“Escudero”, número 70, que se lidió en Madrid el año 2012

Una de las ganaderías más emblemáticas del campo charro es la que mantiene Javier  Sánchez Arjona en el paraíso del campo bravo salamantino. Una ganadería que está en peligro de extinción, marginada por el circuito, el sistema empresarial y las figuras del toreo. Lo que fue un buque insignia de la tauromaquia, y un tesoro genético del mundo taurino, hoy se debate entre el olvido y la desaparición.

El sistema actual es culpable de la desaparición de muchas ganaderías claves de la historia del toreo, sus ataques se basan fundamentalmente en un veto invisible. Para los toreros y algunos aficionados esta ganadería ha pasado de moda, pero la bravura es un clásico y es lo que necesita la fiesta de hoy en día. Ante el gran volumen de toros que pide cada día ciertas plazas, y circuitos, estos toros bien hechos, bajos y sin muchos kilos, pierden interés.

Una lástima que no se valore el toro en tipo, respetar el encaste, y luchar por mantener  su origen. Desde 1941 D. Alfonso Sánchez Fabrés, hijo de D. Justó Sánchez Tabernero y Doña Nieves Fabrés  intentó crear una ganadería pura Santa Coloma con 80 vacas y 3 sementales, con mucha raza y bravura, que posteriormente pasó a manos de su hijo D. Jesús Sánchez Arjona donde la ganadería empezó a coger vuelo, adquiriendo reses de la desaparecida ganadería de “Coquilla” puras Santa Coloma.

Poco a poco, con trabajo y esfuerzo fueron dando sus frutos, y fue un 12 de abril de 1952 cuando la ganadería tomo antigüedad en Madrid. Anteriormente en el año 1950 había lidiado exitosamente en Santander y Calatayud dos formidables novilladas. Al año (1951) siguiente debutó en septiembre con una corrida de toros. Décadas de regularidad y asiduidad en el circuito, buenos tiempos en el que el toreo tenia variedad.

En 1961 se hicieron cargo de la ganadería Fernando y Javier, continuando hasta la fecha en manos de Javier.  Múltiples son las figuras que se han paseado por su dehesa, como Paquirri, Manzanares Padre, El niño de la Capea, Palomo linares todos ellos se han enfrentado a los coquillas de Sánchez Arjona en una plaza. Todos ellos han disfrutado de su embestida codiciosa y con ritmo, de su duración y clase, en definitiva de su bravura.

Una ganadería que ha llegado a tener más de 150 vacas de vientre, y en la actualidad cuenta con 48 vacas y 3 sementales. Para la temporada 2020 cuenta con una camada corta, lidiara un par de novilladas máximo. Una pena como va desapareciendo poco a poco este encaste único, que es un tesoro genético, de valor incalculable.

Grandes resultados han cosechado en sus dos apariciones por los ruedos, tanto en Hoyo de Pinares, como la fiel ST Sever, han servido para ver que los toros de Arjona embisten con bravura. Una selección exhaustiva y exigente, donde prima siempre la variedad de comportamientos, destacando la exigencia, alegría, y entrega, y trabajando para paliar algunos defectos como la duración, la distracción y la humillación.

El gran Macial Lalanda espeto una frase que todavía da mucho que hablar, “Dulces como rosquillas y picantes como guindillas”. Esperemos que por el bien de la tauromaquia esta ganadería no desaparezca. Mucho esfuerzo, constancia y afición hay detrás de esta ganadería que todavía mira al pasado con nostalgia, pensado tal vez, que algún día la tauromaquia cambie y vuelvan a tener ese protagonismo que les hicieron grandes en otros tiempos. Hoy D. Javier mantiene esta ganadería por devoción, tradición y afición, y los aficionados le damos las gracias.

Por Juanje Herrero