Tras ver el video de lo que fue la actuación de Diego Silveti el pasado día 12, festividad de la Virgen de Guadalupe, en la que se celebró en León, Guanajuato, la célebre corrida “guadalupana” en la que participó el hijo del que fuera el REY DAVID, quedé gratamente sorprendido por la evolución de este diestro que, poco a poco, cada día se le parece más a su progenitor, de ahí cuando digo que Silveti sigue vivo, nada es más cierto.

Recordemos que Dieguito Silveti llegó al mundo de los toros con mucha afición, sin duda alguna, pero con el estigma de ser el hijo de su padre, toda una tremenda losa que pesaba sobre su ser puesto que, pese a ser hijo del REY DAVID, compararle con su padre resultaba complicado porque, convengamos que hablar de David Silveti eran, siguen siendo, palabras mayores.

En honor a Diego Silveti habrá que decir que este año no ha venido a España porque, como inteligente que es, ha comprendido que un torero grande como él lo es en México, venir a España para recoger migajas me parecía horrible mientras que, quedándose en su país, en el mismo seguiría teniendo la vitola de torero importante que, poco a poco se va cuajando como un diestro ejemplar; un torero que, por nada del mundo quiere dejar mal a su saga, la que formaba su bisabuelo, continuara su abuelo y engrandecieran su padre y su tío Alejandro Silveti que, en cuanto a carisma eran irrepetibles.

Vi triunfar a Siego Silveti en Madrid en la llamada corrida del diluvio universal y, quedé impactado; luego, el chico, como tantos, tuvo sus lagunas pero, pese a todo, triunfó por lo grande en La México en su primer año como matador de toros; así, ha ido logrando triunfos por todos los estados mexicanos, al tiempo que su cuerpo ha sido lacerado en repetidas veces por los toros. Claro que, como digo, aunque muchos crean lo contrario, ser hijo de David Silveti,  para cualquiera le hubiera pesado demasiado y Diego no podía ser una excepción. Por dichas razones, este nuevo Silveti era sabedor de la cruz que tenía que arrastrar y se puso manos a la obra.

En estos poquitos años que han pasado desde que se doctoró en Gijón de manos de José Tomás, la evolución del diestro de Guanajuato ha sido una constante, hasta el punto de haberme emocionado en esta corrida guadalupana de León. Diego Silveti ha comprendido que forzar la figura no es sinónimo de grandeza; puede que de entrega más absoluta, pero es ahora, en esta tarde aludida cuando su figura se ha erguido para recordarnos a su señor padre que, en realidad, no es otra cosa que la grandeza del toreo. Quieto, firme vertical, puro, auténtico, así se nos mostró Diego Silveti que, sin pretenderlo o quizás de forma intencionada, nos recordó a su progenitor, sin duda, su hazaña más bella. Como explico, un triunfo de clamor que le sitúan en el lugar de privilegio entre todos sus compañeros mexicanos; que no es la primera vez que  triunfa, por Dios. El éxito lo ha logrado en repetidas ocasiones pero, amigos, en esta ocasión creo que ha convencido a todos. Por momentos, en León, Guanajuato, en la figura de Diego Silveti se vislumbraba el alma del Rey David.

 

Por Pla Ventura