Pocos apostaban porque Francisca Cañadas Morales‘Frasquita’ o ‘Paca la Coja’ (Nijar, 1928) se acabase casando.  La desgracia se cebó con ella desde pequeña. Decían que su cojera venía provocada por poliomielitis. Pero la verdad era que fue su padre el que la lesionó “de un crujío”, como dicen por la zona. Cuando era niña la reprendió varias veces de forma violenta. Los golpes le provocaron una cojera que sólo cuando creció le supieron detectar, para entonces ya era irreversible.

Paca, además, estaba fuera de los cánones estéticos de la época.  Alta, delgada, desgarbada, la dentadura superior ligeramente salida. Era hija de los aparceros del Cortijo del Fraile. La dote de su boda, fue superior a las 15.000 pesetas de su hermana Carmen. El padre se sentía culpable por haberla lisiado.

Y porque la niña era coja y no iba a haber hombre que la quisiera.

Esa alta dote tuvo algo que ver en que Casimiro Pérez Pino acabase pidiendo su mano. Políticamente ambos estaban emparentados. El hermano de Casimiro, José, casado con Carmen, hermana de Paca. Todo quedaba en casa. Hermanos con hermanas. A todos les iba bien con el casorio. A Casimiro le serviría para colocarse en el cortijo. José, para ascender como aparcero del mencionado cortijo. Carmen  tendría  más dominio sobre las tierras. Y a Paca le tenía que ir bien el matrimonio, porque nadie más iba a querer casarse con una coja.

Pero la Frasquita tenía un amor desde pequeña: su primo Francisco Montes Cañadas, Curro Montes, cuatro años mayor que ella, siempre hablaron de casarse. Más en broma…  que en serio. Porque cuando fue a pedir su mano, la Paca era una niña de 14 años. Cuentan que habían tenido algo de jóvenes. Tonterías de chiquillos. Pero a ella nunca se le olvidó.

Una boda de madrugada

Padre, sírvales una copa a la compaña. Antes de una hora estoy que no me conoces. ¡Verás qué bien me sienta el vestido nuevo!” Palabras de la Paca a su padre.

El noviazgo entre Paca y Casimiro duró dos años. Las familias acordaron que la boda se celebrase el 23 de julio de 1928, cuando los dos tenían 20 años. La ceremonia tendría lugar por la mañana. Los festejos, la madrugada anterior; (se hacía a esa hora por el calor tan extremo que hay en Almería en julio a la hora del almuerzo). Por eso y para no perder el jornal. Celebraban de noche, se casaban al amanecer y así podían ir los hombres luego a trabajar al campo.

El Cortijo del Fraile se llenó de invitados. Entre ellos Curro Montes, el enamorado clandestino, con el ojo puesto en su prima en todo momento. También José, el hermano del novio. Y su esposa Carmen, la hermana mayor de la Paca. Su influencia en la hermana pequeña era total. Se negaba a que ninguna moza le ayudase en el arreglo del vestido: “No quiero, hasta que llegue mi hermana Carmen, que nadie me ponga un alfiler. Se enfadaría, que ha pedido ser ella quien le dé un último toque a todo”.

Al que le dio un toque fue al novio, Casimiro. Quizás los nervios de la boda, quizás por el cansancio de los preparativos, quizás por un mal presagio. La cuestión es que se sintió indispuesto. Su futura esposa lo mandó a descansar a una de las habitaciones. Fue entonces cuando Curro Montes abordó a su prima a solas en una estancia.

— “¿Qué puede ofrecerte Casimiro? Se casa contigo solamente por el interés. No te quiere y además no tiene donde caerse muerto. Fúgate conmigo y nos casamos en cuanto amanezca”, propuso Curro desesperado, por perder la lata dote. “Con lo que tú tienes y con lo que yo voy a heredar, que es un cortijo y son tierras y son bestias, viviremos bien”.

Como mi primo me gustaba más que mi novio y como lo que me prometía era mejor que la vida que me esperaba junto a Casimiro, lo pensé a solas en mi cuarto  y cuando mi primo vino a mi alcoba le dije: “Ahora o nunca. Llévame contigo antes de que Casimiro despierte”. Y nos escapamos en el caballo de Curro Montes”

(Declaraciones de Francisca Cañadas, al juez recogidas por el periódico El Liberal el 28 de julio de 1928).

De las palabras de Curro Montes se desprende que le importaba más lo económico, que los sentimientos.  La única que actuó por amor fue Paca, la cojita, que apostó todo con la fuga. Se lo pensó mientras su hermana la vestía y retocaba los alfileres de boda. Y cuando se quedó a solas, salió en busca de su primo y le imploró: “Llévame contigo. Ahora o nunca”.

Curro y la Frasquita salieron del cortijo a las 2 de la mañana, arropados por la oscuridad de la madrugada de verano y por la inmensidad de la sierra almeriense. Había luna, luna llena.

Huyeron montaña arriba rumbo a La Serrata.  Cabalgó vestida de novia con su velo al viento y un hatillo con cuatro trapos. En realidad ya tenía todo lo que quería: el amor de su vida.

La noche de la ira.

¿Quién tiene un caballo ahora mismo? ¿Quién tiene un caballo? Que le daré todo lo que tengo, mis ojos y hasta mi lengua…” (Bodas de Sangre. Federico García Lorca).

