Matilla tenia clara los objetivos de la corrida de San Pedro Regalado, ganar dinero invirtiendo lo mínimo, jugada maestra y casi perfecta cuando Roca Rey causa baja y contrata a Pablo Aguado por algo menos de caché. Las cuentas le han tenido que salir en positivo y con unos cuantos 0. Su ganadería, -limpieza de corrales, 4 de ellos silbados de salida- sus toreros, Morante y manzanares, más la novedad de Sevilla Pablo Aguado, yo creo que no puso al Fandi por vergüenza torera.

Los toros de comportamiento noble, pero muy justos de fuerzas, condición que marcó prácticamente todas las faenas de la tan esperada corrida. Toros anovillados, sin peso, ni hechuras, ni casta ni bravura, el tercio de varas fue un espejismo. Y de los pitones, mejor no hablemos.

Morante estuvo en artista toda la tarde. Al primero lo mantuvo de pie de milagro, al segundo se tiró al suelo y le recetó un variado saludo capotero. Ganas tenía, pero no acaba de llegar esa faena de dos orejas. Tal vez por la falta de casta de los toros que elije para sus corridas. Ante tan escaparate, con el rey emérito en el tendido, lo toreó con gusto, despacio no como mandan los cánones sino como le marcaba el toro, que no tenía más velocidad. Ovacion y oreja

Manzanares fue silenciado en el primero ante un animal bondadoso y dulce. Justito de fuerzas condicionó la lidia. En su segundo algo más fuerte, y con un fondo noble le toreo a placer. Silencio y oreja.

Pablo Aguado conquistó otra plaza, llegó por la vía de la sustitución y salió por la puerta grande.   Faenas con estilo y empaque torero, rezumaba arte y duende. Tuvo las ideas claras, y también el mejor lote –de fuerzas, porque nobles eran todos-. Declaración de intenciones cuando recibió al toro en la puerta de chiqueros. Buscó el triunfo y lo encontró con oreja y oreja.

Por Miguel Hernández