño hacia el final de la faena; tres toros de Barralva que dejaron mucho que desear desde su presentación hasta el juego que dieron y cuatro de Teófilo Gómez, tres en lidia ordinaria y uno de regalo que mereció los honores del arrastre lento por su noble embestida pese a que para los de a pie todos los toros lidiados carecieron de emotividad, bravura y presencia.
Jorge Hernández Gárate sorprendió a los espectadores con una faena de sumo decoro en la que logró
mostrar que está en un gran momento. Con serenidad entendió al burel, que con bravura acometía a su cabalgadura. Fue sin duda parte de ese sueño que tienen los rejoneadores en esta plaza. Mostró una seguridad y entrega en cada amapola que adornó el morrillo del astado. Con una suavidad inherente llevó a dos pistas al del Vergel y como el cabello de una sirena en la brisa marinera era la cola de Valladolid acariciando los pitones. Acertado en todo momento y con una plenitud de facultades emocionó al respetable con el bello Rafaelito, que lo llevó al clímax de su faena. Mostró una tauromaquia diferente con un aplomo auténtico sin dejar de lado la grata impresión que un caballero, en toda la extensión de la palabra, en épicas batallas logra consagrar. Pero el sueño tuvo un abrupto despertar cuando llegó la hora de la verdad. Un fallo con el rejón de muerte causó que las opiniones se dividieran de lamentable forma.
Enrique Ponce ha tenido una de las mas grandes tardes de su vida en esta plaza. El arte sin duda no tiene fronteras y para la Plaza México el valenciano es un hijo predilecto. Habrá quien no esté de acuerdo pero cuando la estética toca las fibras de 25,000 almas, no se puede negar lo que ha ocurrido. Entre sueños nos vimos esta tarde y el de Enrique fue entre algodones, en las nubes del arte. Un maestro consagrado que es capaz de tallar la mas dura madera con un fino cincel y que con paciencia va delimitando cada trazo, va rozando con dulzura como mimando las embestidas francas o descompuestas de los toros.
En su primer toro, que cabe mencionar, saltó al callejón quedando atorado en uno de los burladeros internos, lastimándose notoriamente, Ponce fue accediendo y consintiendo al de Barralva que se caía en todo momento por la obvia lesión que presentaba en las extremidades delanteras. La espada hizo de las suyas y todo quedó en una vuelta. Después de que a su segundo no hubo manera de redondearlo parecía que la tarde se le iba en blanco, sin embargo el público que literalmente tiene un romance con él, lo instó a regalar un toro y como es un auténtico mago, hipnotizó al respetable cuando aceptó la insistente petición.
Vendría ese clamor, furor y magnificencia cuando salió el de regalo. Definitivamente es un auténtico seductor. La belleza que está implícita en cada movimiento, en cada paso, en cada respiración, en su mirada, embelesan al más incrédulo, lo rinden a sus pies, porque sus capacidades van mas allá del entendimiento, de la lógica, llegar hasta el fondo del alma, donde las sensaciones se transmutan, donde la respiración se agita y se acelera el pulso, donde el estallido de un jaleo hace vibrar y retumbar los cielos y la tierra como en un orgasmo de emociones, donde una soleá trasciende a ese melisma único que acompaña una danza perfecta, donde la locura se hace presente, donde se enerva la conciencia y la pasión es la que manda los sentidos, que pierden el control ante un genio, que ante un noble toro sin emotividad, motivó hasta la luna que apareció impresionante a ver su obra. Una obra que pudo coronarse con diamantes pero que una falla en la colocación de la espada la dejó en dos orejas, cuando que el respetable exigía a voces el rabo, mismo que no fue concedido acertadamente por el juez en turno, ya que a pesar de todo lo antes descrito, debemos recordar que es la suerte suprema la que debe rematar la frase del poeta. Y que sin embargo, sólo es un apéndice. Lo que Ponce dejó en el ruedo de la México va más allá de trofeos, Ponce le robó el alma al público y el público se queda con el alma llena, como un amante. El amor es ciego? Quizá, pero cuando estremece a todos de esa manera……….
