Volvía el comisario Villar al palco, y la ovación del paseíllo se convirtió en abucheos y pitos de parte del público –con razón-. Y este presidente en ocasiones convierte  a Madrid en plaza de tercera. No por dar mil orejas, es mejor plaza, sino por dar las justas a los que hace las cosas bien, ha llegado Madrid a ser la mejor plaza del mundo –como deber ser-. En esta ocasión el aficionado de fin de semana premio con abundancia al maltrecho  Juan Leal, oreja que no beneficia, ni a torero ni a la tauromaquia.

Tarde de altos y bajos, con los 6 toros 6 que perdieron las manos en diferentes ocasiones de la faena, y todos al salir del caballo. También en el tercio de muleta abundaron los matices de falta de fuerza. Todos ellos han ido con alegría en el caballo, alguno apretó más en el penco, pero al final todos se dejaron pegar. Hubo dos toros con poder, -más que el resto de la corrida- dos toros con transmisión, codicia, casta, fueron el 3 y 5. Los demás fueron más sosos, en ocasiones por la falta de fuerza, en ocasiones por exceso de dulzura y nobleza, por supuesto falta de la chispa que proporciona la casta.

Octavio Chacón tuvo que estoquear tres toros, por el percance sufrido en el tercer toro Juan Leal y que le impidió continuar la lidia. Tres toros tres y ni uno fue bueno en la muleta. Octavio estuvo impecable en la lidia, tanto de capote como de muleta. Muy suave manejo a los tres astados que fueron muy parecidos en condición, -con algún pequeño matiz- pero ninguno llegó a transmitir nada en su embestida, sosos y nobles, salían con la cara suelta, y si el torero les exigía repetir protestaban o salían sueltos. Mala suerte en el sorteo en la tarde de hoy, sin llevarse ningún toro de triunfo en Madrid, logró hacer cosas realmente imprescindibles en el torero poderoso, con verdad y pureza. Siempre mirando mucho por el animal, luciendo el toro para qué disfrute el aficionado, pero pocos oponentes se lo permitieron. Le quedan 4 balas en la recamara, y Madrid tiene ganas de ver un toro que el embista. Silencio toda la tarde.

Javier Cortés ha pasado de puntillas por la feria de San Isidro, una feria en la que en ningún momento se ha encontrado cómodo y esta tarde lo volvió a dejar patente. No hemos podido de ver esa mano izquierda, y ese torero con temple y gusto del 2 de mayo 2018. En su primero un toro justito de fuerzas, y mansito de condición, pero con recorrido, no le entendió, entre el viento y el toro se fue una faena en la que podía haber sacado un poquito más,  y hablo con diminutivos porque el torero estuvo en niño pequeño. En el quinto de la tarde, un toro… toro, o mejor dicho un toro al cuadrado, no le vio o no le quiso ver. Un toro que tuvo mucha transmisión en su embestida, un toro que llevó la emoción al tendido y del que apenas pudo sacar dos tandas limpias, luego enganchones, un susto que casi le cuesta una cornada, y falta de predisposición para sacar lo que tenía y que Madrid viera que hay un torero grande y con poderío.  Mal con la espada toda la tarde, y cuando digo mal… quiero decir catastrófico. Silencio toda la tarde.

Juan Leal llegaba a Madrid con ilusión, y la afición le esperaba con ganas. Muchas cosas se habían hablado del valor del torero galo, aunque poco de sus toreo, ahora me explico porque. Toreado en el circuito de las duras francesas, la experiencia debería ser un grado, pero acuso tal vez la falta de ritmo, o el nerviosismo de estar en Las Ventas. Aunque empezó en los medios de rodillas su faena de muleta, y le pinceló una gran primera tanda, que metió al respetable en la faena, y capto la atención de todo el mundo, ese toreo rotundo no se volvió a ver. El toro repetía con codicia y le dejo en evidencia en las siguientes tandas. Sin llegar a coger el sitio al toro, ni la distancia, ni estar seguro, con un toro de triunfo y con mucho recorrido todavía decidió pegarse el arrimón.

Un arrimón innecesario a un toro que tenía mucho más que torear, y el torero no quiso, no supo y no vio. Sin temple, con exceso de prisa y falto de recursos. En las cortas distancias y al rematar una tanda mirando a tablas el toro le apretó y le empaló de muy fea manera. Estoico, con gallardía, vergüenza torera, y valor volvió a la cara del toro para intentar ganar algo más de gloria. Remató la faena de forma cumbre y estoqueo al toro de una buena estocada en dos tiempos. Una oreja un tanto excesiva, pero premiada más al valor que al toreo.

 

Por Juanje Herrero

Foto Andrew Moore