Los aficionados de verdad, los que todavía quedan, que alguno queda, aunque sea una especie en extinción todavía no ha desaparecido; los aficionados de verdad decían, estaban esperando la llegada de la semana torista, y lo deseaban para poder disfrutar del toro en su más extensa expresión de su significado. Estaban deseando ver al toro bravo, al toro encastado, ese que con sus dificultades exige el máximo a los toreros, de oro y de plata, a píe y debajo de un castoreño. El toro que no tiene más de 15 o 20 muletazos y cada uno más corto que el anterior, pero con una entrega sin parangón. Eso estábamos esperando y van las ganaderías minoritarias, las clasificadas como duras y lidian auténticas mansadas sin casta ni nada que se le parezca. Eso pasó con la corrida de Saltillo, con la de José Escolar y hoy con la mezcla de Rehuelga y Pallarés en un mismo cartel. Ahora resulta que el encaste triunfador de la Feria ha sido el encaste Domecq, por el momento, lo que da alas a los que quieren el monoencaste y el torito que va y viene. Hay que ver las oportunidades que da la vida y las que se desperdician.
Los dos toros de Rehuelga lidiados hoy en Las Ventas eran dos auténticos borregos descastados. Los de Pallarés no han sido una excepción. En la parte de matadores teníamos a tres toreros necesitados de contratos. Entre los tres la temporada pasada no suman más de quince festejos. Cuando un torero torea poco puede ser por decisión propia, lo cual hoy no era el caso; puede ser por méritos propios, lo cual es posible que en alguno se de esa circunstancia; y puede ser por lo injusto que es el sistema que tienen los taurinos que controlan el mercado, lo cual es patético y deplorable. Hoy creo que hemos tenido ambas circunstancias, la del mérito propio y la de la injusticia deplorable.
Antes de nada, y dado que en el momento en que se escriben estás líneas no sabemos el alcance del percance sufrido por Javier Cortes, queremos desear al torero una rápida y satisfactoria recuperación y que todo haya quedado en un susto.
La corrida ha pecado de falta de fuerzas, de sosa y de descastada. El primero con el hierro de Rehuelga ha sido un toro noblote y sin fuerzas que ha embestido siempre rebrincado y con la cara arriba. Ha tenido un pitón izquierdo noble y claro, pero carente de emoción. Iván Vicente le ha dado muletazos sueltos con cierta calidad, no mucha y el toro se ha parado pronto. Estoconazo y saludos desde el tercio.
El segundo, de Pallarés, ha sido devuelto a los caballos y se ha corrido turno lidiándose en su lugar el llamado a ser quinto, del mismo hierro. El toro ha cumplido en varas y ha cortado en banderillas donde Antonio Molina ha puesto un sensacional tercer par. Me acuerdo de Antonio Molina cuando acompañaba a Javier Cortes en aquellas novilladas sin caballo y era antoñito. Hoy es don Antonio, un excelente torero de plata. Javier Cortes ha tenido una buena disposición toda la tarde, y ha dejado algunos destellos, pero no termino de cruzarse y entenderse con un toro, que, dicho sea de paso, tampoco tenía mucho que ofrecer. Una estocada caída ha enviado al toro al desolladero y Javier Cortes ha saludado al respetable desde el tercio.
Sin apenas darnos cuenta la corrida se había puesto cuesta arriba, la esperanza de ver toros bravos se diluía con estrepitosa consistencia. Y en esa estábamos, repito sin darnos cuenta, cuando saltó a la arena el tercero de la tarde, un toro de Rehuelga tan noble como débil. Su única virtud ha sido la de humillar, pero era tan sumamente flojo que ha resultado insípido y desesperante para el público por los dos pitones. Javier Jiménez, que parece un clon físicamente hablando de Juan Antonio Ruiz Espartaco, le ha dado un trasteo largo e insulso. Media atravesada y una estocada casi entera nos daba paso al cuarto capítulo de la tarde.
Aquí, en el cuarto toro es donde surge el debate y la controversia. Unos dirán que ha sido un toro bravo, otros que bravucón y otros que manso. La verdad, yo no sé si ha sido bravucón o simplemente manso, pero desde luego bravo no ha sido el toro. No lo ha sido porque pese a que se haya arrancado tres veces de largo para ir al caballo, en las dos primeras varas ha querido quitarse el palo y solo en la tercera ha empujado con cierta bravura, pero ha terminado saliendo suelto del peto. Este toro ha tenido un buen pitón izquierdo, con largura ha embestido el toro por ese pitón, y por ese pitón Iván Vicente ha intentado torearlo. Lo ha intentado, pero no lo ha conseguido. Le ha dado muchos muletazos, muchísimos, pero sin sentido alguno. Sin coherencia. Un trabajo fruto de un torero voluntarioso, pero nada más. Después de un pinchazo y una estocada caída ha escuchado ligeros pitos, mientras que el toro ha sido ovacionado en el arrastre. Bien haría Iván Vicente en replantearse su carrera como torero de alternativa.
Javier Cortes ha tenido que vérselas con el que hacía quinto, un toro de José Luis Marca de preciosa lámina. Un Jabonero armónico en sus hechuras, pero que ha sido un animal manso, bronco y peligroso. Intratable. Javier Cortes ha querido ponerse en el sitio, cruzarse y sacar agua de un pozo seco y además envenenado. La voltereta se veía venir y vino. Tres pinchazos y un sartenazo enviaron al precioso y peligroso Jabonero al tiro de las mulillas. Javier Cortés escucho una fuerte ovación mientras caminaba por el callejón de la plaza camino de la enfermería.
Cerraba plaza un mostrenco de toro de más de 600 kilos y mira por donde, va y aparece el toro bravo de la corrida. El toro de Pallarés ha tomado tres varas, ya es algo insólito en estos tiempos que un toro tome tres varas, pero es que las ha tomado arrancándose de largo y empujando en el peto. Precioso tercio de varas el protagonizado por el toro de nombre Dichoso y por su picador Agustín Romero que para mí es sin duda hasta el momento el picador de la Feria. Javier García ha estado muy dispuesto con el toro y ante un pitón izquierdo sin sentido alguno y un pitón derecho con una embestida muy corta y que se revolvía en una perra chica buscando el bulto, lo ha pasaportado con tres pinchazos y una estocada, siendo silenciada su labor.
Y con la sensación de que la Feria está resultando muy larga y que la semana torista ha sido un fiasco, con esas sensaciones abandonábamos la plaza y poníamos nuestra esperanza en los Albeserrada-Saltillo que mañana lidiará Adolfo Martín en Las Ventas. La esperanza es la último que se pierde y la nuestra está en la familia Martín, los Adolfo el viernes y los Victorinos el domingo.