Por José Carlos Gómez. Fotografías de Andrew Moore.

El cartel de hoy en cuanto a toreros se refiere era un típico cartel de Madrid. Toreros si no queridos por la afición venteña si respetados por la misma. Si la actitud que han tenido los tres espadas de hoy la hubieran ejercido un Manzanares, un Talavante, o peor, un Juli, el eco de las broncas procedentes desde el tendido hubiera sido casi perpetuo, pero no ha sido así, al contrario, se ha pedido una oreja por una faenita sin más e incluso de ha premiado con una vuelta al ruedo esa faenita cuando al Presidente con buen criterio ha hecho caso omiso a la petición de oreja. Con buen criterio, porque, aunque ha habido una petición numerosa, no era mayoría.

 

Tan aburrida y desesperada esta la afición que cualquier cosa medio buena les parece buena de verdad. Siempre he sido crítico con la exigencia intransigente de Las Ventas, afición de la que formo parte, pero una cosa es pasarse por exceso y otra ni tan siquiera llegar a pedir un mínimo razonable. Y en esas estamos, bajando el listón de la exigencia hasta límites cada vez más deprimentes.

 

La corrida de El Ventorrillo, otra más de encaste Domecq ha sido mansa sin paliativos en líneas generales, pero ha lidiado dos toros bravos. Uno bravo de verdad y el otro por lo menos no era manso, y ha sido una corrida que, y ahora entramos en el terreno de la especulación, llevaba dentro cierta calidad que no ha sido aprovechada por los matadores.

 

Curro Diaz no ha podido componer su exquisita plasticidad cuando acompaña la embestida de los toros. Hoy no ha podido ser ese torero pinturero de una calidad suprema y que en cada muletazo esculpe un cartel de toros. Hoy podríamos decir que Curro Diaz no ha estado en la plaza pese a que se le esperaba. Su primer toro ha sido un toro a contra estilo; un toro complicado que ha manseado en todos los tercios, que ha salido suelto de cada encuentro con los del castoreño, que ha echado la cara arriba en banderillas y que en la muleta siempre ha soltado un derrote al final de cada muletazo y que nunca termino de embestir con largura. Un toro que al segundo muletazo se ponía a buscar a Curro Diaz, pero también es cierto que el matador nunca lo sometió. No le bajo la mano en ningún momento. Esto tampoco es garantía de que el toro hubiera cambiado y se hubiera entregado al mando del matador, pero es que ni lo intentó. Se le vio incomodo en la cara del toro. La estocada con la que lo pasaporto fue un sablazo sin paliativos.

 

El cuarto fue un toro bravo en varas donde empujó metiendo los riñones. Se vino pronto y alegre en banderillas y aunque se frenó tanto en el capote como en la muleta, lo cierto es que Curro Diaz no lo entendió ni se acopló con él hasta bien entrada la faena que es cando sacó muletazos largos y templados con mucho mando, pero Curro no termino de creérselo y la ilusión de remontar la faena se diluyó tan rápido como vino. Estocada y hasta la próxima.

 

El segundo toro fue un toro bravo, al menos a mí me lo pareció. Romaneó en los puyazos que tomó, aunque escarbó antes de tomar el segundo puyazo. El toro se arrancó siempre con prontitud y con el que no se entendió Morenito de Aranda. Le pegó muchos muletazos, muchos. Más todos sin alma y sin rematarlos abajo. El toro tenía calidad y se fue sin ser toreado. Lo más destacado de Morenito de Aranda fue su manejo del percal en los lances de recibo. El capote sabe usarlo y muy bien; la muleta no tanto. ¿será una premonición? Pinchazo y media tendida fue su bagaje con la tizona.

 

Remendaba la corrida un toro de Valdefresno que hacía quinto y que tuvo un comportamiento bravucón en el caballo. Más genio que casta, pero el toro tuvo son y lo demostró en el quite por chicuelinas de David Mora y en el quite de réplica que por verónicas realizó Morenito de Aranda. Con la muleta en la mano volvimos a lo mismo que con el segundo de la tarde: muchos pases, pero sin aprovechar de verdad las arrancadas buenas del toro, que las tuvo.

 

EL tercero, primero de David Mora ha tenido diez arrancadas buenas en la muleta y se acabó. David Mora supo aprovechar esas embestidas iniciales del toro bajando la mano con la diestra y sometiéndolo, Mejor cuando embestía a los terrenos de adentro, como buen manso que era y protestando cuando se tiraba de él hacia afuera. En la tercera serie el toro se cansó de embestir, perdió también la ilusión de embestir a la muleta de quien no le supo de dar la distancia adecuada ni los terrenos propicios. La estocada fue de juzgado de guardia. El premio fue una vuelta al ruedo con el beneplácito de un público generoso que le llegó a pedir incomprensiblemente la oreja.

 

Transcurría la tarde sin nada destacable, sin nada interesante y con el halo de estar presenciando una tarde más de esas en las que los toros están por encima de los toreros y sin mucho esfuerzo, cuando saltó a la arena el sexto toro que fue muy protestado de salida por su trapío. Un toro con mucha cara y con dos espabiladeras de talla grande, pero sin estar rematado en su conformación zootécnica. Una raspa con mucha cabeza y ya está. Como una cosa en la presencia y otra la condición, el toro ha roto a noble y David se ha hinchado a darle muletazos, pero ninguno con un mínimo de calidad artística. No se ha entendido con el toro de El Ventorrillo que sin ser un dechado de virtudes y sin ser de nota, se ha merecido al menos un trasteo digno que no ha tenido. Dos pinchazos quedándose en la cara precedieron a la estocada.

 

Arrastrado el sexto toro, las caras de los habituales en el tendido eran lo suficientemente expresivas para decir que en esta feria están saliendo algunos toros aptos para el lucimiento, aptos para hacer el torero y con la resignación de “y mañana más”.

 

Por último, sería injusto no mencionar la excelente lidia de Ángel Otero en el sexto toro. Un ejemplo de torero de verdad, de plata, pero torero, al fin y al cabo.

 

Crónica fotográfica de Andrew Moore.