TOROS ILUSTRES: COBRADIEZMOS.

Uno de los hitos de mayor importancia de la recientemente finalizada temporada ha sido el indulto de ese cárdeno de Victorino, con vestida relentizada y humillada: Cobradiezmos. La calidad de su forma entregada de embestir hizo que cada una de sus arrancadas nos quedara grabada en la cabeza, en el alma y en el corazón. Un 13 de abril de 2016, se anunció una corrida de Victorino Martín, en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, para que fuera estoqueada por Manuel Escribano, Morenito de Aranda y Paco Ureña. Pese a ser un cartel, que mantenía el interés, y en el que toreaba una de mis debilidades, ya se pueden imaginar cuál, todos nos acordamos de un guerrero: Antonio Ferrera.

Tras los derechazos más templados y puros de la Feria, y tal vez de la temporada, salió en cuarto lugar un toro de singular nombre. Fue recibido por su matador, Escribano, a porta gayola, algo excesivamente habitual en su repertorio, aunque no por ello deba subestimarse. Ya desde salida denotó su gran calidad, en las verónicas que lo llevaron desde toriles hasta la boca de riego. Del mismo modo que hizo lo propio con su justeza de fuerzas.

Chicharito fue el encargado de medir la bravura del toro. Con solo dos puyazos tuvimos que deducir, conjetar, si el toro era, o no, bravo. Apretó en el primero, algo habitual. Y en el segundo se arrancó con alegría y a la larga distancia. Sin embargo, eso, por si solo, no es definitorio sobre la bravura de un toro. Cada cual tiene su distancia, y donde realmente se demuestra es debajo del peto. Como fue ese segundo puyazo un simulacro, no hubo tiempo para comprobar si el toro se creció, o no, en el castigo. Por cierto, la suerte fue ejecutada de manera excelsa por el del castoreño.

Se comportó con enorme boyantía en el segundo tercio, embistiendo largo, con temple y una humillación extraordinaria. Escribano nos «deleitó» nuevamente con su particular forma de ejecutar este tercio, con sumo riesgo en todo lo que hacía. En ningún momento dándole distancia al toro y dejándolo venir… De poder a poder.

Las habilidades muleteriles del de Gerena son, de sobra, conocidas. Sin embargo, he de reconocer que me sorprendió que estuviera a la altura de tanta calidad en la embestida, de ese toro que llevaba por nombre a los predecesores de los actuales inspectores de hacienda. Faena larga, como todas en las que hay indulto. El animal manifestaba todos los caracteres propios de su encaste: humillación (la de este, no me canso de decirlo, superior), embestida templada, fijeza, boca cerrada… No podemos saber si fue un toro bravo, lo que sí se puede afirmar es que fue muy encastado. La casta se llegó a sobreponer a la carencia de fuerzas. Al final de la faena, apoteosis en los tendidos. Escribano alargando la faena. El Presidente sacando el moquero naranja…

No sé si Cobradiezmos fue de indulto. No se demostró que fueran bravo, bravo. Pero, ¿quién soy yo para contradecir a más de 10.000 aficionados?

P.D.: cómo ven, las exigencias y los gustos de los públicos han cambiado. Empezamos la semana con un toro que recibió cinco puyazos, y según cuentan, en todos cumplió y siempre a más; fue premiado con una vuelta al ruedo. Y acabamos la semana con un toro que recibió puyazo y medio, y fue indultado. Uno recibió diecinueve muletazos, el otro, cerca de cien. Ya ven: la bravura y la fiereza han dado paso a la durabilidad y a la nobleza; la exigencia a la diversión. ¿Es el camino correcto? Pues no lo sé…