Es una gran noticia que mi amigo Pla Ventura tenga el coraje de rehacerse frente a la adversidad y sobreponiéndose a dolores y sombríos pensamientos, haga el esfuerzo de reintegrarse en un impasse de sus males a su exitosa página taurina. Con ello pone fin a una larga ausencia (casi dos meses) en los que estuvimos privados de sus agudos comentarios que tanto echábamos de menos. Unas veces acerados y otras generosos de afecto y sinceridad. La pluma de Pla Ventura que puede parecer en ocasiones afilada o mordaz, la porta una persona de un corazón enorme pero adicta a la verdad, combativo con las injusticias y tantas veces benevolente sin causa. Quizá no será larga de momento su presencia en las redes, pero en las condiciones presentes ya es un triunfo. Cuando una puerta se cierra, siempre se abre una ventana y eso es lo que el amigo Luis ha decidido hacer y le agradecemos.
Como sin sombra me he sentido en este tiempo de estío, que ya es decir a tenor de lo que está calentando el sol y desde el 8 de julio de tu ausencia voy a relatar, amigo Pla, lo que para mi particular afición a la tauromaquia han constituido estos cincuenta días.
Por dos veces Pamplona abrió su puerta grande para Andrés Roca Rey que lo queramos o no sigue siendo el rey, como le cantan por ahí. No rehuye a estar en su sitio siempre y eso el público se lo premia en todas las plazas que pisa y con más o menos fortuna cumple su misión. En Pamplona como en Burgos, en Bilbao, Tudela y en tantas otras plazas donde ha solventado con éxito sus compromisos. Otro de los toreros que da pasos agigantados en su carrera es Borja Jiménez con la hazaña de sus seis victorinos en la Línea de la Concepción a muy pocas fechas de su cornada de primeros de Julio y ayer mismo saliendo en hombros de la plaza de Tarazona. Interesante también la trayectoria este verano de Manuel Escribano sumando éxitos con su más que feliz encuentro con seis astados esta semana, que le metieron en el esportón once trofeos con incontestable torería y Emilio de Justo, un gran torero al que siempre se desea ver.
Y hoy es noticia la encerrona en la que se vio metido ayer Curro Díaz en su querido Linares. Pero como sigo al maestro jiennense desde que, aunque tarde, le descubrí, referiré la trayectoria del torero desde su reaparición en Alfaro tras el duro percance de un toro de Valdellán el 30 de Junio que le mantuvo mes y medio en el dique seco. No se resintió en nada el espada en la tarde riojana de su vuelta, el 16 de agosto, aunque la condición de los astados no le permitieron grandes faenas, pero sí conseguir oreja y ovación. Siguiendo sus pasos el 26 de agosto por causa de la lluvia se suspendió la corrida en Sabiote y al día siguiente en Arenas de San Pedro se las tuvo que ver con los Adolfos que resultaron muy poco amables, casi como era de esperar, pero aún con eso tanto Curro como su compañero de terna Manuel Escribano cortaron sendas orejas. Sí fue interesante descubrir en el festejo, que era mixto, a Julio Méndez, un adolescente de 17 años que está en la escala de los toreros sin caballos. El jovencísimo espada hacía su presentación en Arenas, su pueblo natal, aunque él vive en Cáceres y pertenece a la Escuela Taurina de Badajoz. Naturalmente le queda mucho por recorrer hasta llegar a ser matador de toros pero, para mí, que lo puede conseguir y no solo creo sino que estoy segura que entre los novilleros sin picadores es en estos momentos sin duda el más preparado y el de mejores maneras. Estuvo muy bien en sus dos novillotes y salió a hombros.
Curro Díaz encontró al día siguiente en Antequera el triunfo que hacía tiempo anhelaba. Con los toros de Núñez del Cuvillo y la terna que incluía a Morante de la Puebla y a Cayetano, los antequeranos pudieron disfrutar de una gran tarde de toros. Morante de la Puebla hizo de las suyas. Algunos apuntes de buena torería, pases sueltos y estocada sin gran relieve para cortar una oreja y escuchar pitos en su segundo que le duró en el ruedo muy pocos minutos. Curro Díaz desplegó su arte incuestionable, sentando cátedra con el capote y la pañosa y arrancó dos orejas al morlaco. Aún le quedaron arrestos para encelar a un toro difícil y conseguir buenos muletazos matando a ley y cortar otro trofeo. Por su parte Cayetano después de un primero sin pena ni gloria, estuvo corajudo y firme en conseguir el triunfo que logró en el que cerraba plaza con lo que ambos toreros salieron a hombros.
Y…ayer… ¡ay ayer! Ocurrió en Linares lo que yo no había pensado nunca que pudiera suceder. Algo inaudito. Se prepara una corrida con toros también de Álvaro Núñez para conmemorar el 77 aniversario de la cogida fatal de Manolete, con Morante de la Puebla, Curro Díaz y Manzanares y a las 14,30 del mediodía, Morante y Manzanares dan la más vergonzante espantada por un desencuentro habido en el sorteo entre sus subalternos y los veterinarios a los que a mi entender se les quita autoridad si los peones de los maestros son los que tienen que designar qué toros sirven y cuales no. Al final se llega a hacer, más o menos lo que los espadas pretendían y aún subsanados los inconvenientes los dos diestros se negaron a actuar sin dar la cara. La corrida a punto de suspenderse y Curro Díaz que no había tomado parte alguna en las cuestiones, ante la irremediable suspensión, se ofrece a torear él solo los seis astados. Todo para que Linares no se quede sin su corrida emblemática.
Y así fue: Paseíllo encabezado por el linarense, ovación cerrada al verle aparecer por la puerta de cuadrillas. Minuto de silencio en memoria de Manuel Rodríguez “Manolete” y uno a uno los toros de Cuvillo saliendo por la puerta de toriles y tras memorables faenas van perdiendo las orejas. Una el primero, otra el segundo con fuerte petición de la segunda, y que llevó el hierro de Sorando porque el correspondiente fue devuelto. El tercero se fue sin los dos apéndices, el cuarto se marchó entero porque no dio al espada opciones de lucimiento pero sí de escuchar una ovación; al quinto se le corta la oreja con petición de la segunda y el sexto que intentó voltearlo saliendo el torero dolorido, se fue con sus apéndices intactos escuchándose una ovación. Total cinco orejas cortadas a ley por Curro Díaz. Un torero de raza. Con responsabilidad, pundonor, que no dudó en arriesgarse a torear él solo sin la preparación mental requerida para acometer machadas de este tipo. Estuvo su ángel guardián al acecho y Curro Díaz disfrutó sin duda, rodeado de sus paisanos que lo sacaron a hombros de la plaza, orgullosos de tener un torero de su clase.
Francisca García