En el banquete sirvieron buñuelos, garbanzos tostados y dos borregos preparados para el festejo. Había también buenos vinos. Sólo faltaba… la novia. Poco tardaron los invitados del Cortijo del Fraile en percatarse de la ausencia de Paca. Y menos aún tardó su hermana Carmen en darse cuenta que tampoco estaba Curro MontesFue ella la que dio la voz de alarma, la que más se alteró y la que incitó a su marido José a salir a caballo a buscar a los dos adúlteros. Todo ello ante el desconcierto general y la perplejidad de Casimiro, el novio plantado y cada vez más indispuesto.

José y Carmen montaron otro caballo y salieron a tumba abierta a dar caza a Curro Montes y la coja. Él iba armado con un revólver cargado. Ella, con toda la ira concentrada en un desplante imperdonable. La ofensa era irreparable. Iba a matar a su hermana.

Curro Montes y Paca escapaban al galope por los caminos. Intentaban llegar a La Serrata, donde ya estarían seguros. Pero Carmen y José los interceptaron a 3 kilómetros del Cortijo. En una curva muy próxima al cortijo de Los Martínez. José, espoleado por la histeria de su mujer, desenfundó el arma y le pegó tres tiros a Curro Montes. Lo mató en el acto.

—»A mi hermana déjamela a mí»—  Dijo Carmen a su marido. Furibunda, le pegó a Frasquita hasta derribarla. Una vez en el suelo, la agarró del cuello y la estranguló. Paca, la coja, se hizo la muerta. Sólo entonces dejó su hermana de apretar. Carmen y José se llevaron el caballo de Curro Montes y volvieron al Cortijo del Fraile.

Minutos más tarde, llegó a la escena del crimen, otro caballo, con otra pareja. Era el hermano de Curro Montes con su esposa. Cuando la mujer vio a Curro muerto en el suelo “le dio un pasmo y nunca más se recuperó”. Su marido, entretanto, se puso a reanimar a Francisca. –“Paca, qué ha pasao”- le preguntó. La Frasquita, muerta de dolor, respondió:

—“¡No sé nada! ¡Dame cuatro tiros pero nada sé!”.

Omertà andaluza.

Quiera usted a una hermana, y luego, para que la culpen a una. ¡Tan inocente! Y sin fijarse en mis hijos. En la deshonra en que los deja y en la ruina en que quiere abandonarlos”.

Paca no se quiso ir del lugar de los hechos hasta que llegó la Guardia Civil. Contra todo pronóstico, ella fue la primera detenida. El segundo fue el novio. Los dos a los calabozos hasta que se aclare el caso, dijo la Benemérita.

En principio, Paca no quiso delatar a nadie. Lo mismo sucedió entre los asistentes a la frustrada boda. Se impuso la ley del silencio. Una especie de omertà mafiosa a la andaluza, que tenía como objetivo, proteger a Carmen. Tenía 5 hijos. Nadie podía chivarse de que intentó matar a su hermana, Si al final se sabía que José había matado a Curro Montes, iba a la cárcel, alguien tendría que quedar para cuidar a los chiquillos.

El enigma duró poco. La Paca empezó diciendo que los atacó un enmascarado, pero acabó declarando que José mató a Casimiro y que su hermana intentó estrangularla. Finalmente, José confesó su crimen. La sentencia, por si hubiese pocos elementos históricos, fue redactada por Gregorio Azaña, hermano de Manuel Azaña, que se convertiría en Presidente de la II República.

José, fue condenado a 8 años de cárcel por homicidio, con 2 atenuantes: arrebato y ofuscación. No llegó a cumplir ni la mitad. Salió libre a los 3 años indultado por la república. Su esposa, Carmen, nunca fue condenada por ningún delito.

La pena negra

Si es que una ha nacido así. Todos hablan de mí. Toda la vida pesa esto sobre mí. He dado la vuelta al mundo en los papeles. Pero mi familia es honrada”.

(Francisca Cañadas, en declaraciones recogidas por la revista Blanco y Negro en 1964).

La verdadera víctima de aquella historia fue La Frasquita. Paca la Coja. El suceso saltó a las portadas de los diarios de toda España y se popularizó la difamación contra su persona. Fea, dentona, coja, veleidosa, ligera de cascos… Sólo los magistrados que dictaron la sentencia del juicio la trataron con respeto.

Francisca dejó de llamarse Francisca e incluso Frasquita. Pasó a ser para todos ‘La Coja’. Fue repudiada por los suyos, escondida y obligada a llevar luto de por vida. ‘La pena negra’, que dicen en Andalucía.

Las familias jamás volvieron a hablarse. Casimiro, el novio plantado, se fue a vivir a San José, se casó y tuvo hijos. La familia de Paca, por su parte, acabó dejando el Cortijo del Fraile e instalándose en El Hualí.  Vivió semi-recluida, con su familia impidiendo que nadie le hiciera una entrevista.

La repudiada novia, condenada y obligada a llevar luto de por vida, fallece en 1987 sin haber vuelto a estar con otro hombre.

Varios días después del crimen, Federico García Lorca leyó la noticia en un periódico y quedó atrapado ante la rocambolesca noticia: “Qué prodigios trae la prensa. Es una historia difícil de inventar”, exclamó. Llamó a su editora para decirle que ya había encontrado argumento para su próximo trabajo. Se inspiró en este suceso para crear una de sus obras más universales: “Bodas de Sangre”.

La versión de García Lorca solo se inspira en la parte dramática de la boda. 

Isaura Díaz Figueiredo

En la imagen, Paca La Coja