Dentro del mundo de los toros hay personajes de toda índole y condición; unos pasarán al a historia por su gracia, otros por sus dotes empresariales y, lo más, por supuesto en calidad de toreros. Pero hay alguno por ahí que uno no sabe en qué apartado calificarle, aunque no es menos cierto que el hombre que hoy se ha dignado a conversar con nosotros pasará a la inmortalidad no por sus funciones de apoderado, actividad en la que ha brillado en muchas ocasiones, entre otras, haber sacado del ostracismo en el que se hallaba el mismísimo Juan José Padilla que, entre otros muchos logros, nuestro hombre que no es otro que Antonio Picamills, fue el que puso a Padilla en Pamplona y, tras aquella hazaña nunca más faltó el jerezano a dicha feria.

No sé si Padilla, tras aquella borrachera de triunfos que le sobrevino tras perder el ojo en Zaragoza, posiblemente, ni se acuerde de Picamills. No tengo la menor idea, pero sospecho que Padilla, como tantos de los que llegan a lo más alto del pedestal no se acuerdan jamás cuando un hombre humilde tocaba puertas para que le dieran contratos al torero con el que creía, en este caso, Picamills para con Juan José Padilla. Al respecto, si existe algún problema o cargo de conciencia será siempre de Padilla, jamás de Antonio Picamills Ruíz que, a lo largo de su existencia ha sido siempre un auténtico señor.

A muchos diestros apoderó Antonio Picamills, varios de ellos hasta salieron por la puerta grande de Madrid aunque, luego, las circunstancias no quisieron estar a la altura de esa magna labor que ejercía este vasco singular que nada dejó por hacer al respecto de sus poderdantes, de los cuales podríamos estar hablando varias horas. Pero no, hasta sospecho que esta labor de apoderamiento ha sido algo circunstancial en la vida de Picamills puesto que, en realidad, su obra ha rayado en lo más alto no ha sido otra que en su condición de editor taurino, algo que hizo por lo grande y así le ha ido, viento en popa a toda vela.

Picamills ha cautivado a propios y extraños en funciones de editor taurino puesto que, hace ahora XXVI años tuvo la feliz idea de crear lo que él creía que faltaba en el mercado editorial taurino y no era otra cosa que una “agenda” al respecto que él bautizaría como su Dietario Taurino, su obra magna por definición. Como digo, Picamills editó aquella primera “agenda” como para satisfacer su propio “ego” y, pasados los años, el Dietario se ha convertido en un instrumento insustituible, hasta el punto de que el pasado año, conmemorando los XXV años de su edición tenía decidido que se clausuraba dicho Dietario tras aquellos cinco primeros lustros de éxitos por doquier.

Como explico, esa era la idea de Picamills pero, a finales de año empezó a recibir mensajes, llamadas, correos; miles de seguidores que le pedían que, por favor, que no dejase de editar aquella obra referencial para el taurinismo y, como se comprobó para miles de aficionados que lo disfrutan a plenitud.

Puede que Picamills, en su juventud luchara por brillar como apoderado para, de tal modo, pasar a la posteridad pero, en realidad, su gran lujo no ha sido otro que su condición de redactor y editor puesto que, con su obra se ha granjeado su leyenda, en su caso por haber editado un Dietario singular que nadie osó en copiar y, por encima de todo, como su mayor acto de filantropía taurina, la edición de sus libros en los que ha inmortalizado a todos los matadores de toros en esa colección bellísima a la que bautizó como MATADORES DE TOROS EN EL MUNDO, una colección que ahora toca a su fin con la aparición del último tomo en que se registran todas las alternativas habidas en el mundo hasta este preciso momento.

Labor impagable la de este señor al que la vida le otorgará la leyenda correspondiente cuando ya no esté entre nosotros, quiera Dios que sea dentro de muchos años. Inmortalizado ya está puesto que nos ha dejado su obra en el mundo, justamente la que dentro de muchísimos años se le recordará con inusitado anhelo puesto que su obra ha sido única en el mundo.

-Señor Picamills: ¿Qué le motivó en hacer aquel Dietario Taurino hace más de XXV años en que todo era pura aventura?

Yo he sido siempre un hombre inquieto que, además de mi faceta como apoderado de tantísimos diestros, ejercer como empresario, viajar tantísimas veces a América, mi mente siempre estaba en pleno proceso de creación y, un día me levanté inspirado y me puse manos a la obra para construir el primer Dietario que, si me apuras, yo entendía, bajo mi prisma de taurino que los taurinos necesitábamos de una “agenda” como la que yo tenía en mi pensamiento y, así llegó el primer número de hace ahora XXVI años y, dada la aceptación que ha tenido desde siempre no sé hasta cuando seguiré editando.

-Permítame que le diga que, en aquel momento cuando usted pensó en crear el dietario como agenda, agendas hacía ya muchos años que existían y lo que es mejor, que los taurinos ya las utilizaban como algo lógico en su devenir diario. ¿Qué pretendía aportar al mundo de la agenda cuando ya todo estaba inventado?

