Ordenado por el Presidente el cambio de Tercio se procede a Banderillear a la res colocándola no menos de dos ni más de tres pares de banderillas. Los Banderilleros actúan de dos en dos según el  orden de antigüedad. La antigüedad es un rango de honor y de respeto en el mundo de las corridas de toros.  Los Banderilleros comparten la rutina de la vida profesional, los viajes, los hospedajes, las dietas, las instrucciones,  las actividades del día de la Corrida, las comunicaciones, los sorteos, la sanidad, la relación entre ellos, la organización, y otros asuntos. Las Cuadrilla completa  de un Torero o Novillero la compone comúnmente tres banderilleros, dos picadores y un mozo de espadas. Es como una Empresa, en la cual el Matador – Torero o Novillero- es el Empresario y los Banderilleros, los Picadores y el Mozo de espadas son los braceros o empleados. Sin embargo, el toreo no se percibe solamente como un debito por los componentes de la Cuadrilla pues en cada profesional del toreo hay una finura de alma, una pureza, una sensibilidad artististica que puede relucir en un buen lance provocando la admiración y el reconocimiento del público. No obstante, el destello artístico no es la cualidad más apreciada, sino la Efectividad en la lidia. En la Cuadrilla a veces existe un conflicto de egos ya que por un lado, el Torero, internamente resiste el lucimiento a otros de su cuadrilla, y por otro lado, el subalterno a menudo, sacrifica su arte por la efectividad de la lidia para bien del Torero Principal. La humildad es una virtud propia del subalterno, del rehiletero o banderillero. “Tal vez en la llaneza y en la humildad suelen esconderse los regocijos más aventajados.” Decía Miguel de Cervantes.

El Banderillero debe cultivar apreciaciones artísticas como la virtud de la efectividad de igual manera que cultiva la virtud de saber cortejar y resguardar. La efectividad es el equilibrio entre la eficacia y la eficiencia, es decir, se es efectivo si se es eficaz y eficiente; debe asimismo    lograr la obra artística profesional como resultado, y lograr el efecto en cuestión con el mínimo de tácticas de tiempo  posibles.  A todo esto debe preceder, como a toda la Cuadrilla, la amarga sapiencia de con-frontar el peligro al que están expuestos en el Ruedo: pueden perder la vida o arriesgarla con secuelas específicas, y conviene que los aficionados no lo olviden.

El Banderillero es el encargado de colocar los palos recubiertos de unos 75 centímetros,  a cuerpo limpio,  detrás del morrillo o en la parte trasera del toro. El protagonismo lo tiene el toro como en las demás  eventualidades en las  que se busca en todo momento su vitalidad y expresividad, su reanimación  y avivamiento sin quitarle fuerza vistosa.   Este Oficio de poner Banderillas está destinado a recuperar la embestida de la res, que tras ser sometido a una intensa y dura pelea con la vara del Picador tiende  a aplomarse, y su casta le hace reacinar al castigo con fiereza, por tanto idearon los padres de la tauromaquia clavarle un arpón de 5 o 6 centímetros con lo que el instinto  le haría espabilarse y acudir de nuevo a los cites de una manera entera, “cuerda” y formal. Es una Suerte airosa, ágil, plena de gracia, con  destreza y en la mayoría de las veces con actos espectaculares, esta es la razón por la que el Banderillero, subalterno o rehiletero, debe estar en una constante y fiel preparación física y variada, a manera de un culturista y atleta de elite que cuida los detalles de su presteza. Algunos aprovechan la mañana de 9 a 1,30 h por ejemplo para entrenar diariamente. Ser Banderillero no es tanto una técnica práctica, sino un Don que uno ha recibido a estilo de la vocación sacerdotal, es una condición y una  forma de vida a la que no todo mortal llega.

A  parte de lo ya citado el Torero encargado de Banderillear también oficia de Bregador y de Puntillero. No me voy a detener  en esto  porque todo descifrador  conoce de sobra lo que es el peón de brega. Para un Torero o Novillero es fundamental llevar en su cuadrilla a un buen Bregador, que conozca perfectamente las condiciones de cada toro y cumpla, con la mayor brevedad y efectividad posible, su cometido de verificar suertes, frenar la res tan pronto como salte al Ruedo, evitándola carreras inútiles, y realizar un necesario estudio de la embestida para mejorar la arremetida con el capote y limar aspectos en el toro. Y de Puntillero con estilo magistral y con un Don singular para rematar al toro con el instrumento de corte corto, con un efímero cachetazo de manera desapercibida, corta,  a la primera y  con una buena colocación.

En el “mundo del toro de lidia” el éxito o el fracaso de un espectáculo taurino  se debe a la efectividad del líder; esto es más la regla que la excepción. El líder es quien imprime el estilo de lidia a la organización taurina.  Esto se da tanto en una acción positiva directa como en una acción negativa indirecta de la Tauromaquia. Lo que se exige a un Banderillero, como  toda la Cuadrilla, es que sea EFECTIVO.

 

Por David Benavente