Hacía tan sólo unos días cuando nos hacíamos eco de la trágica noticia de Iván Fandiño. Hacía tan sólo unos días que perdía la vida un gran compañero. Hacía tan sólo unos días que escribía y añadía líneas sin mucho sentido por la consternación. Hacía tan solo unos días y hoy he vuelto a escribir. A escribir sobre un torero. Un torero que sabe más que muchos lo que es el hule de una plaza. Lo que supone esta profesión a la que se entregó en cuerpo y alma. Un torero que sabe lo que es hacer un paseíllo en Madrid. Y salir por la puerta grande. De un torero que se ha ganado a pulso tres años consecutivos en Pamplona, en San Fermín.

De un torero que no hace referencia al nerviosismo que conlleva torear en Pamplona y matar una de Escolar, ya que está acostumbrado a que no le salgan “gatitos” por chiqueros.  Que cuando le nombras Pamplona no le tiembla el pulso ni se le notan los nervios como ya os digo, San Fermín para él solo es : “Feria mundialmente famosa más allá de lo taurino”.

Mañana se repite otra tarde en la que Eugenio pisa una vez más el albero de Pamplona : “Es mi próxima corrida y un reto muy importante”. Un 8 de julio que arranca con saber estar, con oficio, con gusto y con clase. Que arranca con una ganadería, que pese a la larga, cuidadosa y triunfante carrera, no se ha visto nunca en las muñecas de un torero que gusta tanto a Madrid: “es la primera corrida que mato de José Escolar. Para mi es una incertidumbre porque yo siempre que voy a torear el objetivo es triunfar. Al conocer menos El Hierro estás más intranquilo”.
Pese a que Pamplona no es Madrid, Eugenio se prepara a conciencia: “es muy importante estar anunciado en una feria de este nivel y hacerlo 3 años seguidos no es nada fácil”. No es nada fácil jugarse la vida como se la jugó el año pasado . No es nada fácil ponerse delante de los toros de Pamplona. No es nada fácil vestirse de luces. No, no lo es señores. No es nada fácil arriesgar. Tragar. Sudar. Aguantar cornadas. Pero todo eso Eugenio ya sabe de lo que os estoy hablando, lectores. Y sus días previos. Y sus miedos.  Y su “hoy voy a entrenar más fuerte que ayer”. Y su ansia de triunfo. Y José Escolar. Y Pamplona. Y el 8 de julio. Y Eugenio de mora:“con muchos nervios y preocupación porque quiero que todo salga bien”.
Cuando todos esos días de cansancio y tesón se vean reflejados entre tus telas. Cuando todos esos días de entrenamiento den el fruto de orejas. Cuando el toreo de salón que repites cada día se funda en la embestida de ese Escolar. Cuando mientras tú dices que “es una ganadería dura y que también echa toros de triunfo” consigas emocionar y hacerlo realidad, habrás triunfado, Eugenio.
Porque todo pasa por algo. Y no existen las casualidades. Quizás esta sea otro de los tantos momentos en los que tocaste la gloria. En los momentos que has emocionado. Has convencido. Has gustado: “jamás había pensado matar una de Escolar, ha venido así y ahora el objetivo es estar muy bien con ellos”.

Hacía tan sólo unos días que hablaba con él. Tan solo unos días. Y ya es mañana. Ya suenan clarines y timbales. Ya asoma, Eugenio. Ya sale.

 

Por Paula Mendieta