Joselito Adame venía precedido de una tarde gris en la Inauguración de la temporada y lamentablemente a veces las palabras también pueden hundir a un Titanic.
¿Qué le pasa a José? se preguntaba la gente en el tendido. Siendo siempre un torero serio y cabal se ha encontrado con la pared.
En su primero, de Teófilo, intentó todo. Pero ante un toro falto de bravura con una nobleza que da asco, definitivamente tratar de jugarse la vida y exponer, parece un juego de niños. No intento faltar al respeto a un torero, a un hombre que está haciendo un esfuerzo por agradar, pero es ese el lugar en donde las capacidades tienen que sobresalir y donde han venido en dos tardes dos hispanos a decir porqué son quienes son y están donde están.
En un afán de conseguir el triunfo fue en busca de un sombrero de charro con el que se tiró a matar, acto totalmente repudiado por los aficionados que protestaron fuertemente al hidrocálido. Parecía que el panorama mejoraba cuando dejó una estocada un tanto trasera pero el de Teófilo no cayó y los fallos con el descabello silenciaron su labor.
En el segundo salió a por todas, un toro con acometividad que parecía ser el de la tarde. Lució en un vistoso quite por zapopinas y tomó de nueva cuenta las banderillas para adornar a su enemigo, pero en el segundo par resbaló en la cara del toro llevándose una paliza que afortunadamente no tuvo consecuencias que lamentar. Se levantó y concluyó el tercio lucidamente para después con la muleta hacer un intento más por complacer a la gente que fue sumamente dura con él.
Por lo visto el autonombrarse figura del toreo no ha sido el más grande acierto del diestro, ya que al exigírsele como tal, no ha tenido las armas en sus manos para solventar la batalla y salir avante.
Nuevamente hubo silencio trás su faena y al salir de la plaza fue tristemente abucheado.
Octavio García «El Payo» salió a por todas, sin mucha suerte en el primero que fue el peor del encierro, tenía que dejar claro qué hacía en un cartel en que evidentemente todo favorecía al español por el amor desmedido que le prodiga la Catedral del Toreo.
Pero le llegó ese momento. Sobrio, sin poses, con una templanza prodigiosa, se sobrepuso a la tarde y mostró su calidad y valor a toda prueba. Ya con el capote mecía al toro con una suavidad excelsa, desmayando las manos como una falseta de Vicente Amigo, con un toque de elegancia que le fue agradecido. Pero la muleta le brindaría la oportunidad de elevarse con un triunfo. Emocionante inicio de faena con la quietud de un Soldado Brigadier que no ha ni de pestañear cuando ve venir la tormenta.  Fue una baile acompasado, ceñido, que arrebujaba sublimemente la cadencia de ese enemigo al que trató con terciopelos como recitando a Neruda.
Plasmó su exquisitez que nos muestra que no está peleado el arte con el valor ya que expuso cuando hubo que hacerlo y nos deleitó con beldad durante su tajo. El bruto se vino abajo, no desmereciendo por tal condición el Payo su obra, que culminó en el segundo intento y que el público vitoreó exigiendo la oreja pese al fallo con la espada.
Una tarde de muchos matices, triunfo, fracaso y gloria. En el toreo no hay medias tintas y ese es el justo valor. Será una tarde para el recuerdo.
La semana entrante ante un encierro de Xajay, serán Sebastián Castella, Sergio Flores, Ginés Marín y Luis David Adame, quienes partan plaza en la México y el día 12, en la denominada Corrida Monstruo, actuarán Pablo Hermoso de Mendoza, José Tomás, Julián López «El Juli», José María Manzanares, Joselito Adame, Octavio García «El Payo», Sergio Flores y Luis David Adame con toros de diversas ganaderías.
Por Alexa Castillo
Fotografia Edmundo Toca