En 2014 a Alberto Lamelas le salió de los toriles en Vic Fezensac  un manso encastado de Dolores Aguirre y que respondía  a nombre de Cantinillo, y lo que ocurrió allí fue un motivo de alegría para los presentes en la plaza y para los que tenemos Youtube. Aquel concepto de Fiesta, apestado y mal visto por los taurinos cobraba vida y fuerza y volvía a quedar patente en las páginas de la historia y en los archivos de las redes sociales. Un manso encastado y complicado, peligroso, con dos cuchillos en puntas para cortar a la perfección y más listo que todos los animales que han salido este año a las plazas españolas juntos contra un tío de luces que supo someterlo, dominarlo y darle muerte con un oficio y una eficiencia que deben de dejar a más de uno en estado de shock.

Alberto Lamelas es uno de los últimos héroes que siguen haciéndonos el favor de darle vida y obra a una Tauromaquia torista, difícil, cruel e injusta de toreros valientes y animales terribles y encastados que va camino a la extinción dentro de un mundillo que cada vez nos habla más del arte, del ballet y de la estética. Un héroe desconocido para muchos que se pasa los días de carrera en carrera conduciendo un taxi mientras se componen y cierran los carteles y las ferias más importantes de España y mientras les suena el teléfono a un sinfín de matadores mediocres que jamás se acercarán a vivir lo que han vivido aquellos héroes desconocidos  en las noches previas al encuentro con su cita de Dolores Aguirre, con Cuadri o Palha en algún coso perdido y lejano.

Vic seguirá siendo Vic, pero parece que uno ya no sabe ni en quien confiar cuando Alberto Lamelas no rompa el paseíllo este mes de mayo en la feria del Toro de Pentecostés. Seguiremos aguardando.

 

Por Pelayo Moreno