Otra herida más, después de todo el revuelo que se armó con el afeitado de la ganadería del Vellosino en Huesca, pensé que no tendría que volver a ver, ni a escribir ningún ataque parecido de forma interna a nuestra amada fiesta nacional. Pero que razón tiene el dicho, que el hombre es el único ser vivo que se tropieza dos veces con la misma piedra.

Quizá podría habérmelo esperado de otros y en otro lugar, pero no en Arnedo y con Diego Urdiales como director de lidia y actor principal. Arnedo, con uno de los certámenes novilleriles de más interés en el mundo del toro, un pueblo de La Rioja puesto en un escaparate donde muchos lo miran con recelo, gracias a esa feria llamada el “Zapato de Oro”.

Los taurinos somos los que sacamos pecho, jactándonos de que defendemos la fiesta como nadie, con manifestaciones, yendo a las plazas, pagando nuestras entradas y haciendo un gran desembolso económico para intentar mantener esto. Pero con este tipo de ataques tiramos todo por el desagüe y las vergüenzas quedan al descubierto. Lo peor es que son la gente que deberían dar ejemplo de esto, empresarios, ganaderos y toreros los que se están cargando esto.

Y es que en Arnedo en el festejo del otro día hay tres culpables claros, el primero el equipo gubernativo de esa plaza que presumen de tanta integridad en uno de los certámenes más importantes de este país, los cuales, debían haber echado para atrás toda la corrida y denunciado la situación, el segundo, el ganadero de la ganadería de TOROS DE LA PLATA, el cual debía haberse tapado las vergüenzas y ahora a toro pasado a parte de una multa considerable no debería de volver a lidiar en una plaza de toros ni un solo animal más y por último el matador y en ese día director de lidia Diego Urdiales que debía haber denunciado la adulteración y haberse negado a actuar en tal chiste sin gracia, tenía mucha admiración por él pero empiezo a perderla, por cosas como esta. Junto con él, los otros dos toreros Cayetano y Tomás campos, debían haber tenido un poco de vergüenza torera y negarse a matar una corrida que, a simple vista, se veía que estaba adulterada.

A veces, está bien decir que no. Por cosas como esta, quizá estos tres toreros tampoco deberían de lidiar más en lo que resta de temporada, Diego Urdiales debería haber aprendido de sus errores, por muy plaza suya que sea, un torero con la categoría del riojano no puede caer en ese tipo de errores que son muy graves y que atacan de forma directa al corazón de su profesión.

Por último, quedan como siempre los aficionados, los cuales pagaron religiosamente su entrada para ver un espectáculo totalmente adulterado y fuera de lugar, y a los cuales no se les devolverá ni un céntimo de la entrada que pagaron, pero en esta época en la cual vivimos, el que sustenta esto con su dinero importa poco.

 

Por Borja García