Feria del Toro de Cenicientos 2021

Llegar casi a la excelencia, supone un serio riesgo para el futuro, pues superar los niveles alcanzados se prevé tarea harto complicada. Algo parecido es lo que está ocurriendo con la Feria del Toro de Cenicientos, en la que en este 2021, se han alcanzado cotas difíciles de superar, ardua tarea tiene la comisión organizadora para el año próximo.

En los tiempos que corren, esto del toro íntegro es una utopía, por lo que se agradece enormemente el esfuerzo realizado por algunas personas y entidades por intentar que el Rey Toro salte a los ruedos en toda su apabullante personalidad, que no es otra que su casta, bravura, fuerza e integridad en sus defensas.

Sobre las dos primeras solo el ganadero tiene capacidad de actuar con su alquimia, acertar es otra cosa, por lo que nunca vamos a tener absoluta seguridad de que el bicho que salga por chiqueros cumpla los susodichos requisitos de casta y bravura, por muy buena que sea su reata.

Bien distinta es la capacidad del hombre de actuar sobre la fuerza y la integridad.

La fuerza se consigue con alimentación y entrenamiento y está en manos del ganadero, debemos ser conscientes de que el toro de lidia es un atleta forjado por y para la batalla en el ruedo.

El cuarto atributo, la integridad de sus defensas, queda en manos de la honestidad de los participantes en el rito taúrico, el que más chifle capador, llevándose el gato al agua.

Pues sí honestidad, adjetivo que me lleva al título de estas notas: Céretcientos, combinación de los nombres del pueblo francés Céret y el español Cenicientos. Dos pueblos, de 8.000 y 2.000 habitantes respectivamente, que comparten la defensa del toro bravo en su más absoluta integridad. En estos dos pueblos que se caracterizan por tener plazas de toros de tercera categoría, con ruedos de pequeño diámetro y aforos reducidos, 3.750 Céret y 3.000 Cenicientos (más qué habitantes tiene el pueblo), encumbran en sus ferias al toro íntegro y encastado y como eje de la fiesta el tercio de varas, donde radica la pureza y sobre el que gira toda la corrida: toro-integridad-casta-tercio de varas y a partir de ahí, todo lo demás.

Esto me lleva a esa otra reflexión sobre el toro de primera segunda y tercera categoría, cuestión está manoseada por el “taurineo”, porque la categoría de la plaza la pone la seriedad del toro que sale al ruedo en ella y la de sus aficionados; el toro de Bilbao o de Las Ventas saliendo en una plaza de tercera categoría:

¡Olé por Céretcientos!

En Céretcientos coinciden en el modo de organizar las ferias, estoy convencido que, nada más acabar la de este año, ya están trabajando con distintas ganaderías en busca del toro que saldrá a la arena en 2022. Cuando ya tienen reseñados los toros, empiezan a buscar toreros dispuestos a jugarse la vida con el toro-toro. Los franceses lo hacen a través de la ADAC (Associatión des Aficionados Cérétans), es decir son los aficionados los que organizan y financian la feria. Los coruchos a través de una comisión formada en el ayuntamiento, con su alcaldesa Natalia Núñez a la cabeza, flanqueada por los concejales Iván García y Javier Lizana, y secundada por otros vecinos del pueblo enamorados de su fiesta y repletos de afición.

Entrando ya en la valoración de la Feria, cabe destacar la presentación de toros y novillos, con una impresionante y encastada corrida de la ganadería de Cebada Gago, ¡que recibió 18 puyazos!, donde Pepe Moral se peleó sin convicción, Sergio Serrano muy acelerado, no era para menos, no llegó a conectar con toro y público y el descubrimiento de Miguel Ángel Pacheco, que puso toda la carne en el asador, muy valiente toda la tarde. Daniel López fue protagonista de un gran tercio de varas ante Sabanito 5.

La corrida concurso, de excepcional presentación, tuvo dos toros de gran nivel; Ligero 37 de Prieto de la Cal (habría sido interesante ver cuánto le hubiera durado a Morante este encastado toro del siglo XVIII, cuanto bocazas hay en la piel de toro) y Olivares 48, de Peñajara Casta Jijona, bravo y encastado, ganador a la postre del concurso. El premio de estos torazos, el lote completo, le tocó a Damián Castaño, que estuvo a la altura, valiente, épico, memorable. Robleño y Máxime Solera lo intentaron, estuvieron ahí, y ahí se quedaron. Cabe destacar la gran labor de toda la cuadrilla de Castaño, especialmente un Jarocho fenomenal.

Rafael Villar Moyo