Una muy pobre entrada registró el coso de Insurgentes esta tarde en la que se lidiaban novillos-toros de la ganadería de Santo Tomás que fueron parejos en presentación y tuvieron un destacado juego, siendo el tercer y sexto premiados con el arrastre lento y al final del festejo una vuelta al ruedo del ganadero Sergio Hernández Cosío.
André Lagravere tuvo una destacada labor en su primero. Es un novillero con un bagaje que le permitió mostrarnos sus capacidades. Ha toreado mucho en Francia y es evidente su avance desde su última actuación en la plaza México.
Cuando sale un toro con bravura, emotividad, fijeza, y todas aquellas condiciones que reúnen a un gran astado, hay que estar preparado. Un gran encierro en manos de chicos con poca experiencia o de nóveles que no están preparados, puede desaprovecharse y ser contraproducente incluso para ellos, sin embargo cuando éstos, llegan a la México con una trayectoria y tienen la suficiente sensibilidad, valor, y conocimiento de las distancias todo cambia y fue lo que pudimos apreciar en «El Galo», quién logró sobretodo por el pitón izquierdo dejar un grato sello del sabor que un vino joven pero con cuerpo y textura nos ofrece. Tras una gran estocada recibió una oreja que por momentos fue protestada.
Su segundo, quizá el novillo más complicado del encierro, no le permitió el lucimiento. Hubo instantes, ráfagas en las que volvíamos a vislumbrar lo añorado, pero el joven yucateco decidió abreviar y su labor fue silenciada.
José María Pastor también nos sorprendió pues desde el capote, en que resbaló, y el toro hizo por él, vimos esos recursos de los que hablamos, haciéndose un quite con el cuerpo y el mismo capote en el piso. Sobreponiéndose para ejecutar una templada faena en donde nos recordó al maestro César, su padre que poseía esa calidad que ayer pudimos verle a José Mari. Realmente logró emocionar al cónclave, ya que al haber un toro que transmite y un novillero que se entrega haciendo las cosas bien, se crean amalgamas de belleza, estética y arte. Una faena larga y aseada que lamentablemente no pudo concluir de manera favorable al haberse eternizado con la espada.
Con su segundo vimos un torero mas lidiador, que supo aprovechar cada embestida con intuición como cosiendo los canutillos en un bordado lleno de filigranas. Sin duda un torero interesante que quedó en el gusto de los espectadores que pudieron disfrutar su labor. Lo que si hace falta es rematar. El cante tiene tres tercios, como el toreo. Y sin coletilla, sin concluir, no hay remate de una buena letra. En este caso, la espada. Grandes faenas se pierden por la espada y éste fue el caso.
El nombre de José María Hermosillo ya venía sonando con fuerza y de verdad causó una muy grata sorpresa entre quienes nos encontrábamos en el tendido de la Monumental. Con una madurez sensata hubo de acariciar las extraordinarias embestidas de su primero. Un novillo destacable, con codicia, que se sentía en la piel, que estremecía hasta al más parco y que al fusionarse con la largueza y la profundidad del hidrocálido, dejaban una estela, ese delicioso aroma de un buen cognac, esa sensación de haber leído un buen libro, esa nota perfecta de la Callas que queda aún acariciando las delicadas vibraciones del oído. Y cuando se da un gran final, no hay más que recibir los apéndices, que en esta ocasión se quedaron en una oreja de mucho mérito, aunque el público añoraba la segunda. El novillo fue arrastrado lentamente entre ovaciones, tal y como debe despedirse un toro bravo.
Su segundo no dejaba ver lo que traía dentro. De principio fue un poco áspero, aunque el torero supo consentirlo, y como si acicalara a un caballo, con ese tacto con el que hay que hay que saber desenredar las finas crines y sin embargo firmeza para mostrar quién es el líder fue llevando al toro, entre nubes. Y los muletazos comenzaron a crecer en parsimonia, generando ese tan ansiado eco en los tendidos. Y el novillo parecía decir, llévame hasta lo alto, a donde podamos ser los dos, como dijera Benítez Carrasco, Majeza y bravura! Pero de nueva cuenta se secó el pozo, ya que no fue capaz José María de concretar su faena y todo quedó en esa oreja de su primero y el reconocimiento al novillo.
Desde esta trinchera damos nuestro más sentido pésame a la familia Magdaleno, por el deceso de Daniela, joven fotógrafa taurina, que además ha sido una gran profesional y gran amiga. ¡Descanse en Paz!
La semana entrante seguirán las vacadas en sábado y el domingo se anuncia a Manuel Gutiérrez, Francisco Martínez y José Sainz con 6 de La Soledad a las 4.30 pm
Por Alexa Castillo
Fotógrafo Jorge Matchain