Vestidos de San Fermín y ataviados con la mejor de las sonrisas el Pamplonica, y resto de aficionados se dirigen a la plaza sin ánimo de lucro, y predisposición festiva, al final todo en San Fermín está adaptado para divertirse, bailar, reír, comer, beber… disfrutar en general.

Porque iba a cambiar eso en la plaza, el aficionado de Pamplona y su plaza, es gentil por naturaleza. Amante de todo, y de todos, aunque su punto débil es la merienda, el tiempo que más se disfruta, porque dicen, que, el que mucho habla, poco come. Entre tanto énfasis festivo, con sus charangas, su bebidas espiritosas, algún chiste verde, algún guiño inocente al chic@ de enfrente, los bailes preconcebidos en las bodas, como van a tener tiempo para juzgar con rigor una faena. En qué cabeza cabe que el pobre aficionado quiera dañar el estatus del torero, y negarle los trofeos, ellos piden, les da igual, uno que ochenta, que para eso han pagado, y han estado en sus localidades. La temporada que viene han dicho algún mozo, que se está pensando seriamente en conceder trofeos más acordes con el estatus de Pamplona y los chicarrones del norte, dicen que con la primera estocada, hasta la bola, le dan un Audi Q5 porque las orejas saben a poco, es como un quiero y no puedo. Si logra cortar más, el premio va subiendo, un Ferrari en vez de dos orejas, una chalet en Ibiza en vez de 3, con 4 viaje pagado para dar la vuelta al mundo y asegurarte volver a la plaza con unos honorarios de 200mil euros por corrida mínimo 5 o 6  años.

En definitiva Pamplona esta creada para el espectáculo y no para el rigor, es evidente. La moda y disfrute de sus asistentes, y últimamente hasta el toro está pasando a segundo plato. Hoy el trapío ha brillado por su ausencia, toros muy bajitos y cornalones, sin rematar parecían algunos sardinas, de noble comportamiento y amplio recorrido, esencial para esta tauromaquia tan de moda, que no eterna. En una decepcionante feria del toro, la gente tenía ganas de marcha, y se nota que empezaba el fin de semana. ¡Es viernes y el cuerpo lo sabe! , eso es lo que deberían pensar gran parte de los espectadores que pedían las orejas, como quien pide una ración de calamares.

Llegaba el bueno de Ferrera por segundo día consecutivo, por vía de la sustitución. ¿Porque la casa de misericordia pidió que Ferrera fuera el sustituto y no dio una oportunidad a otro? pues muy fácil. La casa misericordia está prácticamente orquestada por la casa Chopera, y a su vez, la casa chopera esta comandada por Bailleres, este último es ganadero, empresario y apoderado mexicano,  gracias a este hombre Luis David Adame y Antonio Ferrera –este último en menos medida- están en todas las ferias del norte, como San Sebastián, Bilbao y por supuesto Pamplona. Pues así están las cosas en la ciudad que presumía ser un “ente” libre y que daba prioridad al toro, triste declive de los encargados de la casa misericordia. Ferrera, hizo faenas aseadas, en su primero estuvo muy punteado, con un toro que soltaba la cara, y poco acoplado, no lo veía claro. En su segundo, sin llegar a bajar la mano, por el exceso de castigo al toro en el caballo y la noble condición del morlaco, por arriba gobernó, y se ajustó, sacando algún pase con sabor, con torería, y en ocasiones, tuvo hasta mucho gusto. Le metió la espada y tocó premio en su 4.  En su primero pinchó.

Perera es un torero muy técnico, pero con poca conexión en los tendidos, gracias a que empezó de rodillas y en medio de la plaza, al quinto de la tarde, sino nadie le echa cuenta. En su primero se limitó al pico, pico, pico. Dejando pasar al toro, sin cambiar la embestida, ni molestar, para que, si total… lo hace en todas las plazas, Pamplona no iba a ser la excepción. En su segundo con el mismo estilo, y tenía un toro que por el pitón izquierdo tenía un cortijo. Un toro para hacer el toreo del caro, del eterno, del perfumado, que queda para el recuerdo, pues nada, no hay manera, se limitó hacer algo parecido, pero acabó pegando el típico arrimón, -ante la falta del toreo, bueno son arrimones-. Con un bajonazo finiquito al segundo, y una estocada perpendicular al quinto. Oreja.

Cayetano está en las ferias porque se apellida Rivera, de segundo Ordoñez y su tío político es Curro Vázquez. Si el guapo de Cayetano se llega a llamar Federico González, hoy estaba en cualquier otro sitio menos en una plaza de toros. Hay que ser realistas, lo intenta, pero no tiene lo que hay que tener para ser figura, y después de 10 años de alternativa, la evidencia es notable. Conoce al espectador Pamplonica, y le facilitó todo su repertorio, de rodillas, sacándose el toro para fuera, molinetes, pases por arriba… un sinfín de recursos plásticos, que no tiene nada que ver con el toreo de verdad. Dos toros, cada uno para inmortalizarlos en el recuerdo, con el primero no supo ni por dónde meterle mano, el toro  iba a más y Caye abrevió por si acaso. Estocada, al estilo Superman. Dos orejas. Al sexto le toreo sin llegar a ponerse de frente, ni bajarle la mano en ningún momento, pases por arriba, aliviándose, recursos, ventajas, etc. Estocada, dos orejas y ojo que algunos festivaleros le pedían el rabo.

La vuelta al ruedo al sexto toro es de risa, pero bueno, creo que la presidenta se hizo un pequeño lio con los pañuelos, de lo contario es incomprensible.

Pues Pamplona es como es, en definitiva, una plaza con capacidad de 20mil y pico personas, toros de punta de camada, pero al final es una plaza de tercera, disfrazada. Que conste que en Pamplona hay grandes, pero que muy grandes aficionados, que por desgracia son silenciados ante la gran masa.

 

Por Roberto García

Foto Javier Arroyo