La verdad tiene un camino muy recto, único y de sacrificio, de mucho sacrificio. Hoy en día hay muchos novilleros en el escalafón, muchísimos pero muy pocos quieren realmente ser toreros. Francisco Montero es uno de esos novilleros que quieren ser torero, “Quiero revolucionar la tauromaquia” ha dicho, y sin lugar a duda el escalafón intermedio lo va a revolucionar, sin duda alguna. Ya fuimos nosotros, torosdelidia.es quien apostó por este novillero hace un año, alzando la voz por él, y dándolo a conocer ante todo el mundo. Pedimos un hueco y una oportunidad justa para este novillero porque sabíamos lo que tenía dentro. Y hoy en día no hay plaza que no lo demuestre, tal vez Madrid fue la única que no llegó a ver la dimensión total de este novillero.

Con larga cambiada recibió a su primer oponente – tercero de la tarde-, llevándose un susto con el capote, donde el novillo casi hace presa, punteando desde el tobillo hasta la rodilla, la lidia del novillo de Monteviejo fue un tanto desordenada y por momento caótica. El novillo tenía recorrido, venía como un tren, el novillero lo capeo de buena forma, con un gran tanda, la tercera que puso a los espectadores de pie.  El novillo tenía transmisión y peligro por partes iguales, mucho que torear, en ocasiones se desordeno los muletazos y fueron punteados, pero el novillo reponía con facilidad y obligaba al novillero a protegerse, por el izquierdo dos fueron los muletazos antes de que se le colara de muy malas formas. Un novillo correoso, con una mezcla de bravura y genio. Le suministró  una gran estocada y se llevó la primera oreja de la tarde.   En su segundo Francisco Montero volvió a ir con el capote de paseo a chiqueros para darle una larga cambiada, y recetarle un manojo de verónicas. Se le pico muy mal. Con la muleta, sin llegar a bajar la mano, le sacó unas tandas meritorias, siempre intentado llevar toreado al novillo. Con pureza y actitud conquistó a Villaseca de la Sagra, las ganas las derrochó por la plaza y cautivo a los espectadores que fueron muy permisivos con algunas carencias con la muleta. La espada se le fue baja por la prisa en cuadrar al novillo. Oreja y puerta grande. Un espejo donde mirarse cualquier novillero que quiera vivir de esto, porque no solo vale la técnica en el toreo, las ganas importan mucho, y eso hay que tenerlas y demostrarlas, como hace Montero en cada plaza.

José Cabrera y Cristóbal Reyes no tuvieron su tarde, ante unos novillos que tenían que torear, no llegaron acoplarse del todo, ni entender a su oponente.

Cristóbal Reyes dejó ganas en el ruedo, donde ejecutó con gran maestría la forma de lidiar un novillo en el caballo, y lucirlo. Ante el quinto, tuvo una faena con mucho empaque, pero muy poco calado, un novillo duro, que le esperaba y que le miró durante toda la lidia. También en su primero dejó muestras de sus ganas, pero ni la suerte, ni el novillo, ni los espectadores estuvieron metidos en la faena. Dura y seca labor de fajarse para no sacar agua del pozo. Manejo mal los aceros.

José Cabrera  le falta hacer un órdago, o despedirse de la profesión. Necesita un triunfo claro que de momento se va desvaneciendo. Toreando bien, y llegando a tener los mejores pasajes de toda la tarde con la diestra, no llegó a enganchar al respetable y sus faenas fueron de más a menos.

Por Juanje Herrero

Foto J.C. Maestre