Andrés Vázquez escribe las páginas más gloriosas de su carrera en la plaza madrileña de Las Ventas, gracias a esos triunfos, tan emotivos y rotundos, alcanzados en las pasadas décadas de los 60 y 70. El pasado verano se cumplió medio siglo desde su gesta al toro Baratero, de Victorino Martín, un éxito que aúpa de nuevo la carrera del diestro a las ferias, tras un año olvidado de las grandes empresas y lanza a la primera línea a la divisa de Victorino Martín, ya como la preferida del público de Madrid. Los victorinos, gracias a la casta y emoción de los viejos albaserradas, que hasta poco antes habían sido propiedad de la familia Escudero Calvo e estaban sentenciados al matadero, hasta que aquel carnicero y tratante de Galapagar, listo como el hambre, llamado Victorino Martín –junto a sus hermanos Adolfo y Venancio- lo rescata para hacer una de las obras ganaderas más importantes del pasado siglo.

Por Paco Cañamero

Baratero deja escrito su nombre en la historia de la plaza de Las Ventas como uno de los más bravos que han pisado sus arenas y en la biografía de Andrés Vázquez se convirtió en un icono después de realizarle una faena perfecta. Una faena rubricada en diecinueve muletazos tras una espectacular suerte de varas a cargo de José Cáneba El Rubio de Salamanca. Al final, tras una estocada en el hoyo de las agujas le corta las dos orejas y hasta le piden con fuerza el rabo. Baratero fue premiado con la vuelta al ruedo, vivida en el reguero de la emoción que trajo su bravura. Pero su historia va mucho más allá.

Antes de aquel domingo agosteño de 1969, Andrés Vázquez ha matado varias corridas de Escudero Calvo, por lo que en el momento que le ofrece la empresa ir a ese cartel, para sustituir a Antoñete, sabe que puede embestir al tener muy base y además, cuando lo hace, trae la emoción a la plaza, algo que él siempre ha defendido como parte fundamental de la grandeza de la Fiesta. Y triunfa tan a lo grande que regresa a las ferias y al año siguiente, la empresa de Madrid con gran visión confía tan plenamente en él y en el boom de Victorino que le ofrece la oportunidad de torear una corrida en solitario de ese hierro a celebrarse el primer domingo de mayo, como entremés de San Isidro.

Esa tarde, el de Villalpando logra un importantísimo triunfo y desoreja el tercero de la tarde, además de dejar presenta la pureza de su interpretación en el resto del encierro hasta lograr el entusiasmo total del público que lo sacó en volandas por la puerta grande tras haber vivido un acontecimiento. Fue la quinta de su carrera y a ese festejo acudió por primera vez a una plaza, el diestro Agapito García Serranito, recién recibida el alta tras la gravísima lesión sufrida el anterior verano en Benidorm y a quien Andrés brinda su segundo toro. Después en el quinto agasaja el ganadero y el sexto a uno de sus picadores, Raimundo Rodríguez.

Justo medio y medio después, el veinte de junio llega la sexta puerta grande, en la corrida a beneficio de la Asociación Benéfica de Socorros Mutuos. En esta ocasión se lidian reses de Alonso Moreno de la Cova, en un mano a mano entre los castellanos Andrés Vázquez y Andrés Hernando, abriendo cartel el rejoneador José Manuel Lupi, para cortar el de Villalpando las dos orejas de su segundo.