De muy poco a mucho los novillos de José Cruz junto a un buen Emilio Silvera.

Los novillos de José Cruz hicieron acto de presencia en Madrid, de buena presentación y muy variado juego, tanto que no hubo dos iguales. Los actuantes fueron, en este caso, de más a menos aunque no lo reflejara así el público: Emilio Silvera (de turquesa y oro), Alfonso Ortiz (de Chenel y oro) y Tomás Rufo (de marino y oro).

El marrón de la tarde se lo tuvo que comer Emilio Silvera, ya que su lote, ambos novillos, fueron devueltos. Salió el primero y nada más recibir el primer puyazo, estando ya flojo de fuerzas, se echó y de descoordinó, por lo que fue devuelto. Corrió turno Emilio, pensando que sería mejor el cuarto, pero ni mucho menos ya que el animal se cayo redondo al salir del primer picotazo con el caballo, así que de nuevo fue devuelto.

Al haberse ya anunciado (al correr turno) que el primer sobrero saldría en cuarto lugar, salió el segundo. Era un castaño bocidorado de Casa de Los Toreros, una raspa. En varas se dejó, estaba ya flojo. Hizo bien Emilio al empezar por alto, para que el toro se afianzara en el ruedo. A media altura, con muletazos también muy estéticos, sacó una faena buena, de poder, ya que el animal se paraba a mitad y había que tirar de él, y cuidado con el animal ya que consiguió que no se cayera. Palmas al toro y Emilio Silvera saludó desde el tercio una ovación.

El segundo sobrero, este mejor presentado, en varas se dejó pegar todo lo que el picador quiso, pero pareció venirse arriba en banderillas. Ahora lo puso todo Emilio: actitud y ganas, técnica y mando. Esto debido a que el toro no valió nada por su condición parada y sosa al que había que sacar los pases uno a uno y dominarlo mucho. Pinchazo hondo y silencio para ambos combatientes.

Después vino Alfonso Ortiz, después de dejar escapar la gran novillada de Hermanos Sánchez Herrero de principio de temporada. Con su primero, un novillo colorado imponente y muy bonito que peleó muy bien en varas, anduvo fuera de sitio y ventajista, haciendo una faena «prefabricada» y sin entender al toro. Palmas al animal y, como muchas veces, excesivos saludos del torero.

Con su segundo, un parado novillo negro azabache que había que fajarse con él para que embistiera, hizo faena de aliño y a matar, dejando al público sin ver al novillo y librándose él de tragar con un animal, que le iba a pedir el carnet. Silencio para ambos.

Y llegamos a Tomás Rufo, del que muchos hablaban maravillas… Qué más quisiera. Con su primero, un muy buen tercer novillo que peleó en varas excelentemente aunque quedó crudo, estuvo sin estar, arrancando los olés de las peñas y los pueblos que vinieron a verle, prácticamente toda Talavera de La Reina estaba ayer en la plaza. No quiso ni ver al novillo por la izquierda y por la derecha toreó trompicado, tirando «trayazos» al toro en cada pase y sin templar, además sin darle el sitio que pedía el animal y no hubo pase en el que no le tocara los trastos. Ovación al novillo y oreja «de autobús» para él. Para colmo se debió dislocar el hombro al matar, por lo que si salía a matar el sexto podríamos decir que tenía la puerta grande abierta, tal y como se regalan las orejas últimamente.

El sexto, su segundo, aunque más mazacote fue el novillo de la noche, encastado, haciendo el avión y humillando con codicia y con una pelea en varas buenísima romaneando al caballo. De nuevo Tomás se queda muy por debajo del novillo, de nuevo con esos muletazos rápidos y rectilíneos, feos, sin mandar, cometiendo un error garrafal: torear trompicando cada pase, es decir, empezándolo abajo y terminándolo a media altura, que destroza a los novillos y los agota en un santiamén. Pinchó y saludó en el tercio. Palmas al novillo.

En general una tarde entretenida, con luces y sombras, en la que se atisbó, a falta de una novillada, la final del certamen: Rafael González, El Chorlo y Tomás Rufo (aún habiendo estado mejor Emilio Silvera).

Por Quesillo