En el completísimo Dietario Taurino que cada año, y ya van 31, edita Antonio Picamills, el reconocido investigador taurino donostiarra, se anota en la fecha del 16 de febrero, la efeméride del nacimiento en 1818 en Béjar, de Julián Casas “El Salamanquino”
Es “El Salamanquino” uno de esos toreros olvidados, coetáneo de Paquiro, de Cúchares y el Chiclanero y considerado el primer torero de a pie, de los campos de Salamanca. Era valiente, inteligente, de complexión atlética que compitió con los grandes toreros mencionados sin desmerecer de ellos, aún cuando no se puede decir que llegara a ser una gran figura en aquellos años de auge de los toreros andaluces. Julián Casas venía de una familia adinerada, estudió en la Universidad de Salamanca y sin que nadie presagiara su determinación, dejó los libros por las artes de la torería y emuló a los diestros famosos con éxito, hizo las Américas y regentó una ganadería de reses bravas en su Béjar natal. Sabía ganarse el aplauso del público por su simpatía, su honestidad y su inteligencia, aún cuando nunca se pudo decir de él que fuera un torero artista.
Béjar distingue a “El Salamanquino” entre sus hijos preeminentes levantando en su recuerdo, el año 2011 una gran estatua de bronce fundido, de cuerpo entero, en actitud gallarda, que se eleva delante de la puerta principal de su Plaza de Toros. Obra del reputado escultor Pedro Requejo.
La Plaza de Toros de Béjar es la más antigua del mundo. La apodan “La Ancianita” y se inauguró el año 1711. Está situada en el monte del Castañar a dos kilómetros de la villa. La separan muy pocos metros de la ermita donde se rinde devoción a la Virgen del Castañar. Digna de ver es esta plaza, declarada bien de interés cultural y entre sus curiosidades tiene la mitad de su graderío labrado en la roca. Plaza de tercera categoría, pero con los elementos necesarios que requiere como coso taurino. A través de su larga historia (312 años), han pisado su albero, toreros de la talla de Curro Cúchares, Joselito “El Gallo”, Ignacio Sánchez Mejías, Granero, Domingo Ortega, El Viti, Antoñete, los hermanos Esplá, Julio Robles, El Niño de la Capea, Cristina Sánchez… Y viniendo más cerca José Garrido, Morante de la Puebla o Javier Conde y no nombro más por no hacer larga la lista de espadas visitantes.
Me cupo el placer de conocer a la Ancianita en la última corrida allí celebrada el pasado año. Fue el día de la patrona, la Virgen del Castañar, que se celebra el 8 de septiembre y entre las fiestas en su conmemoración, siempre una corrida de toros, y el año 2023 no iba a ser menos. Se corrieron toros del Vellosino y formaban la terna Curro Díaz, Manuel Diosleguarde y Joaquín Galdós. Los tres toreros salieron a hombros. Manuel Diosleguarde se hizo con el trofeo al mayor triunfador, que se le entregó el 4 de noviembre en la “XXIII gala del toreo” y Curro Díaz, a sus orejas ganadas, añadió una lección de sabiduría al sacar faena de un toro prácticamente desechable para la lidia.
El festejo se ajustó a la tradición, que manda que sea Nuestra Sra. del Castañar, réplica de la imagen que se venera en la ermita, espectadora extraordinaria. En procesión llegó a la plaza diez minutos antes de la corrida, a los sones de los típicos instrumentos charros, la gaita y el tamboril, para situarse en la grada frente a la puerta de cuadrillas, donde permaneció toda la corrida y a quien los matadores rindieron pleitesía.
En Béjar se transpiraba una afición a la fiesta de rancia solera que, por diferentes circunstancias, se fue empequeñeciendo con los años. Sin embargo hoy, hay que recalcar que, en buena parte, esta tradición taurina se viene acrecentando gracias al esfuerzo, dedicación y entusiasmo de la asociación “Amigos de la Plaza de toros de Béjar”. El amor a su patria chica y la afición desmedida hacia el mundo taurino, congrega desde hace años a un puñado de bejaranos, puñado cada vez más grande, para promover actividades en torno a la fiesta de los toros. Trabajando por su difusión, para concienciar a sus paisanos de todos los grandes valores que tiene la Tauromaquia y contando, al menos en el tiempo presente, con la aquiescencia de la corporación municipal. La participación del Ayuntamiento, ahora renovado, es importante para llevar a cabo todas las ideas y proyectos que bullen en los fines de la Asociación, especialmente en las últimas temporadas. El colectivo organiza a lo largo del año una serie de actividades que implican a mayores, jóvenes e incluso niños que se divierten, juegan y aprenden. Son de destacar la difusión que hacen de la corrida del 8 de septiembre, día de la patrona, tratando de inculcar la afición a la fiesta de los toros y su afán por que los festejos taurinos logren llevar el mayor número de personas a la plaza. Campañas solidarias, charlas y cursos de toreo práctico con Damián Castaño como maestro. Cursos abiertos a todo tipo de personas. La Asociación después de pasar por etapas duras de desgaste y desilusión, ha retomado ahora toda la energía, el optimismo y las ganas de seguir en la brecha, más aún cuando este año cumplirá sus particulares “bodas de plata”. Veinticinco años con mando en una plaza tan singular como “La Ancianita”.
El aniversario del nacimiento de “El Salamanquino” me ha hecho revivir el recuerdo de la feliz jornada, disfrutada en la barrera de la histórica Ancianita, aquel espléndido 8 de septiembre de 2023. Fuera, el entorno lleno de merenderos, de bien cuidados senderos y de su preciosa ermita con la Virgen del Castañar, patrona del municipio vestida en traje de fiesta. Y contemplándolo todo, la estampa bizarra de Julián Casas “El Salamanquino” en los aledaños de la Plaza.
La Fiesta nacional sube enteros en ese rincón de tan antigua tradición artesanal textil que hoy es importante patrimonio histórico de una industria que fue vital en el sector para España.
Por el despegue de esta y otras tan buenas iniciativas: ¡Enhorabuena bejaranos!
Francisca García