La Comunidad Valenciana es mi tierra, aquí nací, aquí vivo y aquí me he aficionado a los toros, viendo pasar por debajo del balcón de mi casa desde que nací los toros de las fiestas de mi barrio, como tantos y tantos niños y niñas que lo hemos vivido así prácticamente desde la cuna, nos hemos criado dibujando hierros de ganaderías en los cuadernos del colegio y jugando al toro en la calle, lo cual hace que desde que tenemos uso de razón nos enamoremos de esta afición maravillosa que es un dulce veneno que poco a poco se nos va metiendo en el cuerpo como un licor suave y que nos hace tener desde niños un gran amor y respeto por el toro bravo como un animal único en el mundo al que se respeta y se venera en esta tierra como en ningún otro lugar del mundo.

La mía, es una tierra de naranjos y azahar, bañada por el Mar Mediterráneo, es tierra de luz, de sol y de color, de sierras y parajes naturales bellísimos, tierra de rica gastronomía, de cultura, de música, de pólvora y de fiesta, pero sobre todo es tierra de buena gente, de sentimiento, de corazón, de romanticismo, de pasión y por supuesto la Comunidad Valenciana es tierra taurina, de extraordinarios aficionados, toreros históricos y rodadores excelentes, desde Manuel Granero a “El Forner”, de “El Soro” a “Motoret”, de Enrique Ponce a César Palacios, de Montoliú a “Torrechiva” o de José María Manzanares a “El Blanco”, esta tierra mía ha dado siempre a la tauromaquia nombres ilustres en la plaza y en la calle, es tierra de talento, de genialidad, de maestros y de arte, mucho arte, pero también de ganaderos autóctonos de mucha categoría, que si bien no poseen tierras extensas con un lujoso cortijo, han demostrado ser sensacionales ganaderos, con un sacrificio personal y un mérito enorme, que se desviven por sus animales y que nos han dado tardes inolvidables de gloria a todos los aficionados de esta tierra con sus toros y vaquillas que aquí llamamos “de corro”, algunos de ellos auténticas leyendas.

Aquí, gracias a los festejos taurinos populares de “bous al carrer” (toros en la calle), la afición va cada día a más de una forma espectacular, batiendo récord tras récord en número de festejos en los últimos años, temporadas enteras que van desde enero a diciembre, una afición y una pasión que se traslada de padres a hijos y de abuelos a nietos, que se vive y se siente como propia, donde todo el mundo puede participar y aportar su granito de arena y que abarca a todas las clases sociales, todas las ideologías, todas las edades y ambos sexos, todos somos iguales en esta fiesta donde el rey es el toro bravo en todas sus modalidades: toros cerriles, vaquillas y toros de “corro”, “bou en corda”, entradas de toros y caballos, toros embolados, “bous a la mar”, concursos de recortes, encierros, etc… y todo con un nivel de participación y popularidad espectacular y apabullante. Desde aquí invito a toda esa mayoría de políticos mediocres e incultos que nos toca soportar hoy en día a que se levanten de sus sillones, salgan de las lujosas comodidades de sus despachos que pagamos entre todos y se acerquen a cualquier pueblo de la Comunidad Valenciana un día de toros y se darán cuenta de muchas cosas, pero sobre todo podrán ver con sus propios ojos la fuerza y el verdadero corazón de la gente valenciana expresándose con pacifismo y pasión a la vez a través de su cultura, de sus raíces y de sus tradiciones, verán a los niños jugar al toro felices en la calle y verán cómo brillan los ojos de las personas cuando están disfrutando de lo suyo, de lo nuestro, porque la fiesta de los toros no va de complejos ni de prohibiciones, va de sentimientos y emociones.

Un día de “bou al carrer” en mi tierra es el resultado de un año entero de trabajo y esfuerzo de mucha gente, que ponen mucha ilusión y también mucho dinero de su bolsillo para disfrutar y hacernos disfrutar a los demás de un festejo taurino, pero también un día de toros en la Comunidad Valenciana es un acto social, donde las casas de cada barrio se llenan con la presencia de amigos, familiares e invitados que se juntan alrededor de una mesa donde no falta la abundancia de comida y bebida con la que son agasajados y de barrio a barrio, de fiesta a fiesta y de pueblo a pueblo se van devolviendo las visitas durante todo el año, porque aquí el toro sirve para unir y no para separar.

Aquí en mi tierra, los ayuntamientos, las peñas, comisiones, asociaciones e incluso también algunos particulares que tienen a bien patrocinar toros por amor a su barrio o a su pueblo, buscan muchas veces la excelencia a la hora de adquirir sus toros, quieren lo mejor de lo mejor del campo bravo, gusta mucho el toro espectacular y que impresione por su imponente trapío, pero también nos encanta el toro bonito, bien hecho, con su cara bien colocada y con hechuras para embestir, aquí valoramos de igual forma el toro de Madrid, de Pamplona, de Bilbao o de Sevilla, defendemos el toro serio e íntegro y la variedad de encastes, no como otros estamentos taurinos poderosos que tienen vergonzosamente denostados y apartados a muchos encastes y ganaderías que en el toro en la calle sí tienen su sitio y su protagonismo. Además, los ganaderos saben bien que aquí se pagan los toros muchas veces mejor que por cualquier empresa taurina para alguna plaza de toros de postín y al embarcar cada toro, cosa que debería sonrojar también a más de un empresario taurino, aunque si entramos a valorar todo el dinero que genera el “bou al carrer” a todos los niveles y lo que aporta al estado, las cifras son impresionantes y hablan por sí solas.

Podrían decirse tantas cosas sobre esta fiesta tan bonita que no caben en un texto, de hecho, creo sinceramente que no se pueden explicar lo suficiente con palabras, ¿Cómo explicar el amor?, pues lo mismo sucede con esta fiesta, cada uno la vivimos, la queremos y la soñamos a nuestra manera y desde aquí les invito a que la conozcan y se enamoren de ella como me enamoré yo desde que era un niño y viviré enamorado de ella hasta el último día de mi vida, ese amor dura siempre, nunca muere, y se va renovando apasionadamente con cada día de toros durante la temporada.

Pero todo esto va mucho más allá del toro, gracias a esta fiesta tan maravillosa he vivido algunos de los momentos más felices y emocionantes de mi vida, he conocido a mis mejores amigos y a personas maravillosas, he conocido a chicas de las que me he enamorado, he llorado de alegría y de tristeza y he cumplido muchos sueños. Es para mí un honor y un privilegio ser valenciano, gracias a esta fiesta soy aficionado a los toros, lo digo con todo mi orgullo, el mismo orgullo que siento por mis raíces, por toda la gente de mi tierra que lucha cada día con ilusión por mantener más viva que nunca la fiesta del “bou al carrer” y que gracias a todos y cada uno de ellos, esos niños y niñas que ahora mismo están jugando al toro en la calle con una sonrisa, la podrán seguir disfrutando en el futuro, por ellos merece la pena seguir luchando, porque cuando sean mayores y vean a sus hijos o a sus nietos jugando al toro en la puerta de su casa como hacían ellos muchos años atrás, se acordarán de los que entonces ya no estaremos para verlo y comprenderán que en su día les dejamos un legado maravilloso: la fiesta del “bou al carrer”. Gracias a todos…

Por José Joaquín Diago