Una tarde muy fría la que vivimos en la Monumental de Insurgentes en la que se lidió un encierro de la ganadería de Marrón que pedía cuentas a los novilleros que ya están a las puertas de una alternativa.
Héctor Gutiérrez tuvo una actuación “aseada” dirían los conocedores. Se mantuvo a la altura de las circunstancias. Con su primero, haciendo las cosas “bien”. Con acierto en su proceder. Dejando ver sus “avances”. Es uno de los novilleros que han recibido más apoyo y que está programado en casi todas las temporadas y festejos menores de nuestro país.
Con ésto puedo resumir su actuación en el que abrió plaza. Es un novillero que no conecta muy fácil con los tendidos y eso trajo una seria consecuencia en el segundo de su lote.Y lamento mucho tener que tocar este tema pero estar aseado, correcto y resolviendo las cosas no te hace figura del toreo.
Tuvo en sus manos un novillo, el cuarto de la tarde, que merecía mucho más de lo que recibió.
Con emotividad, bravura, acometividad y fijeza. ¿En estos tiempos que más se puede pedir? Y lo dejó ir. No pudo más que pegarle un muletazo templado, enganchándolo y sometiendo la embestida con emoción. Después de ahí todo se fue al Barranco. Al ver que se secaba el pozo buscó recursos, que son válidos en manos de un novillero, pero que no le van a sustentar una carrera. De hinojos correspondió al noble público de la México, que está tan ávido de triunfo, que necesita de momentos así para calentarse. Al tirarse a matar fue decidido y se puso prácticamente en el viaje del toro para ser prendido. Dos ocasiones salió achuchado y tras ser llevado a la enfermería la segunda, regresó aparentemente sin mirarse la ropa para cobrar la moneda que arrojó la autoridad.
No quito el mérito, ¿pero ante un novillo como el que tuvo en suerte?
Ojalá comprenda que como matador de toros ésto que sucedió ayer, sería una tragedia. Guadalajara no le habría perdonado el desperdicio y lo esperan en una semana en que recibirá la alternativa.
Sebastián Ibelles también se hará matador en breve y digamos que mostró sus avances. Estos dos años sin verlo nos dejaron ver su madurez, pues aunque tampoco pudo redondear, tuvo mucha cabeza para resolver lo que los bureles le presentaron.
Con dos complicados ejemplares hubo de estructurar como un arquitecto cada una de sus obras. Su capacidad tenía que resolver por encima de su voluntad y maneras. Si bien es cierto que tiene un estilo muy definido, tuvo que utilizar toda su energía y recursos en tratar de someterlos.
Y volvemos a lo mismo que le sucedió a su colega.
El encierro es general no dejaba paso a errores u omisiones. Son toros que llegan a desarrollar sentido de manera muy rápida. No está permitido equivocarse porque es ahí donde se complica la cosa.
En su segundo sobretodo cuando lograba compenetrarse había solvencia pero no hubo esa rúbrica que lograra posicionarlo con un trofeo.
Momentos, pero los momentos que buscamos son los que se graban en nuestra mente y no desaparecen por largo tiempo. Eso es lo que necesitan los novilleros para dejar huella y causar interés.
Julián Garibay es el más nobel de la tercia pero para mí, el que dejó una estela.
Emoción, arrojo, intenciones, valor y voluntad por hacer las cosas, por hacerse valer y colocarse en un buen sitio dentro de esta compleja profesión.
Y es que a veces eso es todo lo que se necesita en una tarde. Ver a un muchacho que nos recuerda ¿qué es querer ser torero?
Hubo instantes interesantes en ambos toros, y también una carencia en la manera de poder resolver los imprevistos. Ojalá pueda ir centrándose y encontrar su sitio, y que no le pase como a muchos, que se van apagando conforme maduran, dejando de transmitir y conectar con las alturas.
Una voltereta en su primero sin consecuencias.
Palmas en ambos.
La semana entrante estaba anunciado un “mano a mano” entre Andy Cartagena y Emiliano Gamero pero hubo problemas sanitarios con los caballos del hispano, lo que hará que en próximas horas se anuncie lo que ocurrirá con el cartel.
Alexa Castillo
Foto: Plaza México