Tienes razón, la agenda ya existía cuando yo empecé con el Dietario; lo que no existía era un documento como el que yo había pensado y que luego construí, no era otra cosa que un libro que nos diera información, justamente toda la que necesitábamos los taurinos en nuestras funciones en el mundo de los toros. Pensé en referenciar hoteles, teléfonos de toreros, banderilleros, mozos de espadas, servicios taurinos de toda índole, amén de miles datos más de muchísima relevancia que nos han servido a todos.

-O sea que, su dietario es mucho más antiguo que Internet, ese monstruo de mil cabezas que nos ha invadido a todos pero que, mirando su parte buena, tiene toda la información que pueda tener su Dietario, pero corregido y aumentado. Al respecto de la información propiamente dicha, Internet ha matado a muchos medios de información de toda índole. ¿No se ha resentido usted al respecto de toda la información que podemos encontrar en Internet para prescindir de su dietario?

Ante todo me siento muy orgulloso de pensar que, cuando todavía Internet estaba en sus primitivos albores, mi Dietario ya era santo y seña para los taurinos del mundo. Y, apuntaste en la diana, amigo, yo creía que la información que recibimos vía Internet pudiera ser un hándicap para mi obra, pero ha ocurrido todo lo contrario porque, como todo el mundo sabe, en la edición del pasado año daba concluida mi obra y, miles de reclamos al respecto me han hecho editar el Dietario que, como siempre ocurrió es un documento imprescindible para cada taurino porque nada más abrir una página, de repente ya tenemos el índice para que nos lleve a cualquier tipo de información que nos hiciera falta.

-¿Es usted consciente de que ha hecho una obra única en su género y en el mundo?

Yo soy un hombre que ha trabajado con inusitado fervor ante todo aquello que he creído y, si al final, obtengo el beneplácito de los aficionados y taurinos me sentiré muy halagado. La prueba fehaciente de la calidad del producto no es otra que la edición de varios miles de ejemplares para satisfacer la demanda de todos los taurinos y aficionados por el mundo, algo que en verdad le da sentido a mi obra y, sin duda a mi trabajo.

-Por lo que veo, para el año entrante no tiene usted excusa para no tener que seguir editando el Dietario. ¿Digo bien?

Sinceramente, no. Lo seguiré editando mientras me queden fuerzas porque como me ha sucedido este año, yo mismo me quedé perplejo cuando ya tenía tomada la decisión de no editarlo jamás y, de repente, dados los ruegos de los aficionados no me quedó más remedio que seguir con la edición.

-Son muchos años analizando su Dietario y, señor Picamills, ¿es usted consciente de que maneja cientos de miles de datos para tal menester? Es decir, es usted consciente de que maneja una información valiosísima que, de perderla sería una hecatombe. ¿Qué tipo de copia guarda usted al respecto?

He tenido que adaptarme a los tiempos y, como sabes, la primera copia de toda mi valiosa información la tengo en la “nube” y, acto seguido en las copias de seguridad que hago en la oficina que, suelen ser cada semana y, en ocasiones en menor plazo.

-Hemos hablado de su Dietario en el que usted ha conseguido ser un grande de la estadística, pero no debemos de olvidarnos de su hazaña grandísima que no es otra que MATADORES DE TOROS EN EL MUNDO. ¿A qué se debió esta locura sin límites?

Dijiste bien, toda una locura pero, ya te conté algunas veces que soy hombre de grandes retos, de superar hitos que muchas veces creía inalcanzables y, la edición de los libros sobre los matadores de toros creo que ha sido la auténtica medida de mi locura. Nadie me lo pidió, es cierto. Pero yo sentía que al respecto quedaba una laguna que había que llenar. ¿Solución? Tirar de datos, miles de datos, años de trabajo, miles de llamadas telefónicas, visitar hemerotecas, visualizar diccionarios, libros de toda índole; como entenderás, todo un trabajo de locos pero que me apetecía desde el fondo de mí ser llevarlo a cabo. Fíjate que, aunque toda la información que recabé al respecto fuera solo para mí, con ello ya me sentiría muy satisfecho; imagina entonces que lo he encuadernado en siete tomos, siete libros muy legibles, livianos de peso y editados en papel ahuesado para que no sean una carga para nadie y si por el contrario, tengan toda la información del mundo para cualquier persona curiosa que sea capaz de “auditar” mis datos para satisfacción personal.

Yo he manejado los cientos de miles de datos que tú me apuntas, pero no puedo olvidarme de todas las personas que han colaborado conmigo en estos libros que, sin duda, para no  olvidarme de nadie, son plumas de altísima relevancia que me han hecho lo que yo denomino como las semblanzas de los diestros más emblemáticos que en el mundo han sido, documentos que me han regalado mis amigos para que mi obra tuviera ese aroma de literatura que todo libro debe de tener.

-Señor Picamills, muchas gracias por concedernos su tiempo y mostrarnos sus interioridades editoriales, así como sus ilusiones ante lo que han sido sus obras que, como ante le decía, usted ya ha quedado para las inmortalidad, que Dios le siga bendiciendo y dándole muchos años de vida para que siga haciendo genialidades como las que hasta ahora ha llevado a cabo.

 

Pla Ventura